RG
Roberto Giacomelli
•Nat está de viaje con su madre Senga, con quien tiene desde hace algún tiempo una relación muy conflictiva, probablemente debido al reciente divorcio que la mujer ha enfrentado. A causa de un retraso causado por un accidente, madre e hija deciden detenerse en una estación de servicio esperando a que se libere la carretera. Las dos conocen a una chica que les pide un paseo, pero al llegar a destino, la autoestopista desaparece en el bosque. Nat y Senga continúan el viaje, pero tras una pelea, Nat huye y la madre apenas tiene tiempo de verla subir a un minibús junto a la autoestopista de antes. A partir de ese momento, la mujer se pondrá a buscar a su hija.
Comienzo prometedor: un accidente mortal en la autopista con el único superviviente que intenta salir de los hierros; llegan los socorros, pero aquellos que en un primer momento parecen de la policía de tráfico, resultan ser unos misteriosos asesinos de uniforme. El prólogo es, por tanto, interesante, con un ya visto atractivo que recuerda al "Crash" cronenberghiano; pero pocos minutos después de los créditos iniciales, ya se empieza a notar que algo no va bien. Los personajes principales de "Octane" son una madre e hija en conflicto, un conflicto dado por el excesivo sentido de protección de la madre y alimentado por su reciente divorcio del marido, al que la hija estaba muy unida. Una situación, esta, que ya ha sido propuesta y repetida en el cine de género (y no) en todas las salsas y que ahora comienza seriamente a convertirse en un lugar común molesto para describir relaciones familiares vacilantes pero predestinadas a reafirmarse.
Con el paso de los minutos, "Octane" pierde continuamente fuerza, se muestra repetitivo de manera increíble, constantemente centrado en el ir y venir por la autopista de las dos mujeres, lo que muestra una evidente pobreza del sujeto y sobre todo un guión débil. Además de la repetitividad de la acción, el guión de Stephen Volk ("El beso del terror"; "El árbol del mal") no presenta una caracterización suficiente de los personajes que, además de las protagonistas estereotipadas, pone en escena un villano anónimo e inconsistente y un coprotagonista inútil.
Las protagonistas son interpretadas por Madeleine Stowe ("We Were Soldiers"), en el papel de la madre, y Misha Barton (la serie de televisión "The O.C.") en el de la hija, acompañadas de un inadecuado Jonathan Rhys Meyers ("Match Point") en el papel del malvado de turno, más parecido a un modelo de una campaña publicitaria Calvin Klein que a un sádico jefe de clan. Bastante intrusivo resulta luego el personaje interpretado por Norman Reedus ("Masters of Horror: Cigarette Burns"; "Balde 2"), puesto allí para dar explicaciones sobre lo que ocurre, explicaciones que resultan, sin embargo, confusas y fragmentarias.
La dirección de Marcus Adams ("Long Time Dead") está bastante cuidada, pero el frecuente montaje de estilo videoclip, la fotografía tan fastidiosamente edulcorada y la banda sonora casi exclusivamente compuesta por piezas dance hacen que el producto sea bastante indigesto. Visto el reparto de jóvenes guapos, el aspecto formal y las músicas empleadas y la ausencia total de escenas "fuertes", se puede intuir que el público medio de este producto sean chicas pertenecientes a la nueva generación MTV, lástima que "Octane" resulte también horriblemente aburrido, alejando así en parte también al público más joven en busca de entretenimiento.
En resumen, "Octane" es una película mala en todos los sentidos, difícil de recomendar a nadie.