Tuno negro backdrop
Tuno negro poster

TUNO NEGRO

2001 ES HMDB
julio 19, 2001

Un psicópata asesino se infiltra en la tuna universitaria de Salamanca y elige a sus víctimas a través de Internet. Con la noche y la juerga desmadrada como cómplice, el "Tuno Negro" comete sus crímenes con una pauta simple: morirán aquellos que sean los peores estudiantes de cada clase. El último no pasará de curso, ni tendrá la opción de repetir.

Directores

Vicente J. Martín, Pedro L. Barbero

Reparto

Silke, Jorge Sanz, Fele Martínez, Maribel Verdú, Patxi Freytez, Enrique Villén, Rebecca Cobos, Sergio Pazos, Javier Veiga, Benjamín Seva
Dramma Horror Thriller

RESEÑAS (1)

MR

Marco Ruggeri

Un misterioso asesino disfrazado de menestral negro (el Tuno Negro del título original) siembra la muerte entre los estudiantes universitarios suspensos en los exámenes y menos merecedores de asistir a los estudios, contactando a sus víctimas a través de algunas charlas en Internet y grabando sus hazañas con una cámara de video. Después de haber golpeado, a lo largo de los años, en muchas Facultades españolas, el asesino en serie ahora buscado por la policía llega a la Universidad de Salamanca y comienza a cosechar sus víctimas entre los chicos suspensos en las sesiones de exámenes. Un grupo unido de estudiantes goliardos, capitaneados por la fría Alejandra Alonso (de quien el asesino se sirve para dejar sus mensajes de muerte), por el aspirante criminólogo Trucha y por el incurable donjuán Eduardo, se lanzará sobre las pistas del asesino tratando de poner fin a la serie de asesinatos y poniendo inevitablemente en peligro su propia vida. Llegado a las pantallas cinematográficas dos años después de su realización, "Black Symphony" se inserta a pleno en el nuevo filón de terror español capitaneado por el productor Julio Fernández (y por su Fantastic Factory) y por algunos directores de indudable talento como el Alejandro Amenábar de "The Others" y el Jaume Balagueró de "Nameless" y "Darkness", presentándose desde el principio como un giallo-thriller con secuencias vagamente splatter, algunas salpicaduras de humor demencial y una buena dosis de desnudeces femeninas y sexo. Desafortunadamente, este deseo de ser a toda costa por encima de todo representa quizás el límite más grande de "Black Symphony", transformando la película en un caldero confuso sin una verdadera personalidad distinta: demasiadas veces el humor gratuito y marcadamente demencial borra la tensión que debería acumularse durante la visión, así como demasiadas veces las bellas mujeres distraen la mente del espectador desorientado (pero en España, ¿todas las chicas son conejitas de Playboy?). En algunos momentos, especialmente durante las violentísimas secuencias de asesinato, parece estar frente a una película oscura y enferma al estilo de Dario Argento (con las diferencias debidas, ¡claro!), mientras que en otros se respira demasiado marcadamente una atmósfera goliardesca de colegio americano, tan querida por los adolescentes de terror de ultramar de los últimos años. Hay otros momentos, luego, en los que parece estar frente a una película soft-porno, con una serie de secuencias que, aunque indudablemente agradables a la vista, resultan un poco demasiado forzadas y totalmente desconectadas del contexto narrativo y del curso de los eventos (secuencias no cortadas por casualidad en algunos países, pero reproducidas puntualmente aquí en Italia donde el sexo siempre vende bien). En cualquier caso, la película se deja ver, a veces incluso agradablemente, y debe quizás todo el interés que sabe capturar a la ambientación original, a la atmósfera caliente y a la singular caracterización de los personajes: probablemente la misma película filmada en América habría parecido solo una mala copia del "Scream" de Wes Craven. En conclusión, "Black Symphony", aunque no sea una obra maestra, es una película disfrutable a condición de soportar la vulgaridad y demencia ya citadas y complacientes de las que está llena la película y, sobre todo, a condición de pasar por alto el golpe de escena final que, aunque decididamente inesperado, puede hacer surgir en el espectador más atento una serie infinita de interrogantes sobre tantas pequeñas incongruencias que, a la luz de la revelación final, emergen con desarmante naturalidad.