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Roberto Giacomelli
•En el patio de la casa del pequeño Glen, un árbol golpeado por un rayo es arrancado y llevado por unos obreros, dejando un agujero en el suelo. El niño, junto con su amigo Terry, comienza a fantasear con la posibilidad de que ese agujero sea en realidad un paso a través del cual algunos demonios podrían llegar a la Tierra y esclavizar a la humanidad. Pero las hipótesis de los dos niños no son del todo fantásticas porque, después de que Terry leyó un hechizo mágico en uno de sus libros de ocultismo, las fuerzas demoníacas se desatan realmente y asaltan la casa de Glen en busca de dos víctimas para sacrificar al Príncipe de las Tinieblas y permitir su regreso a la Tierra.
Fecha de 1987, "No abras ese portón" es uno de los horrores más conocidos de finales de los años 80 que trata horrores infantiles enmarcados desde una óptica totalmente infantil: los protagonistas de la historia son dos niños y la hermana adolescente de uno de ellos, la amenaza está representada por demonios y criaturas infernales que provienen del subsuelo, la acción se desarrolla entre travesuras infantiles, miedos atávicos y resoluciones fantásticas y siempre estrechamente ligadas al universo preadolescente.
Visto bajo esta óptica, "No abras ese portón" revela desde el principio sus características de ingenuo producto de entretenimiento destinado a un público de adolescentes estrictamente "de época", pero si se observa con mirada interna al subgénero, no se puede hacer otra cosa que notar que esta película representa uno de los más logrados y felices matrimonios entre el horror y la infancia pertenecientes a esos años.
Entre "Trolls", "Ghoulies", "El ojo del gato", "La muñeca asesina" y muchos otros, los años 80 estuvieron marcados por un verdadero subgénero que hacía de los niños los protagonistas de historias muy malas, a menudo tendentes al fantástico, en las que se exploraba, la mayoría de las veces con una superficialidad desarmante, el universo de los miedos infantiles, poniendo en pie historias que representaban a la fuerza de las cosas un paso metafórico inevitable del estado infantil a una madurez interior causada por la experiencia traumática.
En "No abras ese portón" no tenemos un niño difícil e introvertido como ocurre en la mayoría de estas películas (atención, se pensó en introducir igualmente este personaje, pero no en el papel de protagonista), sino un niño querido y sin ningún problema psicológico, destinado sin embargo a salir con fuerza del caparazón protector en el que está encerrado para poder enfrentarse a los problemas externos, aquí representados por invasores demoníacos. Y para ello se exploran un poco todos los tópicos que representan los miedos infantiles: la soledad y, sobre todo, la pérdida de los seres queridos; el armario y el "debajo de la cama" como lugares donde se esconden las amenazas; la muerte de una mascota como motivo de dolor y presagio funesto; el mundo onírico e inconsciente (no por casualidad la película se abre con una pesadilla del pequeño protagonista).
El uso de los efectos especiales en esta película es fundamental y la estética que tienen los demonios, creados con una exitosa stop motion, es uno de los más altos niveles alcanzados en este campo: los demonios liliputienses que salen del agujero son aterradores y a la vez extremadamente fascinantes, el gigantesco demonio lovecraftiano que se muestra en el final también tiene una estupenda representación. No hay una considerable dosis de gore, pero francamente habría sido intrusa en una obra de este tipo, más dedicada a la creación de la atmósfera.
Entre los intérpretes se puede reconocer un muy joven Stephen Dorff ("Blade", "Paura.com") en el papel de Glen. La dirección es del bueno Tibor Takacs que sabe dosificar con eficacia una primera parte de presentación, más reflexiva y con buenos momentos de suspense, y una segunda frenética y dedicada a los fáciles sustos y a los efectos especiales. Recordemos que Takacs además de "No abras ese portón" dirigió en 1989 una terrorífica y exitosa historia de amor y locura con "Solo en esa casa" para luego perderse inexorablemente entre las producciones direct to video (suya es la reciente y mala "Rats").
Existe también un "No abras ese portón 2", siempre dirigido por Tibor Takacs, en el que el personaje de Terry se convierte en protagonista absoluto de la historia, pero es una película difícil de conseguir y realmente mala.