POSESIÓN

El matrimonio entre Jess y Ryan es perfecto, todo funciona maravillosamente y son una pareja de cuento de hadas. Viven en una hermosa casa y incluso están pensando en tener un hijo. A arruinar los planes idílicos está el hermano de Ryan, Roman, recién salido de la cárcel y sin hogar, obligado a convivir con los dos cónyuges. Después de algunos episodios en los que Roman resultó invasivo e inoportuno, Jess le pide a Ryan que encuentre un alojamiento para su hermano. Este, después de escuchar a Jess hablar mal de él, recoge sus cosas y se va de la casa. Poco después de salir, Roman se ve involucrado en un terrible accidente automovilístico, chocando precisamente con su hermano y ambos terminan en coma. Después de semanas sin conciencia, el primero en despertar será Roman, pero convencido de ser Ryan. Possession. ¿Cuántas películas han salido con este título? Por ejemplo, la obra maestra surrealista "Possession" de Andrzej Żuławski, "Possession" con Shirley MacLaine o el sentimental "Possession - una historia romántica" de Neil LaBute. Pronto saldrá también "The Possession", un horror demoníaco producido por Sam Raimi. En medio de todas estas películas homónimas, en 2009 sale, con el innovador título "Possession", una historia misteriosa envuelta en un halo de romanticismo dirigida por dos suecos que remakan en líneas generales una película coreana de 2002, titulada "Addicted". Estamos lejos años luz del género de terror, aunque estamos frente a una película que de horrores tiene muchos. El horror más grande que salta a la vista del espectador es el guion que da miedo. Para un pseudo-terror debería ser un punto fuerte, pero en este caso no es un cumplido. La vida de una pareja perfecta bajo todos los puntos de vista, en la que caben besos a la luz de las velas, rosas escondidas en el bolso de la amada, cartas de amor y video del matrimonio, es atormentada por la presencia del hermano de él, residuo de la cárcel que vive bajo el mismo techo de la espléndida familia. Inesperadamente, la vida de la pareja es sacudida por un terrible accidente en el cual, tanto el marido como el hermano terminan en coma. Hasta aquí, aunque banal, la película fluye sin problemas. Se espera lo imposible, es decir, algún giro inesperado que haga creer que el principio es solo un prólogo para algo innovador. No solo no llega el giro inesperado, sino que todo se desarrolla exactamente como nos lo habíamos imaginado al principio, en una serie de tonterías embarazosas. Por ejemplo, ante un intercambio metafísico en el que en el cuerpo del hermano vive el espíritu (o lo que sea) del marido, el máximo de asombro que la embalsamada Sarah Michelle Gellar logra sentir es algún gesto, seguido de una búsqueda en Internet, por cierto no muy acertada (y que dará el título insulso a la película). Otra tontería es que Roman se despierta del coma después de semanas de inconsciencia y se levanta de la cama como si hubiera echado una siesta, sin tener siquiera el mínimo problema de equilibrio. Estas solo para citar algunas, de lo contrario habría que enumerar casi cada escena de la película (arriesgando spoilers) constantemente un paso más allá del umbral del ridículo. Pero la nota dolorosa, lamentablemente, aún no ha llegado y puntual como la Navidad nos es mostrada en el final, en el cual el espectador aún víctima de la ingenuidad y la esperanza de ver una mejora, ante el desarrollo de los eventos piensa: "No puede suceder lo que imagino. Sería realmente demasiado banal". Y sin embargo va exactamente así. Va exactamente como se piensa que va. La única ventaja de la película es la duración de una hora y diecisiete minutos que, sin embargo, sigue siendo difícil de digerir. Quizás la idea habría funcionado en un cortometraje de pocos minutos. Al menos el esfuerzo de ver la película hasta el final habría sido menos doloroso. Un desastre, bajo todos los puntos de vista. Y es una lástima porque todo está bien empaquetado y se ve que muchas personas han trabajado duro en muchos detalles, como la fotografía, gastando también dinero. Desafortunadamente, lo que faltaba desde el principio era la voluntad de arriesgarse con algo, no digo original, pero al menos audaz.