Cresciuta in una famiglia difficile, tra cattolicesimo esasperato, rapporti conflittuali e un fratello maggiore malato di mente, Laura non ha vita facile neanche da grande. Il suo rapporto con gli uomini e con la società sembra minato da un'infanzia infelice e così anche il ricordo dei genitori ormai scomparsi da anni si fa pesante. Ma la morte improvvisa del fratello malato di mente, che ormai vive lontano da lei, non sarà una liberazione, anzi. Come in un trasferimento di colpe e responsabilità proprio quella morte darà inizio a un viaggio interiore (e per certi versi anche esteriore) di Laura che la porterà a confrontarsi con quanto ha vissuto lui, con se stessa, con i fantasmi del suo passato e con i fantasmi "reali".
Directores
Livio Bordone
Reparto
Regina Orioli, Giuseppe Antignati, Arturo Paglia, Elio Germano, Corinna Locastro, Valentina Gristina, Gaetano Amato
Laura es una mujer reprimida atrapada en la rutina banal de una vida sin estímulos. La muerte de su hermano, un enfermo mental encerrado en un manicomio hasta 1978 (año de la ley Basaglia), hará que el frágil equilibrio mental de Laura se derrumbe, comenzando a ver materializarse el fantasma de su hermano, decidido a perseguirla.
« Una emoción, un destello de ingenio desborda como un regurgitar inesperado », solía decir el cínico pero lúcido Frank Cross (Bill Murray) en « S.O.S. Fantasmas ». Nunca un aforismo fue más acertado para una « historia de fantasmas » que emula a « Otra vuelta de tuerca » de Henry James, con una joven apática y demacrada que un día pierde la razón, presa de visiones angustiosas. Porque solo de imágenes se puede hablar aquí, ya que los diálogos son prácticamente inexistentes, banales, inútiles o didácticos. Y si el guion revela ABISMOS (no simples agujeros) en la trama, con insorportables y continuos fundidos y saltos temporales completamente desestabilizadores, la actuación de los actores (salvo la interpretación del hermano loco) es bastante penosa. Plana, apagada, monótona, para nada convincente: basta con escuchar a Regina Orioli hablar (no en vano, ella misma declaró hace tiempo no estar interesada en la actuación y aquí lo demuestra de manera tangible). Por desgracia, el efímero cameo (desaprovechado) de Elio Germano no logra salvar la película, aunque arranca una sonrisa. Las caracterizaciones mismas, vacías o superficiales, tampoco convencen: especialmente la de la odiosa madre (que, entre cien cepillados, recuerda mucho a la mujer de la cinta de « The Ring »), la de la protagonista de niña y la del novio de esta, totalmente inverosímiles, cuando no ridículas a veces.
Cabe decir que la dirección de los actores es prácticamente inexistente. Parece no haber « escucha » entre ellos, como si estuviéramos asistiendo a una obra de Ionesco (por ejemplo, « La cantante calva ») donde cada personaje recita un monólogo por su cuenta. Para empeorar aún más las cosas, efectos de gráficos por ordenador espantosos, especialmente en dos secuencias: el final « doloso » al estilo « Silent Hill » y la huida en zigzag por el pasillo del antiguo manicomio por parte de la protagonista, que intenta en vano escapar del fantasma de su hermano que aparece y desaparece.
Esta última secuencia hace añorar incluso una escena similar de « El conde Drácula contra Fracchia » con Paolo Villaggio, aterrorizado por las continuas y sorprendentes apariciones ubicuas del conde Drácula.
Para concluir, ante esta película entiendo por qué su distribución en salas fue tan despiadada; confieso que el director de uno de los pocos cines en Roma donde la película estaba en cartelera estaba casi sorprendido por la numerosa asistencia (dos personas) al filme, tanto que se sintió obligado a preguntar las razones personales como parentesco o conocimiento con el elenco artístico de la película... casi como una advertencia dantesca: abandonad toda esperanza, vosotros que entráis.
Mira el tráiler de PABELLÓN 22.