GF
Gianluca Fedele
•El «pánico»: así es como se llama al síndrome por el cual la gente ya no puede salir de los espacios cerrados, quedando segregada en el trabajo o en casa; la naturaleza ha tomado el control y se ha reapropiado de sus espacios. En esta situación apocalíptica, Marc se pone en camino, pasando por las alcantarillas de la ciudad para buscar a su novia desaparecida y Enrique, el hombre que, si el mundo hubiera seguido normalmente, lo habría despedido del trabajo, le echa una mano.
Los hermanos Pastor, después de «Carriers – Contagio letal», piensan a lo grande y se dedican a una reinterpretación de lo que era «El ángel exterminador» de Buñuel en versión moderna y apocalíptica, sin limitar la imposibilidad de movimiento a una clase social concreta, sino ampliando la situación vivida en la película al mundo entero, llegando incluso a evocar el ecologismo y la lucha del hombre contra la naturaleza. Con un buen presupuesto, se pone en marcha, por lo tanto, otra película apocalíptica (aquí de producción española, a diferencia de muchas producciones recientes) en la que la gente ya no puede salir de los lugares cerrados porque la naturaleza parece tener el control sobre el resto del mundo, obligándoles a moverse a través de las alcantarillas o a quedarse encerrados en casa, en la oficina o en cualquier otro lugar en el que se encuentren.
La película en cuestión no es un mal producto, propone dos horas escasas de entretenimiento agradable, pero el alcance del trabajo habría podido ser de otra calidad. La historia en sí misma es mecánica y necesita la inserción de muchos elementos, sin los cuales la narración habría sido demasiado estática: escritos que se encuentran en las paredes, encuentros casuales que resuelven dudas, mochilas que esconden cosas robadas abiertas en el momento justo y en el lugar justo, etc. son todas cosas necesarias para que algo avance.
Poco incisivos son también los dos protagonistas, que recalcan los estereotipos habituales y que son movidos por el amor y las ganas de ayudar al prójimo incluso de manera incondicional, característica de la que sufren casi todos los personajes que aparecen, que, si se excluyen un par de pequeñas excepciones, nunca son egoístas, «hijos de puta» o bastardos, sino siempre dispuestos a echar una mano y dedicados en exceso a un galanteo que difícilmente resulta creíble durante una crisis de tal magnitud.
Otra nota negativa hay que señalar para los pasajes oníricos, dignos de un videoclip de Irene Grandi, con la novia del protagonista corriendo sin rumbo por un bosque y, sobre todo, la más embarazosa de las ideas es el final que ni siquiera la ONU aprobaría por su desfachatez: involuntariamente cómico y vagamente similar, además, a un anuncio de los Kellog’s Coco Pops en versión progresista.
Dicho esto, el producto está técnicamente bien hecho y propone alguna buena escena de acción (y no se está hablando del ataque coreografiado cómicamente al supermercado) y de tensión, mostrándonos, sin embargo, que los directores han estudiado bien al menos la película de Boyle de la que todo parece inspirarse.
El reparto hace su trabajo sin exagerar, pero tenemos de bueno que, siendo esta una producción europea, al menos no nos encontramos un Brad Pitt que debería ser un empleado de oficina fracasado o una Milla Jovovich que debería ser una cajera en una tienda de juguetes.
Entre los nombres a señalar citamos a Marta Etura, ya vista recientemente en «Bed time» y en «Cella 211» y el protagonista, Quim Gutierréz del igualmente reciente «La verità nascosta».
En conclusión, si os gustan las películas apocalípticas sin pretensión pero que os hagan pasar dos horas de entretenimiento, «The Last Days» se puede ver, pero si se os escapa no os preocupéis que seguro que no vale la pena de irlo a buscar.