RG
Roberto Giacomelli
•Edward y Bella se casan. Un día de gran fiesta, en el que amigos y familiares de los dos enamorados se reúnen en el bosque para la ceremonia… todos excepto Jacob, que enfurecido por la elección de Bella ha huido a Canadá después de recibir la invitación a la boda. Los dos se dirigen a Esme, una isla brasileña, para pasar su luna de miel, pero después de una noche de sexo, Bella se da cuenta de que está embarazada. El embarazo es anómalo, demasiado rápido y con efectos secundarios terribles que tienen repercusiones en la salud de la chica. En el vientre de Bella hay un feto vampiro que, al desarrollarse, absorbe la vida de la madre humana. De vuelta en Forks, Edward debe encontrar una solución para salvar la vida de su esposa y para ello es ayudado por sus familiares y por Jacob, mientras que los demás licántropos de la manada se preparan para declarar la guerra a los Cullen para arrebatar al bebé que Bella lleva en su vientre, una amenaza potencial para su raza y una prueba de la violación del pacto por parte de los vampiros.
Y así también la saga de "Twilight" está casi llegando a su fin. Los más de 2 mil millones de dólares recaudados hasta ahora hacen de la adaptación cinematográfica de las novelas de Stephenie Meyer uno de los productos fílmicos más rentables de los últimos años y el estreno del gran final, dividido en dos partes, no hará más que incrementar este éxito global.
"Breaking Dawn" sale, por lo tanto, dividido en dos partes, un poco como sucedió también con el último Harry Potter – otra saga literaria/cinematográfica récord –, para no sacrificar el copioso material del que se compone el último libro de la serie (y porque, digámoslo claramente, dos ingresos son mejores que uno). Casi 700 páginas en las que se rompe un poco la monotonía del tormentado triángulo amoroso Edward-Bella-Jacob – que sigue siendo central – para dar espacio a elementos de suficiente patetismo y giros inesperados. En consecuencia, la película, o al menos esta primera parte, se ve favorecida por el discreto material de partida que hace de "Breaking Dawn – Parte 1" hasta ahora el episodio más completo y mejor estructurado de esta saga cinematográfica.
Las empalagosas frases de novela Harmony de las que están (¿justificadamente?) llenos los tres primeros episodios han disminuido en número y "Braking Dawn" parte del matrimonio anunciado para centrarse en una historia de alcance ampliamente dramático. La guionista Melissa Rosenberg, autora de los guiones de toda la saga, parece haber aprendido progresivamente los errores cometidos una y otra vez y precisamente por esta razón "Breaking Dawn" muestra esa seguridad que faltaba en las películas vistas hasta ahora. Queda el ambiente romántico al que se suma un dramatismo diferente al de "New Moon", más adulto y envolvente que esta vez pone en juego las vidas de los personajes. Se reduce la acción en sentido estricto que se había puesto en escena en "Eclipse" (aunque no falta una frenética, aunque breve, batalla cuerpo a cuerpo entre los Cullen y los licántropos) pero aumenta la suspense, en este caso ligada precisamente al destino de los personajes, aunque todos nosotros sepamos/imaginemos de qué manera se resolverá la historia. "Braking Dawn" añade también un poco de ironía, culpablemente ausente en los otros capítulos, que se manifiesta a través del comportamiento de algunos personajes secundarios durante la ceremonia inicial y en la incómoda y casta noche de sexo entre Edward y Bella.
El elemento de terror, acentuado por David Slade en "Eclipse", aquí parece inicialmente del todo ausente. Entre el matrimonio y la luna de miel se olvida completamente que tenemos ante nuestros ojos un vampiro y más bien parece asistir a una de las muchas comedias americanas sobre las dificultades de pareja, luego, en el momento en que entra en juego el feto asesino, el tono cambia. El terror en sentido estricto no está nunca realmente presente, considerando también la "famosísima" escena del parto que los tabloides de medio mundo nos habían anunciado como sangrienta. No les crean, no se ve nada, está casi toda en subjetiva y ni siquiera el cordón umbilical se entiende dónde ha ido a parar. Esta historia del feto vampiro que vacía literalmente a Bella no está nada mal, con ecos casi cronenberghianos, me atrevería a decir, y está magníficamente representada por el director Bill Condon, ayudado por los muy creíbles efectos especiales de John Bruno, que logra transformar a Bella en un esqueleto viviente.
Nos encontramos, sin embargo, frente a la misma retórica que acompaña toda la serie, una intención institucional ahora clara de educar a los jóvenes estadounidenses en los sanos principios del puritanismo. Por lo tanto, después de la eliminación de toda connotación negativa de las figuras del vampiro y del licántropo (de hecho, una aproximación a la divinidad), después del desaliento del sexo prematrimonial, la valorización de la virginidad juvenil y la esencialidad del sacramento del matrimonio, llega el momento de la procreación. El sexo, aquí acogido y practicado, es, sin embargo, vehículo del mal, de la enfermedad, de la contaminación: Bella arriesga la vida porque ha tenido sexo – ¡no importa si después del matrimonio! – y esto se manifiesta a través de un ser mortífero que se repercute sospechosamente en el aspecto físico de la chica como una metáfora del SIDA. Obviamente el aborto ni siquiera es concebible: Bella no quiere y el feto no se puede extirpar, pena la muerte de la madre. Una visión, sin embargo, plenamente en sintonía con las reglas del terror, en el que el sexo es sinónimo de muerte.
Reparto de rostros conocidos del público de la saga al que se añade la fugaz aparición de Maggie Grace ("The Fog – Nebbia assassina"; "Io vi troverò") en el papel de Irina, vampira rencorosa por la muerte de su amado y malvado Laurent.
Bill Condon, querido por los fans del terror por el infravalorado "Candyman 2 – Inferno nello specchio" y premio Oscar por la película musical "Dreamgirls", es el nuevo fichaje en la cabina de dirección, aunque el cambio no se siente más, como para los otros episodios de una saga estilísticamente nivelada. Buena la banda sonora.
En la saga de "Twilight" se puede, por lo tanto, notar una mejora progresiva de película en película, por lo que esta primera parte de "Breaking Dawn" parece hasta ahora la más convincente, ayudada también por un tono más adulto del material narrativo. Gira y gira, sin embargo, seguimos en el producto pensado y realizado para las fans de la saga, rico en empalagoso buenismo, retórica y corrección política. Pero este es el universo de Twilight.
P.S. No se vayan durante los créditos finales, hay una sorpresa después de los primeros créditos.