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Roberto Giacomelli
•Tomàs regresa a su país natal después de más de 40 años, atormentado por el espectro de Moira, una mujer madura que lo inició en el sexo cuando solo era un adolescente. Moira era considerada por todos los aldeanos una bruja, además era mal vista por sus costumbres libertinas que le habían dado una mala fama. A pesar de los rumores, Tomàs se enamoró de ella hasta que los celos lo obligaron a separarse de ella.
"Peliculas para no dormir" es una serie de seis películas para la televisión producidas por la española Telecinco en asociación con la Filmax de Julio Fernandez.
Los seis films, de una duración media de poco más de una hora cada uno, pueden considerarse la respuesta española a los estadounidenses "Masters of Horror", en el sentido de que ponen en escena una docena de breves historias de terror dirigidas por conocidos directores del género.
Los seis directores involucrados son: Alex De La Iglesia, Jaume Balagueró, Enrique Urbizu, Paco Plaza, Chicho Ibanez Serrador y Mateo Gil.
El título de esta serie puede considerarse una cita de una serie de televisión española emitida esporádicamente desde 1964 hasta 1982 con 31 episodios en total: "Historias para no dormir".
No todas las rosquillas salen con agujero, esta vez hay que decirlo, ya que la excelente serie de televisión española "Peliculas para no dormir" presenta uno de los elementos débiles del sexteto, "Regreso a Moira". Detrás de la cámara encontramos al joven Mateo Gil, guionista y ayudante de dirección de Alejandro Amenabar ("Tesis", "Abre los ojos", "Mar adentro") que aquí se enfrenta a la dirección con resultados un poco escasos.
"Regreso a Moira" tiene dos defectos importantes que lo afectan sobre todo a nivel narrativo: falta de originalidad y ausencia de implicación espectatorial. La trama recorre de manera insegura la clásica historia de novela de formación en la que se contrasta la despreocupación adolescente y los problemas consiguientes del crecimiento, sigue la atracción por lo prohibido, el amor contrariado y el trillado recurso de la antítesis eros/thanatos para acompañar la entrada al mundo de los adultos del protagonista. En resumen, todos elementos leídos y releídos, vistos tantas veces que pierden eficacia si no se abordan con rigor; algo que a Mateo Gil no le sale, ya que utiliza cada una de estas componentes narrativas de la manera más previsible y banal que se pueda imaginar. Cero destellos y cero sorpresas, por tanto, incluso en el pre-epílogo un poco al estilo "Nightmare" en el que la justicia privada a base de padres furiosos y antorchas purificadoras va a insertarse de manera casi obligada por la necesidad de un elemento catalizador introducido demasiado tarde.
Lo que no funciona en absoluto es el ritmo narrativo de la historia, excesivamente e innecesariamente alargado. El desarrollo lento, casi soporífero, de la historia da la impresión de que la idea base se prestaba mal a los tiempos del largometraje, de hecho las repeticiones y la estructura de flashback saben demasiado a "caldo alargado" y afectan a la incapacidad de crear tensión dramática y emocional, que falta prácticamente durante toda la película.
La historia entera gira en torno a los dos personajes de Moira y Tomàs. La primera, interpretada por la buena Natalia Millán, cabalga el límite de la ambigüedad, un personaje constantemente suspendido entre culpa y victimismo; el punto de vista nos la muestra claramente más víctima que culpable, pero la duda está siempre presente, sobre sus presuntas prácticas esotéricas y sobre su relación con el mal no sabemos nada, ¿debemos fiarnos o no de los rumores que corren en el pueblo, poblado por gente beata y supersticiosa, por tanto no fiable? Sin embargo, el estatus de "retornante" en el que la mujer parece estar alimenta la duda y la convierte en un personaje fascinante y complejo. Por el contrario, tenemos a Tomàs, interpretado por el poco convincente Juan José Ballesta (joven) y por el poco convincente Jordi Dauder (anciano), un protagonista soso y antipático con el que se tiene dificultad para identificarse.
Muy buena la atmósfera cálida y soñadora, un poco nostálgica, que recuerda mucho a Tornatore; en cambio, la dirección de Gil es del todo anónima, demasiado televisiva en la planitud de la puesta en escena y en el ritmo.
"Regreso a Moira" es, pues, un paso en falso para "Peliculas para no dormir", un drama olvidable y aburrido que presenta tímidamente algún elemento de terror solo para llamar la atención del espectador. Le faltaba una historia sólida a sus espaldas y se nota.
Pelicula para dormir.
Merece medio calabacín más.
