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Andrea Costantini
•Milos es un actor pornográfico conocido, felizmente casado con un hijo y ha abandonado definitivamente la carrera del mundo de las luces rojas. Desafortunadamente, el dinero ganado con la fama se está acabando. Para remediarlo, acepta un trabajo por parte de un tal Vukmir, un misterioso director que le ofrece una suma desorbitada para participar en un proyecto bajo secreto absoluto. Equipado con un auricular, Milos simplemente deberá ejecutar lo que se le dice, pero pronto las demandas irán más allá de la pornografía normal, arrojándolo a un torbellino de violencia, drogas e inhumanidad.
Comienzo esta reseña haciendo una predicción que con toda certeza se cumplirá: esta película nunca se estrenará en Italia. No porque fuentes fiables hayan escrito esto, ni porque sea una película tan mala que no merece ser vista en nuestro país, porque no sería la verdad. Simplemente por el hecho de que una película cruel del calibre de "A Serbian Film", en nuestro país, nunca llegará.
Y probablemente no debería llegar a ninguna parte.
Pero analizaremos este aspecto de la película más tarde.
Empecemos por el principio. Vemos a Milos, un hombre con un pasado legendario como actor porno, casado y con un hijo. Su vida es feliz entre altibajos, pero hay un gran problema: el dinero. La gloria se ha quedado, pero el dinero se ha acabado. Se le presenta una oportunidad, la oportunidad de su vida, aquella que le permitirá tomar a su familia y marcharse de ese país con tantos fantasmas, con tanta violencia a sus espaldas, con una historia tan triste. Vukmir, el hombre que le proporcionará su nuevo trabajo, es misterioso, habla de la pornografía como una forma de arte, habla de víctimas, filosofa. Inicialmente reacio, Milos acepta, atraído por la inmensa suma de dinero que se le ofrece.
Comienza su encargo y somos catapultados a algo similar a una pesadilla. Personajes extraños deambulan por un orfanato, todo constantemente grabado por hombres con cámaras. Parece estar asistiendo a una película de Lynch, onírica pero con alguna nota discordante. Y luego llega la matanza.
Ahora, es difícil comentar objetivamente una película como "A Serbian Film", porque técnicamente
no habría nada que objetar. Bien realizada, especialmente en la primera larga parte en la que se habla de la vida de Milos y de su nuevo encargo, con actores perfectamente en su papel, una banda sonora intensa, todo contado con la calma necesaria para una verdadera película de autor. Además, el clímax de tensión y curiosidad no es indiferente. Luego llega la segunda parte, completamente diferente de la primera, caracterizada por un montaje frenético, imágenes alucinantes y continuos flashbacks y flashforwards. Un viaje de escenas que literalmente violan al espectador, una tras otra sin dar tregua, confundiendo en más de una ocasión la mente de quien mira.
Pero el ojo del público pondrá a un lado todo tipo de juicio concerniente a la técnica de realización ante la introducción de la llamada "pornografía de autor". Una selección de escenas de una violencia inaudita, sin precedentes en el cine y, no creo equivocarme al decir esto, más allá del límite de la legalidad. Una escena en particular, que bien o mal los aficionados al género conocen de oídas o porque la han leído en algún sitio, supera todo tipo de brutalidad vista en el séptimo arte. Se trata de una escena espeluznante en la que se cometen abusos sobre un recién nacido, recién parido por la madre. Es un spoiler voluntario, necesario, como advertencia hacia el aficionado al splatter que se interesa ante una película
de alto nivel gore como, de hecho, es "A Serbian Film". Pero no acaba, porque la escena brutal de la que se trata es solo el comienzo de una secuencia de atrocidades, una más inconveniente que la otra, entre las que se incluyen otras violencias sobre menores y mujeres, sin dejar de lado los detalles. Y ahora la pregunta surge espontáneamente: ¿era realmente necesario?
El director Srđan Spasojević ha declarado, citando textualmente, que "la película es el diario de las violencias infligidas por el gobierno serbio, el poder que obliga a las personas a hacer lo que no quieren hacer, deben sentir la violencia para entenderla". Podría ser una justificación válida para una película de denuncia, pero "A Serbian Film", siempre según el parecer de quien escribe, no es una película de denuncia, sino solo una excusa para realizar el torture-porn definitivo, que supera todo límite impuesto y poner así en escena cosas nunca mostradas. Para hablar de ello. Naturalmente, el objetivo se ha alcanzado.
Dejando a un lado el juicio personal, el deber del crítico es juzgar la película objetivamente, por lo que se ceñirá a esto para la valoración final. Es una película bien hecha, un producto como pocos, capaz de regalar tensión desde el principio hasta el final. Pero si el que suscribe se encontrara con una pistola apuntando a su sien y le preguntaran si recomienda esta película, probablemente la respuesta sería un No.