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Buenas noches, mamá poster

BUENAS NOCHES, MAMÁ

Ich seh, Ich seh

2015 AT HMDB
enero 8, 2015

Es pleno verano y dos hermanos gemelos esperan pacientemente a que su madre regrese a casa tras una operación de cirugía plástica. Esta llega con la cara completamente vendada y mostrándose fría, distante y obsesiva. El cambio en su personalidad hará que los niños se pregunten si la mujer es realmente su madre o se trata de una impostora.

Directores

Severin Fiala, Veronika Franz

Reparto

Elias Schwarz, Lukas Schwarz, Susanne Wuest, Hans Escher, Elfriede Schatz, Karl Purker, Georg Deliovsky, Christian Steindl, Christian Schatz, Erwin Schmalzbauer
Horror Thriller Mistero

RESEÑAS (1)

CR

Cristina Russo

Dos gemelos acogen el regreso de su madre, finalmente en casa después de un accidente que la obliga a llevar vendas en el rostro tras una intervención de cirugía plástica. La mujer se muestra severa y fría con sus hijos, quienes, convencidos de que en realidad esa no es su verdadera madre, harán todo lo posible por descubrir la verdad. El director austriaco Ulric Seidl produce esta peculiar película presentada en estreno mundial en la 72ª Mostra Internacional de Arte Cinematográfica de Venecia de 2014, dirigida y escrita por su esposa Veronika Franz (en su debut como directora) y Severin Fiala. La película fue nominada al premio Oscar austriaco como mejor película en lengua extranjera; el tráiler fue visto por millones de personas y se describió como "el más aterrador jamás realizado". De hecho, los presupuestos de "Goodnight Mommy" dejaban bien augurar y las expectativas se vieron en parte satisfechas. "Ich Seh Ich Seh" (título original) es una especie de horror psicológico construido alrededor de una dualidad tan ambigua como aterradora, que pone constantemente de relieve el enfrentamiento entre los protagonistas de la historia: tres de los que vemos en la pantalla, pero con una duda amletica que debería acompañarnos durante toda la duración de la película. "Debería" porque en realidad la solución del enigma es simple y demasiado prematura: el guión, no siempre perfecto, siembra de hecho indicios reveladores desde los primeros minutos, eliminando de hecho el elemento suspense. Minutos iniciales que pasan con una lentitud exasperante y exasperante, difícil de digerir pero propedéutica para la comprensión de las dinámicas familiares. Estas se ponen en escena a través de una serie de sugerentes instantáneas, casi sin solución de continuidad, que inmortalizan la vida de los dos gemelos (Elias y Lukas Schwarz) y de su madre, con encuadres que subrayan constantemente e insistentemente la búsqueda estética de la obra. Esta, sin embargo, muestra a veces una pretenciosidad estéril y poco funcional para el desarrollo narrativo. Este toque autoral abre el camino a escenarios elegantes y oníricos, inmersos en una atmósfera misteriosa y angustiante, reflejo de la vida de los personajes. Estos últimos, aislados en una enorme villa rodeada de una naturaleza inmaculada, expresan su malestar utilizando más el lenguaje del cuerpo que las palabras: los pocos diálogos dejan en efecto espacio a una gestualidad expresiva hecha de miradas investigadoras, señales de complicidad y poses plásticas a veces indescifrables. Aunque la protagonista femenina - interpretada por una excelente Susanne Wuest -, está obligada a mostrar su rostro completamente vendado durante gran parte de la película, su figura logra inquietar e imponerse con prepotente seguridad, revelando una personalidad aparentemente perturbada y perversa, en apoyo de la tesis de los dos pequeños hermanos. La película mezcla las cartas sobre la mesa, haciéndonos intuir que no todo es como parece, concepto en el que se basa toda la trama y que dará lugar al drama dentro del drama: superada la difícil fase inicial de estancamiento, la película comienza finalmente a despegar gracias a una aceleración del ritmo y, por tanto, de la narración. La inesperada e impactante inversión de los roles da lugar a un espectáculo feroz, salpicado de abusos y violencias. La crueldad inocente se justifica de alguna manera por ese amor incondicional que une a la madre y los hijos, un sentimiento desesperadamente perseguido y ofuscado por la no aceptación de una realidad demasiado dura e injusta. El verdugo, en este caso, no encuentra placer en el dolor que inflige, sino que sufre junto con la víctima, en un estado de lucidez inconsciente. En un contexto imaginativo limpio y blanco, dominado por colores fríos y sostenido por una fotografía cristalina y refinada, se consume el horror físico y psicológico, concebido con distanciamiento quirúrgico y dictado por el deseo de verdad y reconciliación. "Goodnight Mommy" es una película que ostenta peligrosamente una atención morbosa a la forma más que a la sustancia, creando un cierto desequilibrio entre las diversas fases de la película. En conjunto, es una obra de altas pretensiones, que logra atrapar al espectador con su pátina sofisticada y fascinante y es capaz de representar la tragedia familiar a través de la angustia espiritual y la violencia física. Una de las salidas más interesantes y dignas de mención de los últimos tiempos. Vista exigente pero calurosamente recomendada. Crítica originalmente publicada en el blog M'illumino di Horror

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