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Roberto Giacomelli
•Helena y su compañero Martin están viajando en coche por el campo irlandés, cuando de repente un hombre aparece en la carretera y es inevitablemente atropellado por Martin. Los dos intentan prestarle ayuda, pero el hombre parece estar muerto al principio, luego reacciona de manera agresiva y muerde a Martin, antes de ser mortalmente golpeado en la cabeza por Martin. Helena va a buscar ayuda, pero mientras tanto, su compañero se transforma en un zombi hambriento de carne humana y corre detrás de su dulce mitad. A partir de ese momento, para Helena es el comienzo de una pesadilla, ya que se encontrará vagando por el campo irlandés mientras circula un virus que devuelve la vida a los muertos.
"Dead meat" representa un caso un poco inusual de terror completamente filmado y producido en Irlanda por el director independiente Connor McMahon, un chico que seguramente creció con las películas de zombis de George A. Romero, y ha aprendido bien la lección sobre cómo filmar un respetable terror con poco dinero pero mucha buena voluntad. La comparación con Romero es inevitable, ya que "Dead meat" puede considerarse tranquilamente una revisión muy personal de "La noche de los muertos vivientes"; McMahon cita la obra maestra de Romero en varios puntos, comenzando por el inicio en el coche, que recuerda mucho el comienzo de "La noche de los muertos vivientes" con Barbara y su hermano, hasta el final, pasando por una serie de personajes que recuerdan mucho la película de 1968. En este caso, McMahon se ha tomado la molestia de proporcionar una explicación a la propagación de la enfermedad, causada por una cepa enloquecida del virus de la "vaca loca", una explicación seguramente original y de gran actualidad en Irlanda en 2004 (año de producción de la película), período en el que en media Europa se extendía el miedo a la enfermedad bovina.
A pesar de la naturaleza independiente de "Dead meat", el resultado final, aunque muestra en algunas escenas y soluciones la extrema pobreza de medios, no decepciona en absoluto, sino que hace apreciar aún más la obra que parece ruda y cruda en el punto justo. Las escenas splatter abundan y su realización es de primera calidad: se pueden contar descuartizamientos a montones, sin contar las comidas caníbales y el combate final sangriento. El ritmo también es muy acelerado y no da un momento de tregua al espectador; de hecho, en esta inexorable frenética acción, se puede encontrar quizás el punto débil mayor de "Dead meat", que sacrifica a menudo la narrativa y el desarrollo de los personajes para dar más espacio a los combates y a las escenas de acción en general.
Aparte de la protagonista, interpretada por una debutante Marian Araujo, y su coprotagonista héroe/funerario (David Muyllaert), los demás personajes no parecen particularmente creíbles, aunque en algunos casos recuerdan un poco a los tipos de personajes de "La noche de los muertos vivientes". La dirección de McMahon, en cambio, parece de muy buen nivel, capaz de gestionar de manera clara y detallada las escenas de acción sin descuidar algunos virtuosismos muy personales que dan un toque de dinamismo a las tomas.
En definitiva, "Dead meat" es un producto low budget respetable, una bocanada de aire fresco en el ahora monótono panorama de las películas de temática zombi, capaz de involucrar al espectador y de hacer feliz al amante del splatter sin descuidar un puñado de buenas ideas que lo elevan seguramente de nivel. Recomendado a todos los amantes del cine de zombis.