GG
Giuliano Giacomelli
•En una casa de un barrio residencial japonés planea una terrible maldición que golpea a cualquiera que entre o entre en contacto con esa vivienda. La primera en darse cuenta es Rika, una joven voluntaria que trabaja como asistente social y que es enviada a esa morada para cuidar a la anciana propietaria. Pero Rika será solo la primera de una larga lista de personas que serán golpeadas por la maldición y que conocerán las extrañas presencias que habitan la casa.
¿Qué es Ju-on? Con este término japonés se refiere a: "La maldición de una persona que muere presa de una furiosa ira que se acumula y luego se desata en los lugares donde esa persona vivió. Aquellos que la encuentran mueren, y una nueva maldición cobra vida."
"Ju-on" ("Rencor" en italiano y "The Grudge" en inglés) es uno de los primeros modernos ghost-movies orientales que llegaron a nuestro país y, sin sombra de duda, representa una de las películas más famosas y aclamadas en su género, convirtiéndose rápidamente en un pequeño culto oriental.
La película nació como una obra televisiva en 2000 con la serie "Ju-on", una serie que tuvo un éxito inesperado y estrepitoso que animó al productor, Taka Ichise, y al director-guionista, Shimizu Takashi, a trabajar en una secuela siempre para la televisión; y así, en el mismo año, nació "Ju-on 2". También este segundo capítulo televisivo recibió un gran éxito y emocionó y asustó a millones de espectadores japoneses y así se decidió que el siguiente paso sería dirigido hacia la gran pantalla: nació así en 2003 "Ju-on", esta vez en versión cinematográfica escrita y dirigida siempre por Shimizu Takashi.
Pero "Ju-on" realmente tiene todas las cartas en regla para ser alabado sin nunca torcer el gesto? A esta pregunta cada uno es libre de atribuir la respuesta que más le convenga, pero es justo considerar la obra en su conjunto, exaltando sus virtudes y subrayando sus defectos.
El primer y quizá más grave error que la película nos ofrece es su deseo de ser demasiado fiel a la serie televisiva, hasta el punto de no lograr desarrollar una obra orgánica y lo suficientemente envolvente porque no hay un verdadero hilo conductor durante toda la duración de la película, sino que el resultado es una combinación de muchas pequeñas historias que se abren y se cierran en poco tiempo. Y así, no tendremos un verdadero protagonista en carne y hueso (aunque predomina la figura de Rika) sino que el elemento portante (y por lo tanto el protagonista) será la casa maldita.
Un segundo aspecto, que puede hacer torcer el gesto al "ojo occidental" común, es la ubicación que poco se ajusta a los gustos de los occidentales, acostumbrados en nuestro imaginario colectivo a representar las casas encantadas con edificios espectrales, sombríos, lúgubres y que dan escalofríos solo de mirarlos; en este "Ju-on" todo esto no está (pero seguramente está dictado por las tradiciones y la cultura decididamente diferente). La casa encantada y maldita es lo más normal que se pueda imaginar, un simple edificio moderno que se sostiene en dos pisos y que podría ser la casa de cualquiera. Y quizá sea justo aquí donde se puede captar un aspecto intrigante y escalofriante al hacer la "morada del mal" tan normal y simple, es decir, llevar al espectador medio a pensar que en su propia casa podría haber algo siniestro y malvado. Probablemente este es un aspecto a considerar, pero el hecho es que el espectador medio no se detiene a crearse ciertos problemas, sino que se limita a juzgar lo que ve, y lo que ve en la ubicación no es ciertamente aterrador.
Pero a estos diferentes problemas narrativos y escenográficos se suman secuencias de escalofríos y apariciones de fantasmas que tardarán en ser olvidadas. La realización de los fantasmas, que va desde el pequeño Toshio y su gatito hasta la madre Kayako, es realmente excelente y, por lo tanto, muchas secuencias en las que aparecen serán inolvidables; una de ellas es la fantástica y famosísima escena del final en la que Kayako gime ya desde las escaleras emitiendo un sonido gutural espeluznante que cuesta olvidar.
Todo esto nos es ofrecido por la oposición de Shimizu Takashi a adherirse al New Horror Movement, es decir, una tendencia cinematográfica japonesa floreciente en la segunda mitad de los años 90 y que nos dice que en un buen horror nada debe ser nunca realmente mostrado, porque si en una película donde hay monstruos y elementos sobrenaturales se quiere mostrar demasiado se termina cayendo involuntariamente en lo ridículo y, por lo tanto, para crear suspense y terror es necesario oscurecer y ocultar la figura del fantasma. Pero Shimizu, contrario a esta tendencia, no se preocupa por caer en lo ridículo y decide, por lo tanto, mostrar los fantasmas lo más posible, incluso cuando en realidad no hay ninguna necesidad. Pero así, a escenas decididamente logradas y aterradoras en las que el horror debe ser mostrado, se alternan secuencias ridículas, involuntariamente cómicas y decididamente intrusas (ver la escena del viejo en la silla de ruedas que hace muecas al fantasma niño) que afirman lo que nos dicta el New Horror Movement.
Por lo tanto, este "Ju-on" nos aparece como un producto logrado solo en parte porque, si bien goza de escenas realmente inquietantes y aterradoras, se deja hundir por algunas ingenuidades que podrían haberse resuelto de otra manera; además, como suele ocurrir, algunas características, aunque en sintonía con el pensamiento oriental, no encuentran tanto acogida en el pensamiento característico de la cultura occidental.