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Cristina Russo
•Gloria es una mujer de unos cuarenta años, divorciada y con una hija pequeña. Su vida es bastante monótona y deprimente. Escéptica pero animada por una amiga, decide conocer a Michel, conocido a través de un sitio de citas: es amor a primera vista. A pesar de que el hombre intenta engañarla, la devoción que Gloria siente por él es tan grande que la lleva a apoyar su conducta inmoral y mentirosa, hasta el punto de convertirse en su cómplice. En una espiral de pasión y locura, sus vidas cambiarán para siempre.
Con "Alleluia", Fabrice Du Welz cierra un triángulo perfecto iniciado con "Calvaire", un horror atípico erróneamente clasificado por muchos como torture porn, y continuado con el dramático y desgastante "Vinyan". El director belga es indudablemente uno de los nombres más destacados del cine europeo – no exclusivamente de terror – gracias a su poder creativo y a sus peculiares capacidades técnicas demostradas en cada una de sus obras.
El mayor mérito del cineasta es haber moldeado un estilo absolutamente personal y único en su género, lo que hace difícil (e incluso inútil) cualquier intento de comparación. "Alleluia", más que una película en el sentido estricto de la palabra, representa una dolorosa experiencia no solo visual sino también y sobre todo espiritual, un descenso a los abismos que deja una marca indeleble. Como en cada película firmada por Du Welz, también en este caso el meticuloso trabajo de caracterización de los personajes desempeña un papel fundamental en la transmisión del mensaje de la película. Excelente la actuación de Lola Duenas en el papel de la histérica Gloria, cuyo trabajo (preparar los cadáveres) refleja una existencia vacía y triste, y que encontrará en Michel una oportunidad de redención que perseguir a toda costa (literalmente). El atractivo protagonista masculino es interpretado por un brillante y carismático Laurent Lucas (ya protagonista de "Calvaire"), cuya naturaleza astuta y deshonesta es fruto de un pasado terrible, marcado por incestos y violencia. Los dos amantes, pintados con rasgos caricaturescos y animalescos, manifiestan metafóricamente y sin límites algunos de los verdaderos aspectos del ser humano. Abrazando las pulsiones instintivas más espontáneas y primitivas y apagando todo atisbo de moralidad y razonamiento, se encontrarán prisioneros en un mundo creado por ellos mismos, donde la realidad escalofriante se enfrentará ferozmente con la ilusión de la felicidad. La trama (inspirada en la historia de los "asesinos de la luna de miel" Raymond Fernandez y Martha Beck) se desarrolla a través de ritmos lentos pero funcionales para la comprensión de la naturaleza y los comportamientos de los dos personajes.
Los tiempos así voluntariamente alargados permiten a Du Welz construir un inmenso castillo imaginativo que aprovecha una puesta en escena perturbadora y estéticamente magnífica, sumergida en una atmósfera surrealista que sirve de marco perfecto a los actos homicidas de nuestros protagonistas. Muchos son los momentos oníricos, enfatizados por una estaticidad de fondo (a veces realmente desconcertante y sugerente) que involucra una dirección meticulosa y polifacética, capaz de atenuar – aunque de manera discontinua – la pesadez narrativa. Las acciones criminales y atroces que se consuman – con cierta redundancia – no son más que la transposición material de un sentimiento obsesivo y morboso declinado en posesión, venganza y egoísmo. Y así, minuto a minuto, el espectador se encuentra atrapado en un torbellino de emociones devastadoras, sufriendo pasivamente y con malestar la identificación con los personajes. Reduciendo el contexto y despojándolo de ese extremismo que lo hace efectivo en la ficción cinematográfica pero improbable en la realidad, todos nosotros podemos identificarnos en diferentes medidas con Gloria y Michel, y es quizá la conciencia de esto lo que hace la película tan despiadada y brutal. La obra no fue ciertamente concebida para entretener: para apreciarla plenamente y para captar sus infinitas matices es necesaria la disposición adecuada de ánimo. En conclusión, "Alleluia" es un viaje alucinante a través de las tierras desoladas del drama, la soledad y la esperanza (traicionada); una danza infernal entre el odio y el amor. Una visión enferma y sufrida realmente difícil de olvidar.
Reseña originalmente publicada en el blog M'illumino di Horror