PF
Pietro Ferraro
•Una policía en busca de pruebas, un botánico y una periodista ven sus destinos cruzarse en el bosque de la muerte, famoso por ser el lugar elegido para el acto final extremo por aspirantes suicidas, pero también lugar de extrañas apariciones y presencias inquietantes.
Esta película, junto con el tercer capítulo de «The eye», representa el punto más bajo alcanzado por la producción de la Pang factory.
Si «The eye 3 - Infinity» partía de una idea intrigante como la del «Libro sobre los espíritus» y se perdía en una comedia demencial excesiva y fuera de lugar, este «Forest of Death» nos presenta una puesta en escena confusa a pesar de un esfuerzo de producción notable y una idea base, la del bosque vivo, que podía resultar, si no originalísima, al menos interesante.
Esta vez hay demasiadas ideas en el guion que abren la puerta a diversas ramificaciones narrativas que terminan todas en nada, muchas ideas esbozadas y no realizadas; estos cambios de rumbo generan confusión e irritación en el espectador que asiste al continuo forcejeo de los actores que no logran matizar sus personajes dotados de una bidimensionalidad embarazosa.
El botánico que descubre cómo comunicar con el bosque, este último «Testigo» de un crimen logra hacer confesar a un violador, el extraño guardián que ha perdido a su hija, la periodista de asalto, la policía toda de una pieza… todo ya visto, todo contado sin verve ni destellos de genio cinematográfico.
La occidentalización del cine de los hermanos Pang aquí muestra la cuerda, no basta la sugestiva ubicación (el bosque de los suicidios existe y se encuentra en Japón, al pie del monte Fuji), un elenco de respeto y un presupuesto que une los esfuerzos económicos de Tailandia y Japón para salvar las apariencias del film, y para empeorar las cosas, piensa en la imposible colocación para géneros que obliga a la distribución a etiquetar la película como horror/thriller/policíaco para revelar la confusión del guion de los hermanos Pang: demasiada carne en el asador que termina por transformarse en un arma de doble filo. Con el final que no hace más que barajar las cartas y desorientar al pobre espectador ya exhausto por los diálogos soporíferos, los Pang se dan la zapa en los pies y pierden el último destello de coherencia que les quedaba.
Una película para evitar, a pesar del excelente paquete.
Pasemos por alto este tropiezo y confiemos en un nuevo proyecto para el talentoso dúo tailandés.