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Roberto Giacomelli
•Debbie muere en circunstancias misteriosas que hacen pensar en un suicidio. Su mejor amiga, Lane, sin embargo, no está convencida de que Debbie se haya quitado la vida y decide ponerse en contacto con ella utilizando una tabla Ouija, un juego que ella y su amiga hacían a menudo de niñas para comunicarse con el más allá. Apoyada por su hermana Sarah y algunos amigos, Lane intenta evocar el fantasma de Debbie, pero lo que responde es un espíritu maligno que, uno a uno, comienza a matar a los jóvenes que lo han despertado.
Era 1890 cuando Elijah J. Bond y Charles Kennard patentaron una tabla de madera con las letras del alfabeto grabadas, destinada a comunicarse con los muertos, pero no fue hasta once años después cuando el texano William Fuld adquirió el producto y lo hizo suyo llamándolo Ouija, un nombre derivado de dos afirmaciones en idiomas diferentes, francés (oui) y alemán (ja). Desde entonces, la tabla Ouija se ha convertido en el instrumento de juego más difundido para comunicarse de forma lúdica con los espíritus, hasta el punto de que, en 1991, el copyright del producto pasó a manos de Hasbro, una empresa propietaria de marcas como Transformers y Battleship, que la convirtió en un juego de mesa como cualquier otro.
A pesar del carácter claramente lúdico, la tabla Ouija ha influido mucho en la imaginación horripilante, convirtiéndose a menudo en el instrumento del mal en muchas historias y películas de terror. ¿Quién no recuerda, de hecho, uno de los primeros medios a través de los cuales se desarrollaba la posesión demoníaca de Regan en "El Exorcista"? O, aún más, la famosa tabla se convertía en protagonista de escenas aterradoras en "Amityville 3D", "Las Verdades Ocultas" y "Actividad Paranormal", hasta convertirse en el verdadero corazón de la acción de la saga "Spiritika" (tres películas entre 1986 y 1995, de las cuales las dos primeras dirigidas por el mítico Kevin S. Tenney) y del simpático "Long Time Dead".
Con estos antecedentes, no es de extrañar que incluso en esta situación de estancamiento preocupante para el cine de terror se recurra nuevamente a la tabla Ouija para desatar el infierno, y quien lo hace es Stiles White, especialista en efectos visuales en su primera dirección, que confecciona este terror para adolescentes con el título explicativo "Ouija" bajo la égida productora de Jason Blum y Michael Bay. No es casualidad que el director de "Transformers" esté involucrado en la operación, dada la alianza que su Platinum Dunes tiene con Hasbro, pero esta vez estamos definitivamente en territorios diferentes en comparación con las películas a las que nos ha acostumbrado como director.
El problema es que "Ouija" es una película terriblemente anticuada y equivocada en cada uno de sus componentes. Lejos de la óptica sagaz low-budget pero high-chills característica de las películas de BlumHouse, "Ouija" es una fatigosa repetición de situaciones y acontecimientos que el espectador de películas de terror conoce de memoria, sin intentar siquiera asustar. Es evidente que Stiles White, que también escribe el guión, apunta a un público de adolescentes que no tienen memoria histórica del género y que necesitan un punto de referencia contemporáneo para aficionarse al terror, pero construir "Ouija" como lo hemos visto podría ser incluso contraproducente en el intento de afiliación al cine de terror.
Fiero representante del terror PG-13 —es decir, adecuado incluso para niños—, "Ouija" nunca apunta a la violencia, presenta momentos de suspense realmente insípidos y las escenas de repulsión con fantasmas más o menos monstruosos son muy, pero muy suaves.
La historia del grupo de adolescentes que utilizan la tabla Ouija para comunicarse con su compañera muerta por suicidio, para luego descubrir que han despertado una fuerza maligna, recuerda mucho a otras películas vistas, comenzando por los fundamentales "Spiritika" y "Long Time Dead". Aquí, el recurso se utiliza sin imaginación y sin añadir elementos que puedan hacer recordar esta "Ouija" en el tiempo, sino que se tiende a rellenar la película con cosas tomadas de la reciente tradición del ghost-movie al estilo de James Wan y, sobre todo, con soluciones enteras que recuerdan con fuerza el cine asiático de hace quince años, con una cita (no intencionada?) a "The Call" y un monstruo que se parece demasiado a Samara de "The Ring" americano (aunque algún malvado podría pensar en su parodia en "Scary Movie", vista la calidad del maquillaje).
Y así se avanza cansadamente hacia un final telefónico que deja innecesariamente puertas abiertas a una secuela que esperamos no llegue.
Quizás guste a los nacidos en 2001, pero si tienes un mínimo de familiaridad con el género, "Ouija" provoca muchos más bostezos que sustos.