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Marco Saraga
•En una tierra contaminada por un agente patógeno que devuelve la vida a los muertos, un grupo de mercenarios debe trabajar juntos para encontrar la solución al desastre. Tras bambalinas, gobiernos corruptos buscan llevar a cabo sus oscuros planes.
Podemos definir el cine independiente contemporáneo como un intento continuo de retomar el discurso de la época dorada del pasado. Una época terminada, historicizada y sin posibilidad de volver a la vida, aunque la mayoría de los "directores" independientes intentan por todos los medios insertar citas y referencias que impiden un nuevo nacimiento esperando continuamente asistir y ser protagonistas del renacimiento… pero ¿de qué?
"Zombie Massacre" es una película divertida, llena de citas y referencias y por eso es una película que no se sitúa en una nueva tierra cinematográfica, sino que permanece en el limbo donde moran numerosas películas autoproducidas y de bajo costo.
Proyectado en la última edición del Fantafestival, un evento que se parece mucho a una sala de operaciones donde se intenta por todos los medios mantener al paciente con vida, mientras que la opción más sensata sería la de desconectar y dedicarse a otra cosa, "Zombie Massacre" destaca por su vena autoirónica, exagerada, anárquica. Personajes caricaturescos y similares a muchas pequeñas figuritas, logran dar al trabajo de Marco Ristori y Luca Boni, ya autores de la otra película de zombis "Eaters", un significado. Las escenas absurdas y desconcertantes, incluso en su lentitud excesiva, hacen que la película dé un salto de nivel y permiten olvidar las muchas imperfecciones que una película/no-película como este pequeño trabajo lleva consigo.
Los efectos especiales están bien hechos, los zombis/demonios están cuidados al detalle y causan inquietud, van más allá del simple cuchillazo o la puerta que se abre sola. De la visión de la película se percibe la presencia de un productor como el director alemán Uwe Boll, creador de un cine que se basa en ideas simples y en títulos altisonantes.
Marco Ristori y Luca Boni realizan una película bien confeccionada y altamente visible, seguramente para mantener en la estantería de un coleccionista cinéfilo más que de muchos otros productos que no tienen razón de ser vistos.