GG
Giuliano Giacomelli
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Que comience el final
Hace años, la adolescente Donna Keppell encontró a su familia completamente masacrada en su casa; el autor de este acto fue Richard Fenton, un maníaco homicida obsesionado con la chica, arrestado justo antes de llevar a cabo su 'plan'. Ahora Donna vive con sus tíos, pero a pesar de que han pasado varios años y con el apoyo constante de una psicóloga, no logra superar ese trágico acontecimiento que le cambió la vida. Mientras tanto, se acerca el tan esperado baile de fin de curso, al que Donna ha decidido asistir acompañada de su novio Bobby y sus amigos. Sin embargo, la esperanza de diversión pronto se convertirá en terror: Richard Fenton acaba de escapar del manicomio criminal y ya está tras la pista de Donna. Este baile de fin de curso será, sin duda, inolvidable...
El sol se ha puesto hace horas, la cámara enfoca el mar (¿cuántas películas comienzan de esta manera?), seguido de un meticuloso plano secuencia que, desde las olas, se eleva hasta captar un puente y luego se centra en un coche que avanza a gran velocidad, en el que viaja Donna, la protagonista, regresando a casa tras una noche con amigas. De fondo, se escuchan las notas de una versión del famoso tema de los años 60 'Time of the Season' de los Zombies. Así comienza 'Que comience el final' ('Prom Night'), una apertura muy sugerente y bien realizada, capaz de hacer que el espectador tenga grandes expectativas para la película que está a punto de ver. Sin embargo, esos excelentes títulos iniciales no cumplen con lo prometido, ya que la película se vuelve plana y pierde vitalidad minuto a minuto.
Para quienes aún no lo sepan, 'Que comience el final' (horrible título en español) es el remake –pero solo de nombre– de un slasher dirigido por Paul Lynch en 1980 titulado 'Prom Night' (en España conocido como 'Noche de graduación sangrienta'). La película de Lynch, aunque con el tiempo se convirtió en un pequeño objeto de culto para los aficionados al terror, en realidad presentaba muchas carencias, y su recuerdo se debe principalmente a la presencia de Jamie Lee Curtis, la 'scream queen' de la época. Una película débil y, por lo tanto, fácilmente mejorable con un buen remake, pero lamentablemente no fue así, y esta reinterpretación podría parecer incluso más débil e inútil que la original.
Como se mencionó anteriormente, este filme tiene muy poco de 'remake', ya que la historia narrada se aleja mucho, demasiado, de los hechos del antiguo 'Prom Night', haciendo difícil, si no imposible, establecer paralelismos entre ambas obras. Intentemos entonces considerarla como una película independiente y 'original'.
Desde los primeros asesinatos en la introducción, 'Que comience el final' se presenta como un slasher educado, limpio y pulcro, que no tiene nada que ver con la reciente tendencia del cine de terror hacia la brutalidad y la espectacularización de la violencia. Estamos lejos de esos horrores extremos, amorales y alegremente sangrientos que están ganando popularidad en los últimos años. Aquí, nos enfrentamos a una película que incluso intenta distanciarse del género de terror, asemejándose más a un thriller familiar o, peor aún, a la nueva generación de programas para adolescentes criados con MTV y series inocuas. La sangre se derrama con cuentagotas, los asesinatos, cuando se muestran, carecen de 'ferocidad', y el aspecto del asesino es todo menos amenazante. En cambio, se prefiere prestar atención a las relaciones sentimentales entre los protagonistas, los celos, las envidias y la ambición de ser elegidos rey y reina del baile de fin de curso. Una verdadera desfachatez, si lo planteamos de esta manera.
Sin embargo, hay que admitir que criticar y menospreciar esta película podría parecer fácil y gratuito, además de moralmente inapropiado, ya que todo lo que puede parecer un 'defecto' es completamente intencionado. Desde sus inicios, cuando 'Que comience el final' era solo una idea vaga, su destino ya estaba sellado: ser un simple slasher de moda, más inclinado hacia atmósferas suaves y delicadas que hacia efectos gore y repugnantes.
Una elección que puede gustar o no... pero que sigue siendo una elección.
Dicho esto, dejando de lado la idea, más o menos aceptable, de hacer una película de terror poco terrorífica, hay que admitir que no todo es desechable en 'Que comience el final'. Un guion de J.S. Cardone algo aproximado, predecible (utilizando todos los clichés posibles del género) y en varios puntos aburrido, se acompaña de una dirección válida de Nelson McCormick (principalmente conocido por producciones televisivas), que demuestra habilidad desde el bello plano secuencia inicial y una fotografía bastante cuidada y elegante. Por otro lado, el reparto es un punto débil, con un grupo de actores poco conocidos o principalmente provenientes de series de televisión, incapaces de dar profundidad a personajes clichés, poco interesantes y llenos de lugares comunes del género.
En conclusión, 'Que comience el final' resulta ser una película sin importancia, incapaz de destacar en el subgénero del slasher, un subgénero que ya comienza a mostrar signos de saturación. Probablemente podría gustar a todos esos adolescentes criados con series como 'Dawson's Creek' o 'O.C.' (los principales destinatarios del producto); en cambio, será detestada por el verdadero público del terror. Aun así, podría merecer medio punto más.