VD
Vincenzo de Divitiis
•En 1994, Heather Donahue y otros dos de sus amigos desaparecieron en el bosque de Black Hills, en Maryland, donde se habían dirigido para grabar un documental sobre la leyenda de la bruja de Blair, dejando atrás una estela de misterio agudizada por la visión de las imágenes contenidas dentro de una cámara encontrada en el lugar. Ahora, más de veinte años después, su hermano James, convencido de que su hermana sigue viva después de verla en un video publicado en la red, decide volver al bosque maldito en busca de Heather. Acompañado por sus amigos Peter, Ashley y Lisa y por dos chicos ambiguos del lugar, el protagonista comienza esta excursión que parece proceder sin contratiempos y, sobre todo, sin perder la orientación, también gracias al uso de drones y otros aparatos tecnológicos. Las cosas, sin embargo, cambian cuando cae una noche interminable en la cual la fuerza maligna que flota sobre el bosque se manifiesta en toda su fuerza destructiva.
El P.O.V. y el mockumentary son dos subgéneros que desde hace casi veinte años han invadido y arrasado la escena del terror con enormes recaudaciones, frente a gastos de producción muy bajos, sin evitar, sin embargo, los murmullos de los fans del género que se dividen entre quienes los consideran filones de los que se puede sacar producto más que discreto y quienes, por el contrario, no toleran su enfoque estilístico caracterizado por el uso desmesurado de la subjetiva. Una auténtica revolución que tiene como fecha de referencia el 1999, año en el que salió en las salas "The Blair Witch Project" de Eduardo Sanchez y Daniel Myrick, película en la que, siguiendo lo que había hecho Ruggero Deodato en "Cannibal Holocaust", se contaba de manera realista la historia de tres chicos desaparecidos en circunstancias misteriosas en un bosque de Maryland durante el rodaje de un documental sobre la leyenda de la bruja de Blair. El éxito fue tan enorme que la película, producida con un presupuesto de unas pocas miles de dólares, se convirtió en fenómeno de recaudación y de costumbre y, sobre todo, dio inicio a una innumerable serie de productos a imitación. Con resultados similares el proyecto no podía ser abandonado definitivamente y así, después de un modesto secuela fechado en 2001 y dirigido por el semi desconocido Joe Berlinger, llega un nuevo capítulo titulado "Blair Witch". Al timón tenemos a Adam Wingard, nombre grande de la escena indie americana y autor de los excelentes "You're Next", "The Guest" y V/H/S... un "fuerte" por lo tanto que aquí, sin embargo, se limita a ir sobre seguro proponiendo una película para uso y consumo de un público medio y poco habituado con el terror.
Cuando se realiza una operación de remake o secuela, el mejor enfoque para un buen resultado es contar la historia desde otro punto de vista o analizar elementos no profundizados en la primera versión.
Y en cambio en este "Blair Witch" no ocurre nada de todo esto en cuanto Wingard propone una trama casi idéntica a la de la película del 99, con la excepción de la introducción de las nuevas tecnologías representadas por cámaras de nueva generación, teléfonos móviles, GPS y un dron cuyo uso innecesario sigue siendo uno de los grandes puntos interrogativos de la película. El resultado es un argumento poco apasionante, salpicado de personajes mal caracterizados, atmósferas casi nada inquietantes y largas secuencias en el bosque tenebroso que deberían impresionar al espectador, pero que a fin de cuentas derivan en el ridículo involuntario sobre todo cuando las tiendas de campaña y los propios chicos realizan vuelos y saltos improbables solicitados por las fuerzas malignas del bosque. Para empeorar las cosas, luego está el monólogo habitual y ahora imprescindible de uno de los protagonistas sobre los orígenes de la bruja que si por un lado enriquece la historia también del primer film, por el otro aumenta la sensación de ya visto ya presente por los motivos de arriba.
Los únicos momentos dignos de mención, sin embargo, están condensados dentro de los veinte finales todos ambientados dentro de la misteriosa casa abandonada en medio del bosque.
En esta larga secuencia, de hecho, los angostos y oscuros espacios interiores se aprovechan de la mejor manera, transmitiendo ansiedad e inquietud a un espectador que en algunos momentos podría llegar también un sentido de fastidio y opresión. Otra buena idea es la de mostrar, aunque no de manera nítida y limpia, la bruja cuyo aspecto recuerda a los monstruos de "Rec".
Demasiado poco sin embargo para salvar una película que decepciona un poco a todos, desde los fans de la saga a los del terror en general hasta llegar al público en busca del fácil susto que solo a ratos encuentra pan para sus dientes.