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Roberto Giacomelli
•Angie, de 19 años, es una estudiante universitaria de primer año y, como tal, aún no se ha adaptado a la vida universitaria. Para pagarse los estudios, la joven aprovecha la oportunidad de cuidar a un niño para la familia Stanton, una pareja de agricultores que viven fuera de la ciudad y tienen un niño, Sam, con una salud delicada. Pero la primera noche en casa de los Stanton es una pesadilla: un misterioso hombre con el rostro desfigurado y armado con un cuchillo ha seguido a Angie y ahora parece decidido a colarse en la casa. En la vida real, el trabajo de niñera es uno de los más sencillos y relajantes que se puedan imaginar: pago por horas, teléfono gratis, nevera para saquear y algunas horas de relax si hay una consola de videojuegos frente a la cual encadenar al niño a cuidar. En las películas de terror, en cambio, la profesión de niñera es una de las más peligrosas y mortales que se puedan imaginar, ya que siempre hay un asesino en serie, un maníaco o un psicópata que merodea por los alrededores y que está decidido a hacer pasar una noche de pesadilla a la desafortunada de turno. Los ejemplos de películas que intentan eliminar a una niñera son innumerables y entre los más famosos podemos recordar sin duda "La alucinante noche de una niñera", "Halloween – La noche de las brujas", "Cuando llama un extraño" y su pseudo-remake "Chiamata da uno sconosciuto". En 2008, los debutantes Jonas Barnes y Michael Manasseri deciden revivir la tradición y dan vida, con buenos resultados, a "Babysitter Wanted". Los dos directores, que han entrado en el mundo del cine principalmente como actores y productores, logran construir un thriller de terror tenso y bien elaborado con un presupuesto modesto y una idea sencilla. Inicialmente, se intenta recorrer todos los clichés del slasher-thriller utilizando en particular un estilo que recuerda un poco la antigua manera de hacer cine de terror, aquel que alterna la atmósfera con la violencia bruta, típico de los años 70. Y si en este enfoque inicial podemos encontrar un preocupante aire de déjà-vu, roto solo por la caracterización exagerada de la protagonista – una chica agua y jabón, toda casa y iglesia, realmente religiosa y casta –, en la segunda parte "Babysitter Wanted" toma un giro que no solo redefine el tipo de género al que la película puede ser asimilada, sino que también logra gestionar con eficacia los tiempos y los tópicos del terror. Digamos que el cambio de perspectiva que la película emprende alrededor del minuto cuarenta no es una gran sorpresa, dado que en la primera parte se subraya de manera demasiado evidente lo sospechoso de la división de roles, pero lo que logra sorprender es el "qué" del giro, una solución anómala y en ciertos aspectos original que logra mezclar con funcionalidad dos corrientes del terror que difícilmente logran encontrarse. El estilo seco y de la vieja escuela adoptado por Barnes y Manasseri va unido a un ritmo que en la segunda parte se vuelve decididamente acelerado, con la intención – lograda – de no dejar ni un momento de tregua al espectador. En "Babysitter Wanted" incluso hay espacio para una escena de manual del torture porn, una matanza a costa de una pobre chica que no dejará de hacer la felicidad de los fanáticos del gore. Solo en el final se puede entrever algún exceso de lentitud que podría haberse evitado, especialmente por coherencia de intenciones en el homenaje a las películas de los años 70, que todos sabemos tienen la característica de ahorrar metros de película sobre todo en las últimas escenas, logrando también imprimirse con más eficacia y dureza en las mentes de los espectadores. Buenas las interpretaciones de los actores, desde la protagonista Sarah Thompson ("Séptimo cielo"; "Angel"), perfectamente encajada en el papel, hasta Bruce Thomas ("Enterprise"; "Kyle XY") y Kristen Dalton ("The Dead Zone"; "The Departed") en los roles de los cónyuges Stanton. En el papel del sheriff Dinelli también aparece Bill Moseley ("Non aprite quella porta 2"; "La casa dei 1000 corpi"). "Babysitter Wanted" es, por lo tanto, un terror fresco y rítmico, no exento de defectos, pero seguramente uno de los mejores productos llegados del underground estadounidense de los últimos años.