VD
Vincenzo de Divitiis
•Inglaterra, 1977. Paggy Hodgon es una mujer separada y madre de 4 hijos con los que vive en una casa popular en las afueras de Londres, concretamente en el barrio de Enfield, no sin dificultades económicas para llegar a fin de mes y alimentar cada día a sus pequeños. Como si no fueran suficientes tales estrecheces, la situación empeora cuando extraños eventos comienzan a sucederse en la vivienda y el espíritu del antiguo inquilino se apodera de una de sus hijas, Janet, para manifestar su voluntad de no dejar su morada. El caso, que mientras tanto se ha impuesto a la atención nacional ganándose el apodo de «Amityville» inglés, llega a oídos del Vaticano que encarga a los dos expertos en lo paranormal Ed y Lorraine Warren que investiguen la veracidad de los fenómenos y encuentren una solución si estos son auténticos. Así comienza una larga lucha entre el bien y el mal que no solo involucra al espíritu que está dentro de la pequeña Janet, sino también a un poderoso demonio que atormenta a Lorraine desde los tiempos de la última investigación de «Amityville» y que le ha predicho un final trágico para una persona a la que quiere.
Director, guionista, productor: estos son los muchos roles que James Wan desempeña dentro del horror contemporáneo, escena en la que a lo largo de los años se ha impuesto a la atención del público y la crítica como uno de los maestros contemporáneos más talentosos e importantes. Un ascenso que comenzó con el hermoso primer capítulo de la saga de «Saw – El enigmista», ligeramente obstaculizado por el discreto «Dead Silence», y finalmente llevado al culmen por los dos «Insidious» y, sobre todo, «The Conjuring- La evocación» de 2013.
Este último, basado en un caso realmente enfrentado por los expertos en lo paranormal Ed y Lorraine Warren, no solo ha regalado cumbres de buen cine de terror –cosa no sencilla en estos tiempos–, sino que también ha dado inicio a uno de los franquicias más florecientes del momento, como demuestra el mediocre «Annabelle» inspirado en la muñeca presente en el sótano de los dos cónyuges. Un éxito similar no podía no llevar a la realización de una secuela que, puntual como un reloj suizo, ha llegado con la dirección de su padre James Wan, que mientras tanto se había tomado un descanso del género dedicándose a los motores y los músculos de «Fast & Furious». Nunca retorno fue tan beneficioso en cuanto esta secuela es una película realmente notable y da realmente miedo al punto de poner en guardia a las personas más impresionables del peligro de una noche en blanco.
Los puntos a favor de este «The Conjuring- El caso Enfield» son muchos, pero comencemos por el más inmediato y fácil de ver a simple vista.
La gestión de la tensión por parte de Wan es como de costumbre perfecta gracias a las atmósferas lúgubres y oscuras que no hacen perceptible el peligro creando así un sentido de desorientación que deja al espectador en un estado de ansiedad continuo desde el inicio hasta el final, agudizado por las siempre excelentes músicas del fiel Joseph Bishara caracterizadas por sonoridades agudas y siempre acompasadas con los diferentes momentos de la historia. Numerosas son, de hecho, las secuencias memorables que se sostienen sobre una figura entre las más inquietantes de los últimos años, es decir, el demonio estatuario vestido de monja que atormenta a Lorraine y se erige como protagonista de lo que es un importante subtrama de la película. La historia, de hecho, se mueve sobre dos vías paralelas, el caso de la familia Hodgson y el shock sufrido por Lorraine durante la última sesión espiritista en la casa de «Amytiville», que se entrelazan a la perfección entre sí y en varios puntos son complementarios el uno del otro.
Pero una operación tan ambiciosa, de una duración inmensa para un terror (133 minutos), no podía no tener en su interior alguna grieta en el desarrollo del argumento que a la larga no resulta el máximo de originalidad y, sobre todo, se derrumba miserablemente en un final decepcionante, precipitado y superficial en la resolución de la posesión y carente del esperado clímax final. En resumen, la idea de sumergir desde el principio al público en una espiral de terror se revela un boomerang en cuanto es muy difícil mantener el mismo ritmo para tantas secuencias.
A pesar de estas pequeñas imperfecciones, el nuevo trabajo de Wan es promocionado a altas notas también gracias a un reparto en el que Vera Farming confirma que el personaje de Lorraine le queda como anillo al dedo y la revelación es representada por la pequeña Madison Wolfe, habilísima en los papeles de una niña poseída entre las más aterradoras y creíbles de las últimas décadas.
Si quieren ver una película de terror de buena calidad y escrita también con el cuidado de los detalles, «The Conjuring – El caso Enfiled» es la película adecuada para ustedes y calurosamente recomendada. Wan ha hecho blanco otra vez!