32

Una joven huye por los campos venecianos, deambulando furiosamente cerca de una obra destinada a la construcción de una nueva autopista. La joven es perseguida por un hombre con chaqueta y maletín que tiene la intención de agredirla y violarla. El hombre la alcanza y logra su objetivo, pero la fuerza de voluntad de la joven logra superarlo y el agresor cae al suelo aturdido. Lo que parece haber terminado con un "ajuste de cuentas" es en realidad solo el comienzo de una pesadilla. Michele Pastrello es un joven cineasta veneciano que ya ha sabido demostrar su talento con los cortometrajes "Nella mia mente" y "Nuvole", el primero ganador en el PesarHorrorFest 2006. Pero al recorrido que incluye thrillers psicológicos y telenovelas de terror ahora se suma un rape&revenge; de fuertes connotaciones políticas. Sí, porque "32" lleva la máscara del rape&revenge; para llevar a cabo una denuncia contra la usurpación del paisaje natural en Véneto (pero es un discurso que concierne un poco a todas las zonas industrializadas). Era en las intenciones del mismo autor homenajear el horror político de los años '70, ese cine crudo y perturbador que metafóricamente representaba la violencia latente de la sociedad posmoderna, los horrores de las guerras y el malestar del ser humano enfrentado a continuos y radicales reajustes de los límites asimilados por la sociedad de la que formaba parte. Y para ello Pastrello sigue un camino no fácil e inusual como el de la reflexión sobre la brutalización de la naturaleza, y en concreto dedica un cortometraje de 29 minutos a una autopista que aún no existe, la llamada Passante di Mestre, una lengua de asfalto de 32 km (de ahí el título de la película) que pronto albergará parte del tráfico que actualmente está concentrado en la tangencial. Es un tema de difícil gestión, tanto por la difícil maleabilidad narrativa como por la "comodidad" que tales denuncias inevitablemente crean; sin embargo, el director ha logrado dotar a su obra de la espectacularidad adecuada y el compromiso emocional, además de la riqueza y profundidad de contenido. Todo comienza como la legendaria persecución en el bosque de Leatherface en "No abras esa puerta" y continúa con una violación que recuerda de cerca una de las escenas tópicas de "La última casa a la izquierda", para luego desviarse hacia escenarios domésticos que se tiñen de onírico recordando en una escena en particular "Terrore dallo spazio profondo". No es casualidad que todas las películas citadas sean de los mayores representantes del horror político de los años '70, solo que el discurso que entonces permanecía fuertemente metafórico y que iba inevitablemente contextualizado e interpretado, se hace en "32" más explícito. El perseguidor no es un gigante retrasado que empuña una motosierra, sino un hombre con chaqueta y corbata que sostiene entre los dedos su maletín, el símbolo de un empresariado que busca, encuentra y persigue la inocencia, la naturaleza, y la somete a violencia carnal. La inocencia destruida, que instintivamente necesita una ducha purificadora, tiene las apariencias de una joven delgada pero dispuesta a defenderse, una de las hijas de Madre Tierra (si no la transfiguración de Madre Tierra misma) que es violada por primera y al mismo tiempo enésima vez, pero que está dispuesta a levantarse y correr hacia un horizonte esperanzador. "32" es momentáneamente la obra más madura y mejor realizada de un director que, sin embargo, había logrado dar una magnífica prueba de su talento en su primera película ("Nella mia mente"). Técnicamente Pastrello ha mejorado y dirige con gran maestría, mostrando una excelente gestión de los espacios, tanto abiertos como cerrados. La banda sonora, cuidada por el mismo director, y la fotografía de Mirco Sgarzi dan luego un toque de sugestión adicional a la película. Una mención especial debe darse a la actriz protagonista Eleonora Bolla, aquí en su debut pero ya capaz de interpretar eficazmente un papel difícil y muy físico. La única pequeña crítica que se puede hacer a este cortometraje es la dilatación excesiva en la parte central, una pausa que narrativamente no añade mucho y solo tiene el efecto de ralentizar el ritmo de la película. En este punto sería interesante ver a Pastrello enfrentarse a un largometraje, dado que con los cortometrajes ha sido ampliamente promovido.