RG
Roberto Giacomelli
•El agente Strahm fue atrapado por el detective Hoffman, el discípulo del Enigmista, pero logra evitar la muerte y es rescatado por sus colegas. Tras un breve período de convalecencia, Strahm se pone a investigar a Hoffman, encontrando pistas que confirman su devoción por el difunto John Kramer. Mientras tanto, cinco personas son atrapadas en un edificio y sometidas a una serie de pruebas mortales que buscan probar su lealtad.
Ya se ha convertido en una cita fija que, queramos o no, nos vemos obligados a enfrentar al menos una vez al año. Hay quienes lo han tomado bien y se regocijan con el anuncio de la fecha de estreno de cada nuevo capítulo de la saga, y quienes lo han encontrado aburrido y hacen como si no supieran en qué número van. El caso es que la taquilla da la razón a los de Lionsgate y si su enésimo episodio es capaz de ganar más de 30 millones de dólares en el primer fin de semana de programación con un presupuesto que apenas roza los 10 millones, hay que estar seguros de que el fantasma del Enigmista seguirá acechando las pantallas cinematográficas durante mucho tiempo.
¿Pero qué tiene que ofrecer "Saw V"?
La crítica de ultramar lo ha masacrado, algunos fans se han quedado tibios, y sin embargo, dentro de la saga, este quinto capítulo no se posiciona en el último lugar de la clasificación cualitativa, porque, a pesar del amenazante número en caracteres romanos que lleva consigo, algo tiene que decir. En realidad, el mérito mayor de "Saw V" es la rehabilitación parcial de la saga después de un cuatro no demasiado inspirado, en el que se notaban todos los límites hasta entonces ocultados por la saga, es decir, la repetitividad narrativa y la inserción de inútiles "giros inesperados" impuestos solo para alargar la sopa. "Saw V" por fuerza de cosas debe partir de algunos de esos giros, pero tiene el mérito de conseguir poner orden al confuso "stream of consciousness" que se estaba creando dando un porqué a algunos personajes introducidos en el cuarto capítulo y aclarando, imperturbablemente, nuevos aspectos de la acción del Enigmista, volviendo por fin, con un salto temporal, a su objetivo primario:
punir a quienes no saben apreciar su suerte, redimir a los pecadores. Los guionistas Marcus Dunstan y Patrick Melton (los mismos del capítulo anterior) intentan pues crear un todo con la película anterior y hacer coincidir lo más posible muchos de los elementos dispersados en el arco de toda la saga, añadiendo por supuesto algunos que se desarrollarán en los capítulos que vendrán. Para ello construyen un argumento que se asemeja en más puntos al del segundo capítulo, en el que el desarrollo de la investigación del protagonista se alterna y se funde con un grupo de personas atrapadas en un lugar estrecho y puestas a prueba en un recorrido de obstáculos que recuerda casi a un videojuego.
El nivel de crueldad es siempre bastante alto, aunque el espectáculo gore ha bajado un poco respecto a los dos capítulos anteriores y las mismas trampas parecen menos ingeniosas de lo habitual. Aparece sin embargo una trampa/tortura, el péndulo, que sin duda quedará bien grabada en las mentes de los espectadores y representa una de las puestas en escena más impresionantes hasta ahora en toda la saga.
El testigo de la dirección pasa de Darren Lynn Bousman a David Hackl, director de la segunda unidad de los capítulos tres y cuatro, pero el cambio no se nota en absoluto, tanto que confirma ahora que la dirección en esta saga cuenta poco y está subordinada al trabajo del director de fotografía, del montador, del escenógrafo y por supuesto de los guionistas.
Actores principales en segundo plano, los rostros bovinos de Costas Mandylor (el detective Hoffman) y Scott Patterson (el agente Strahm) parecen realmente poco convincentes y convincentes, un poco mejor Julie Benz ("John Rambo"; la serie de televisión "Dexter") aquí en las garras del Enigmista, mientras que ahora una garantía es el ícono de la saga Tobin Bell.
En resumen, se avanza a duras penas, se añaden elementos al rompecabezas, se intenta cuadrar el todavía semicírculo, pero al final se divierte bastante a pesar de que la saga haya empezado a oler mal desde hace un par de capítulos. El número cinco, sin embargo, es entretenido.
Quítenle media calabaza a la nota final.