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Roberto Giacomelli
•Tres jóvenes turistas, dos chicas y un chico, alquilan un coche y parten en un viaje on the road a través de los desiertos de Australia. Cuando llegan al cráter meteorítico de Wolf Creek, acampan para pasar la noche allí, pero un chaparrón les obliga a adelantar la salida. Con gran sorpresa, se dan cuenta de que todos los instrumentos mecánicos están fuera de servicio y el coche ya no da señales de vida. Tras unas horas, llega al lugar un cazador en un todoterreno que se ofrece a echarles una mano haciéndoles pasar la noche en su casa y probando a reparar el coche. Pero en realidad el hombre es un asesino feroz que secuestra a los tres jóvenes para torturarlos.
Presentado fuera de concurso en el último festival de Cannes en la Quincena de Realizadores, "Wolf Creek" ha conseguido impresionar a algunos espectadores del festival, que se han levantado y han huido de la sala asqueados por la violencia excesiva. Esto es lo que nos refieren las crónicas de Cannes, seguramente exageradas, pero capaces de enmarcar adecuadamente la película en cuestión. Seguramente no es solo la violencia explícita el punto fuerte de "Wolf Creek", aunque representa el renovado gusto por parte de cineastas y espectadores de premiar historias cargadas de sadismo físico y psicológico.
Pero más allá de feroces momentos que desembocan en el gore más repulsivo, "Wolf Creek" se presenta como un fascinante y anómalo survival horror, marcado por dos partes bien distintas: un primer tiempo de preparación, acompañado de una Australia de postal nunca vista en una película de terror, una especie de paraíso terrenal espléndidamente fotografiado y capaz de dar al espectador un sentido de paz y tranquilidad; una máscara que en realidad esconde el horror y la crueldad que llegarán en la segunda parte. Toda esa paz en realidad se revelará como desolación: en ese lugar nadie puede llegar a tu ayuda, nadie puede encontrarte (parodiando el famoso eslogan de "Alien" se podría afirmar "¡En Australia nadie puede oírte gritar!"). De hecho, desde los intertítulos de los créditos iniciales, se nos comunica que la película está basada en hechos realmente ocurridos y un aviso reza "30.000 personas desaparecen cada año en Australia. El 90% se encuentran en un mes. Algunas no se encuentran más."
Precisamente haciendo uso de las potencialidades de la ubicación y bebiendo de la crónica negra, se pone en escena un espectáculo de Grand Guignol que ve como protagonista de las locuras a un John Jarrat en versión Mr. Crocodile Dundee (en un divertido intercambio de frases, los personajes citarán la comedia con Paul Hogan con la frase "... ¿y esto lo llamas cuchillo? ¡Esto es un cuchillo!"), un villano de humor macabro que quedará seguramente grabado en la memoria del espectador.
Los intérpretes están todos perfectamente metidos en el papel y no construyen sus personajes sobre los estereotipos clásicos típicos de este tipo de películas: el chico guapo y seguro de sí mismo se mostrará tímido e inseguro; la chica silenciosa y secretamente enamorada aparecerá como la más combativa del grupo, a diferencia de su amiga más emancipada. Mérito también del guión de Greg McLean, que además de dirigir la película de manera convincente (es debutante), realiza un guión rico en giros inesperados.
En conclusión, "Wolf Creek", aunque se inscribe en la tradición del survival horror del que "La matanza de Texas" y "Un tranquilo lugar de miedo" se hacen pioneros, consigue presentarse como una película compacta y feroz, capaz incluso de sorprender. Demostrando que no solo en Hollywood saben hacer buenas películas.
Muy recomendado.