SPIDERS

Un satélite ruso se estrella en la Tierra. Fragmentos caen sobre Nueva York, causando graves daños en el interior de una estación de metro. Jason, el superintendente de la vía férrea, comprende que no se trata de un simple accidente poco después de la muerte de un colega y amigo. De hecho, se encuentran huevos de araña en el cadáver del hombre. No se trata de arañas comunes, sino de una especie que crece quince centímetros cada hora que pasa. Una amenaza mucho más grande que el satélite caído que, en pocas horas, habrá infestado el metro. Pero el ejército no parece demasiado preocupado. Muy probablemente, con la mente fría, ante la pregunta "¿Qué te da más miedo?" una de las respuestas más populares de esta encuesta hipotética sería: las arañas. Un miedo atávico el que gira en torno a las maravillosas criaturas de ocho patas, arquitectas de construcciones perfectas, en el imaginario colectivo desde hace más de cincuenta años como monstruos del cine. Comenzaron a convertirse en protagonistas de la ciencia ficción en los años 50 con "Tarántula", continuando en el horror con "Aracnofobia" y "Arak Attack", para terminar haciendo apariciones en famosas sagas milmillonarias como "Harry Potter" y "El Señor de los Anillos". En 2014, después de varios retrasos, llega a Italia la última obra con protagonistas las arañas, que esta vez llegan directamente del espacio. Son enormes, malas y protagonistas de una película horrible. Detrás de este proyecto está el director Tibor Takacs, que algunos recordarán como autor de "Non aprite quel cancello", película de 1987, único título más o menos conocido de su filmografía. El resto de su carrera se ha basado en una sucesión de basura para la televisión. Inútil perder palabras en el presupuesto ajustado, en la producción trabajosa y todas las atenuantes que puedan venir a la mente: "Spiders" es una película mala. Todo es de mala calidad: la historia, la actuación, los efectos especiales y la escenografía, la fotografía. No hay nada que se pueda salvar en un desastre de este tipo. Haciendo como si todos estos defectos no existieran (empresa no sencilla), se queda igualmente decepcionado porque se cae por enésima vez en el mismo error, típico de las producciones de terror mediocres como esta: la ausencia total de ironía. En una película de serie Z, la ironía es fundamental para el éxito de la obra. Si se toma como ejemplo "Sharknado", una película en la que los tiburones son transportados por una tormenta, se tiene la conciencia de ver una tontería dado que todo se juega en la absurdidad, a partir de la trama misma. Ante una película como "Spiders" esto no ocurre. No hace más que tomarse en serio de la primera a la última escena, generando vergüenza y planitud general. Complice del fracaso es también la puesta en escena. No hay una sola imagen de la película que haya sido filmada en exteriores (a excepción de las panorámicas de la ciudad de Nueva York hechas desde arriba). Todos los lugares (el metro, las calles de la ciudad) están reconstruidos (mal) en estudio con una fotografía tan irreal que molesta. Nunca se entiende si es de día o de noche y esto daña mucho el clima general de la historia. Viniendo precisamente a la historia, se pueden poner las manos en la cabeza. ADN alienígena insertado en las arañas que las ha transformado en preciosas máquinas de guerra, de estudio y proveedores de una tela indistructible utilizada por los militares, naturalmente todo mantenido en secreto a los ojos del mundo hasta que un viejo satélite, cargado precisamente de estas arañas, no se estrella en la Tierra. Mucha cosa y muchos interrogantes. Durante la visión no faltan momentos de total ausencia de credibilidad como la doctora que ha descubierto que el cuerpo de la víctima está lleno de huevos de araña. Esta no contacta la sanidad, no contacta las fuerzas del orden pero habla con un responsable de las vías férreas. Una vez dado al ferroviario un muestrario de huevos (nunca vistos antes en la faz de la Tierra) extraídos del cuerpo pullulante, este los lleva a su ex mujer, con la cual obviamente tiene una relación de guerra, que por casualidad es un responsable de la sanidad nacional. Banalidades que fluyen a borbotones como sangre de una arteria seccionada. Cuando por fin llega la sorpresa de la película, la reina de las arañas de tamaño Godzilla, esta no hace más que girar por las calles de la ciudad, mientras decenas de militares con una mala puntería la rodean y malgastan balas. Si querían homenajear algo, lo han hecho todo mal y es increíble pensar que una película de este tipo, hoy en día, tenga la posibilidad de salir en el cine. Cerramos con una precisión que no parece muy clara a los realizadores de la película. Las arañas no son insectos. Son arácnidos.