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Roberto Giacomelli
•Fuad Ramses III hereda de su abuelo un negocio de catering. Pero la tienda donde el chico monta su actividad fue escenario, cuarenta años antes, de brutales asesinatos rituales perpetrados por su propio abuelo. Fuad encuentra en la trastienda una estatua de la diosa egipcia Ishtar y, como le ocurrió a su antepasado, queda bajo su influencia obligado a matar a jóvenes mujeres para honrar a la diosa y permitir su resurrección. Mientras tanto, la señora Lampley contrata a Fuad para ocuparse del servicio de catering para la boda de su hija Tiffany.
Treinta años después de su última prueba como director ("The Gore Gore Girls", datado de 1972), Herschell Gordon Lewis vuelve detrás de la cámara y se enfrenta al secuela (aunque sería casi más apropiado llamarlo remake) de su primera película, el culto "Blood Feast".
Lewis, que es conocido con el apodo de "The Godfather of Gore", es decir, el padrino del gore, ya que introdujo este elemento en el mundo del cine de terror, había salido de escena porque consideraba el género ya saturado de películas similares a las que dirigía él: lo que inicialmente se consideraba muy innovador había perdido vigor y la originalidad había cedido paso a la conformación. Como Lewis consideraba inútil seguir por un camino ya demasiado transitado, decidió cambiar de sector, cedió los derechos de sus obras y se lanzó al marketing, alejándose así del mundo del cine.
En estos últimos años, el cine de Lewis ha sido celebrado en más de una ocasión, hasta el punto de que dos de sus películas han disfrutado de remakes ("2001 Maniacs" de Tim Sullivan y "The Wizard of Gore" de Jeremy Kasten) y él mismo ha sido contactado en más de una ocasión por productores interesados en hacerle volver detrás de la cámara. Lewis ha aguantado, desanimado por la escasez de producciones y la falta de un contrato real que le garantizara el pago, hasta que en 2002, treinta y nueve años exactos después de su debut con "Blood Feast", el productor Jacky Lee Morgan consigue convencerle para rodar este fantasmagórico "Blood Feast 2".
Hay que decir que Lewis no está particularmente orgulloso de "Blood Feast 2", ha reiterado en más de una ocasión que él fue el simple ejecutor de un proyecto ajeno y que el resultado final no fue el esperado... en fin, es difícil darle la razón, ya que "Blood Feast 2" es realmente basura, un splatter semi-demencial con un bajo presupuesto visible. Sin embargo,
a pesar de sus límites macroscópicos, el regreso del Maestro tiene su (aunque sea fútil) razón de ser, un cierto encanto perverso que no puede dejar de fascinar al fanático del horror artesanal de antaño.
"Blood Feast 2" debe tomarse simplemente por lo que es, es decir, una obra goliardica y nostálgica, un splatter barato que, visto con el espíritu adecuado, puede divertir. El amateurismo de fondo es evidente, con actores todos malos que representan un guión destartalado (obra de W. Boyd Ford) lleno de diálogos exagerados y efectos especiales visiblemente falsos pero excesivos y divertidos. El ritmo es sostenido y marcado por las numerosas muertes que componen - en resumen - el esqueleto del film, aunque se tiene la sensación de que la duración es excesiva y que diez minutos menos habrían beneficiado a todo el film.
Lo que más decepciona de esta película es la verdadera utilidad de la operación: está bien, marcó el regreso al cine de Herschell Gordon Lewis, pero ¿por qué repetir punto por punto la película anterior sin añadir nada nuevo? Una película-fotocopia que tiene a su favor solo una dosis masiva de ironía, algo que faltaba en la original, y la "novelty" de una serie de escenas soft-core con bellezas siliconadas desnudas, algo
impensable en 1963. Y pensar que en 1987 Jackie Kong dirigió "Il ristorante all'angolo" cuyo título de trabajo era precisamente "Blood Feast 2", una película que rendía homenaje con respeto a la obra de Lewis, pero en lugar de repetir la misma historia se habían buscado cambios sustanciales, incluido el inserto de ironía demencial. "Blood Feast 2", por lo tanto, parece inmotivado, una obra a saludar con afecto por parte del fan pero que, de hecho, no tiene ningún verdadero mérito.
Curioso el homenaje a "Halloween" en los nombres de los dos detectives protagonistas (Loomis y Myers) y sabroso el cameo del rey del basura americano John Waters en el papel del reverendo pedófilo.