VD
Vincenzo de Divitiis
•Para Elliot, un joven que quedó huérfano de pequeño y fue criado y educado por su hermano mayor Virgil según los ideales de la amistad y la familia, está a punto de comenzar un período más que rosado y prometedor de satisfacciones. Estudiante brillante con una media altísima, Elliot está a punto de dar otro paso indispensable ya que se dispone a irse a vivir con su novia Sasha y su mejor amigo John. Un cuadro feliz e insouciante arruinado, sin embargo, por una presencia inquietante que se esconde dentro de la casa, cuyo aspecto en realidad ya es poco tranquilizador por sí mismo. Se trata del Bye Bye Man, un demonio que nubla la mente y lo lleva a la obsesión y que es liberado como resultado de una sesión de espiritismo improvisada realizada por una chica presente en una fiesta organizada por los protagonistas para inaugurar su nueva casa. A partir de ese momento, comienza una serie de extraños eventos con Elliot enfrentándose a extrañas visiones que le hacen ver una realidad diferente a la que es y que lo arrastrarán a una espiral de locura muy peligrosa.
Se ha convertido en una triste costumbre frecuente enterarse a través de los periódicos y la televisión de masacres y escenas de violencia inaudita que tienen como escenario los entornos domésticos, lugares públicos y tantos otros lugares que, de refugios acogedores, se transforman en auténticas trampas mortales, hechas tales por la locura despiadada e inesperada de una sola persona. Pero qué ocurre en la mente de estas personas? Qué o quién puede desatar un instinto homicida tan fuerte?
Una respuesta intenta darla Stacy Title que, con su nueva película, titulada "The Bye Bye Man", cuenta, con una reconstrucción claramente fantasiosa, una historia real ocurrida en Wisconsin en 1990 y que ve involucrados a varios jóvenes que, de amigos, terminaron por matarse unos a otros. Una excelente base de partida dilapidada, sin embargo, por un horror convencional, predecible e ineficaz para transmitir la dosis adecuada y deseable de miedo en el espectador.
Title, que no estaba detrás de la cámara desde hace unos diez años, demuestra estar aún un poco oxidada en la dirección y esto afecta al hecho de que su película no tiene absolutamente las credenciales para imponerse ante la atención de los aficionados del género y los espectadores ocasionales. A excepción del fascinante y sugestivo aspecto del Bye Bye Man (interpretado por Doug Jones), de hecho, "The Bye Bye Man" es constantemente mermado por un guión lleno de puntos interrogantes, forzamientos evidentes e impregnado de situaciones al límite de lo inverosímil y lo grotesco que arrancan incluso alguna risa involuntaria, además de transmitir una permanente sensación de ya visto perceptible desde las primeras escenas de la película. Como si no bastaran estos defectos, además, los personajes están poco desarrollados y su hundimiento en la obsesión y la locura posterior se describe con una aproximación y una superficialidad tales que no crean empatía ni involucran a quien mira.
Si el aspecto psicológico de la historia parece carente, las cosas van aún peor en cuanto a la construcción de secuencias que logren el intento de asustar o, en cualquier caso, crear tensión y suspense. El mencionado aspecto fascinante del demonio (cuyo nombre en realidad lo hace poco aterrador) se inserta, desafortunadamente, en ambientes anónimos, fríos y mal iluminados por una fotografía incluso incapaz de crear esos típicos juegos de sombras que habrían favorecido al menos los expedientes habituales para generar algún susto fácil.
Anónimas e impalpables también las interpretaciones de un elenco formado, además del ya mencionado Jones, por Douglas Smith (ya involucrado en el género de terror con "Ouija"), Lucien Laviscount, Cressida Bonas y Micheal Trucco.
"The Bye Bye Man", en conclusión, va al archivo como una buena oportunidad desperdiciada y un terror olvidable y desaconsejado incluso para pasar una noche en el cine entre algún salto de la butaca y pesadillas.