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DETRÁS DEL SILENCIO

Il coltello di ghiaccio

1972 ES HMDB
agosto 24, 1972

A los trece años, Martha Caldwell presenció la muerte de sus padres en un terrible accidente ferroviario. Tras sobrevivir de milagro, la chica se quedó muda debido al shock. Siendo ya adulta, vive con su tío Ralph en España y sigue sin recuperar el habla. Cuando su prima Jenny llega para pasar una temporada con ellos, esa misma noche aparece muerta. Parece que anda suelto un maníaco sexual que se dedica a matar a chicas jóvenes y guapas.

Directores

Umberto Lenzi

Reparto

Carroll Baker, Alan Scott, Ida Galli, Eduardo Fajardo, Silvia Monelli, George Rigaud, Franco Fantasia, Dada Gallotti, Lorenzo Robledo, Olga Gherardi
Horror Thriller Crime Mistero

RESEÑAS (1)

RG

Roberto Giacomelli

Martha Caldwell se quedó muda tras el trauma por la muerte de sus padres, a la que asistió cuando solo era una niña. Ahora Martha es una mujer y vive en una gran villa en el campo francés junto a su tío Ralph. Un día llega su prima Jenny a visitarla, pero la misma noche de su llegada es asesinada en el garaje de la villa. Tras un segundo asesinato y el descubrimiento de extraños símbolos satánicos, la policía comienza a seguir la pista del asesino en serie, identificando a un extraño tipo de ojos inquietantes y heroinómano como el posible asesino. Después de una serie de thrillers de carácter soft-erótico ("Orgasmo", "Tan dulce... tan perversa", "Paranoia"), Umberto Lenzi se encuentra por última vez con su actriz fetiche de la época Carroll Baker y juntos crean "El cuchillo de hielo", un thriller apasionante capaz de diferenciarse del montón. De hecho, en ese momento – estamos en 1972 – la tendencia era producir thrillers que remitan de manera más o menos explícita a las atmósferas y las historias de las primeras películas de Dario Argento, y el mismo Lenzi no era ajeno a esto, ya que "Siete orquídeas manchadas de rojo" es del mismo año. Con "El cuchillo de hielo", sin embargo, se mira hacia otro lado, se respira un aire más internacional que parece aspirar a las sugerencias hitchcockianas, sumergiendo todo en un marco más intimista, típicamente nostrano. De hecho, es la familia el ambiente en el que se desarrolla la narración, entre secretos, ambigüedades, pasados trágicos, envidias y complicidades; pero no se trata del típico "gialletto" que ve agotarse el argumento en las habituales diatribas entre parientes sobre herencias y cuernos, sino que la familia es el pegamento y al mismo tiempo el fondo de toda la historia. Los lazos de sangre nunca están en el centro de la trama aunque parezcan fundamentales para el desenlace de los nudos, los personajes están unidos por la parentela pero no aparecen nunca insertados en la historia de manera forzada en función de su trasfondo; más bien se puede notar una constante funcionalidad de los roles separada de la ostentación del vínculo parental, y ya solamente por esta característica "El cuchillo de hielo" se muestra "diferente" y particularmente atento a la escritura. Sin embargo, no todo funciona a la perfección en el guion, cuidado por el mismo Lenzi en colaboración con Luis G. de Blain ("Cuando Marta gritó desde la tumba"). La historia/depistaje que concierne al satanista heroinómano – personaje claramente modelado sobre la figura de Charles Manson, a partir del nombre Randy Mason – tiene demasiado espacio en la primera parte de la película, siendo luego abandonado repentinamente en la segunda, y el mismo motivo que impulsa al asesino a matar es tan improbable como endeble. No se trata de verdaderas nimiedades, pero tampoco estamos ante elementos capaces de comprometer el éxito de la película. A favor hay una historia interesante y bien concebida, apoyada por algunos personajes bien dibujados y bien interpretados, como el tío Ralph, interpretado por el veterano del género George Rigaud ("Todos los colores del oscuro"; "¿Por qué esas extrañas gotas de sangre en el cuerpo de Jennifer?") y sobre todo Martha, la protagonista muda interpretada por una Carroll Baker muy convincente, aquí en una de las mejores pruebas de su carrera. Menos convincente parece Alan Scott ("La serpiente"; "Los deseos de Emanuelle"), que viste los pantalones del Dr. Laurent, un personaje demasiado estandarizado y cuyo papel en el asunto parece casi obligado por la tradición (el hombre de buen aspecto que se une sentimentalmente a la protagonista) más que por reales necesidades narrativas. Los amantes del caro exploitation italiano no encontrarán suficiente pan para sus dientes, ya que Lenzi esta vez no usa las cartas de la violencia y el erotismo, reduciendo al mínimo la primera y excluyendo completamente la segunda. Los aficionados del buen spaghetti thriller, sin embargo, no tienen de qué quejarse, ya que "El cuchillo de hielo" es un digno y original representante.