RG
Roberto Giacomelli
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La Casa del Diablo
En una tranquila mañana, la destartalada granja de los Firefly se convierte en el centro de una redada policial en Texas. Otis, Baby, Mother Firefly y Rufus, armados hasta los dientes y protegidos con rudimentarias armaduras antibalas, se atrincheran en la casa decididos a defender su propiedad. Pero la policía logra imponerse: Rufus es asesinado, Mother Firefly es arrestada y solo Otis y Baby logran escapar. A su huida pronto se une otro miembro de la familia, el Capitán Spaulding, y los tres, tras secuestrar y torturar a una familia en un motel, se dirigen al burdel de Charlie, hermanastro del Capitán Spaulding. Sin embargo, el sheriff Wydell, hermano de una de las víctimas de los Firefly, está tras ellos, decidido a consumar su venganza, incluso recurriendo a métodos poco ortodoxos para un hombre de la ley.
Segunda obra del rockero Rob Zombie y secuela de su anterior "La Casa de los 1000 Cuerpos", "La Casa del Diablo" (un título impuesto por la distribución española, mucho menos evocador que "The Devil's Rejects") es una de esas películas que se aman o se odian, sin términos medios. Ya "La Casa de los 1000 Cuerpos" había generado mucha controversia: los amantes del horror crudo y brutal de los años 70 valoraron el homenaje afectuoso que Rob Zombie rindió a los grandes representantes de esa época ("La Matanza de Texas" en primer lugar), aderezado con humor grotesco y soluciones visuales casi psicodélicas. Por otro lado, quienes buscaban sustos y una estética más contemporánea quedaron profundamente decepcionados. "La Casa del Diablo" se aleja de los tonos desenfadados y bufonescos de la primera película y los supera con una narrativa seria que mezcla paisajes de western, violencia de survival horror y personajes que parecen salidos de la literatura pulp tan querida por Quentin Tarantino.
Ver "La Casa del Diablo" es un viaje al pasado de casi dos horas: es cabalgar por los desiertos polvorientos descritos por Sam Peckinpah y George Miller, convertirse en cómplice de las atroces acciones de despiadados asesinos que recuerdan a los legendarios villanos de las primeras películas de Tobe Hooper y Wes Craven. Pero entrar en "La Casa del Diablo" no significa solo sumergirse en los años 70, aunque esta época, en la que los hijos de las flores estaban en declive, domine la película (Zombie filmó en Super 16 para recrear esa pátina y esa iluminación características de los filmes de la época). También hay mucho de los años 90, una poética pulp resucitada magistralmente por Tarantino y Rodríguez, tanto que en escenas como la llegada de los tres protagonistas al burdel de Charlie o el secuestro de la familia en el motel, parece un cálido homenaje a "Del Crepúsculo al Amanecer".
El trabajo realizado en los personajes es interesante: salen de los estereotipos en los que estaban deliberadamente encasillados en "La Casa de los 1000 Cuerpos" para mostrar una mayor profundidad. Los tres "rechazados del diablo" son asesinos crueles y sádicos, pero tienen carisma y un código de honor propio, basado en la familia: una vez más, la institución fundamental de la civilización es atacada en su raíz. La civilización genera monstruos que, en su bestialidad, son mucho más humanos que los llamados "normales". De hecho, quien debería representar la ley y la justicia se convierte en portavoz de la venganza y el sadismo, hasta el punto de que los verdugos se transforman en víctimas y viceversa, llevando al espectador a simpatizar de manera evidente con los "monstruos".
A nivel técnico, la película está muy bien cuidada: además de la pátina intencionada de los años 70 y una fotografía caracterizada por colores cálidos, Rob Zombie demuestra haber refinado su técnica, dejando atrás los tonos lisérgicos y las rarezas de montaje para optar por elecciones estilísticas más normalizadas pero igualmente respetables, con algunos ralentíes y transiciones "en rollo" horizontales. Una mención especial merece el reparto, compuesto casi en su totalidad por inolvidables figuras del cine de género: además de los tres excelentes protagonistas del primer capítulo (Bill Mosley, Sid Haig, Sheri Moon), encontramos rostros conocidos para los amantes del cine de explotación, como Ken Foree (el inolvidable Peter Washington de "Zombi") como Charlie, Michael Berryman (Pluto en "Las Colinas Tienen Ojos") como Clevon, Danny Trejo (el camarero del Titty Twister en "Del Crepúsculo al Amanecer") como Rondo, e incluso Ginger Lynn Allen (estrella del porno de los años 80) como Fanny, la prostituta.
La violencia en esta película supera con creces la de "La Casa de los 1000 Cuerpos", dejando atrás el splatterstick semi-demencial para un gore polvoriento, con varias escenas de humillación a las víctimas, despojadas de toda dignidad (¡y de sus ropas!). Pero "La Casa del Diablo" no es solo sangre, polvo y sudor: en varias ocasiones, Rob Zombie también nos ofrece momentos de pura hilaridad, como la escena del experto en cine o la broma del helado "tutti-frutti". Una pequeña gran película que ya ha entrado en el olimpo de las películas de culto.