RG
Roberto Giacomelli
•La exitosa modelo Jennifer Tree, seguida y filmada en secreto por un individuo misterioso, es secuestrada y encerrada en una habitación, aislada del resto del mundo. Aquí Jennifer es sometida a torturas, principalmente psicológicas, por su captor, hasta que descubre que no es la única prisionera: de hecho, en una habitación contigua a la suya está encerrado Gary. Los dos hacen amistad y intentan por todos los medios escapar de su carcelero.
Todo comienza como un "torture porn" de pleno derecho, un "Saw" rico en torturas repugnantes y dolorosas sobre una bella e indefensa rubia. El sentido de déjà-vu es muy fuerte, casi asfixiante, y sin embargo se puede notar cierta fantasía gozosa en la puesta en escena y, conscientes de que durante al menos una lustro asistiremos a clones de "Saw", no queda más que hundirse cómodamente en la butaca y asistir al último asesinato.
Luego entra en escena algún elemento de más que, en el intento de complicar la trama de otra manera demasiado simple y esquemática, no hace más que volverla predecible y hace hundirse en la banalidad de la ficción televisiva ese argumento minimalista que prometía un simple espectáculo de alta dosis de insostenibilidad.
Se comienza, pues, con un "torture porn" que mezcla sagazmente "Saw" y nuestro "The Torturer" para encontrar un final plano y apático que se repliega sobre sí mismo en el más descarado elogio de la previsibilidad en celuloide. "Captivity" es pues una mala película? No, es simplemente una película inútil, mal gestionada y confeccionada a toda prisa para aprovechar la moda de los thrillers de alto contenido hemático.
La inutilidad se advierte en el guión demasiado poco inspirado de un siempre activo Larry Cohen ("In linea con l'assassino"; "Cellular") que no hace más que coser juntos una serie de lugares comunes thriller-horroríficos postmodernos con la esperanza de que el espectador no sea demasiado exigente. El paradojo es que el sujeto tenía a disposición también un par de puntos a favor que no son mínimamente profundizados! En primer lugar, el asesino secuestra a una modelo que al inicio de la película vemos invadir con sus fotografías toda la ciudad y enseguida después en plena sesión fotográfica ya en fase de "retoque". La moda, la modelo, el símbolo de la apariencia y del aparentar, un simulacro que al hombre común le parece un simple objeto. El secuestro y la tortura sobre un objeto de la modernidad vacía de costumbres se habría prestado a más de una reflexión, pero "Captivity" no parece mínimamente interesado.
Segundo punto que habría merecido profundización es el modo de actuar del asesino, su relación con la personalidad y los miedos de la víctima. El asesino está muy informado sobre la vida de la modelo, conserva sus entrevistas, declaraciones y conoce sus temores; la consecuencia natural es la puesta en escena de los mismos miedos de Jennifer: la oscuridad, la soledad, el aspecto estético, el apego afectivo a su perrito... pero todo esto solo se insinúa, incluso, si te distraes ni te das cuenta del plan del asesino.
Otro punto en contra de "Captivity" es la fundamental falta de escenas mínimamente memorables o realmente "fuertes". El gore está y la crueldad no falta; la escena del batido de despojos humanos es notable, pero no hay nada que no se haya mostrado (mejor) en un "Saw" cualquiera. La película, además, parece increíblemente pudorosa allí donde podría haberse lanzado con desenfado al sadismo erótico. Vale que no estamos ya en los años '70 y que una starlette en la cresta de la ola como Elisha Cuthbert difícilmente se prestaría a ciertas escenas, pero la situación se habría prestado bien a poner en escena la morbosidad y el deseo sexual del captor; en cambio, la única escena erótica de la película es tan forzada y embarazosamente pudorosa que resulta solamente molesta a la economía narrativa de la película.
En resumen, "Captivity" funciona poco. El empaquetado es impecable, como siempre ocurre con las producciones de un cierto grosor: los actores son de buena extracción (aunque Daniel Gillies en el papel de Gary no convence mucho) y la dirección de Roland Joffé ("Mission"; "Vatel") es siempre cuidada, como se esperaría de un sólido profesional, aunque aquí no se encuentra definitivamente en el género que más le es próximo. Pero la simple estética no basta para convencer del todo y la sensación de insatisfacción es predominante. Un aplauso, sin embargo, al cartel italiano de la película.
