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Nico Parente
•Ganador de la sección Orizzonti en la 73ª Mostra Internacional de Cine – Bienal de Venecia, el documental Liberami de Federica Di Giacomo, producido por Mir Cinematográfica con Rai Cinema, se presenta como una inmersión total en el mundo del exorcismo. Un mundo, circunscrito a una pequeña realidad de provincia siciliana, donde reina el Padre Cataldo: un viejo exorcista considerado un salvador milagroso por la gente del lugar y las zonas cercanas. Un hombre dedicado a la oración y que ve el Mal, obviamente encarnado en los infieles en forma de Satán, en cada rincón, en cada cosa, en cada persona. Incluso un montón de ropa dispuesta de manera desordenada en una cama es símbolo del Maligno para el Padre Cataldo, el caos generador de desorden y alboroto en la familia. Así como el Padre Cataldo considera diabólica la crisis conyugal, resolviendo todo con rituales basados en la mera oración, la ayuda de algún capellán y mujer de servicio improvisados enemigos del diablo. Federica Di Giacomo, en sus intenciones, nos presenta varias historias. Los protagonistas son un joven tatuado y con piercings (para la sirvienta de Dios cercana al sacerdote en cuestión símbolos del Mal) irascible, una joven niña procedente de una familia bigota, una pobre mujer afligida por su relación y así sucesivamente. Así se evita la posibilidad de trastornos psíquicos, la neurosis o la esquizofrenia, en las palabras del Padre Cataldo simplemente trastornos curables a través de agua y sal y algún crucifijo. Ningún médico interviene y el único punto de vista es el de la Iglesia católica más conservadora y minimalista, que basa su existencia en la vida del pueblo, la sugestión de la pobre gente compleja y aplastada por la moral católica y que vierte el aburrimiento del pueblo y las frustraciones en una pequeña iglesia presidida por un conocido exorcista. Pero cuando falta la propia autoestima, entonces el diablo mete su zarpa, en una representación (también estilística) realmente simplista y sin pretensión alguna, sino la de hacer surgir la pregunta en el espectador de que la 'misa liberadora' semanal no sea más que una puesta en escena. La religión vivida como única razón de vida, exaltación del pensamiento cristiano y de la fe, quizás el único verdadero demonio de estos poseídos, prisioneros más que del diablo de sí mismos y de sus complejos inconscientes. ¡Aprobado con pleno voto!
