EL CADILLAC DE DOLAN

Elizabeth asiste a la ejecución de algunas inmigrantes destinadas al mercado de la prostitución por parte del jefe Jimmy Dolan. Elizabeth logra escapar pero pierde el celular, que es recuperado por el criminal. La mujer decide testificar contra Dolan, pero este último logra rastrearla y, a pesar de la protección de la policía, logra matarla antes del juicio. Robinson, esposo de Elizabeth, comienza a idear una manera de vengarse por su cuenta, ya que sin el testimonio de la mujer no hay pruebas contra Dolan. El hombre, entonces, decide utilizar contra el criminal una de las cosas a las que más se apegue: el Cadillac en el que siempre viaja. Los años pasan, las modas cambian, pero el interés que el cine tiene hacia la literatura de Stephen King sigue siendo inmutable. El prolífico escritor de Maine tiene dones indiscutibles que a menudo no han sido avalados por las transposiciones cinematográficas de sus escritos, pero a veces sus propias obras chapotean en lo mediocre ya en el papel. Es el caso de "El Cadillac de Dolan", un relato publicado dentro de la antología "Pesadillas y delirios" que hoy cuenta con una adaptación cinematográfica igual de mediocre, si no peor. Las premisas narrativas de "Dolan’s Cadillac" eran buenas, al fin y al cabo se tomaba la estructura más clásica – pero siempre efectiva – de la película sobre la venganza/justicia privada adornándola ligeramente con sugerencias paranormales (el fantasma de la mujer que reclama venganza) y una ambientación desértica (casi) inédita para el género. Desafortunadamente, todo lo bueno es desatendido por una serie de banalidades y graves descuidos que en parte ya estaban presentes en el relato de King. La primera es la venganza ideada por el protagonista, que obviamente no les revelo para no arruinarles la sorpresa, pero sepan que es tan improbable y con una "preparación" llevada a cabo de manera tan superficial que realmente mina cualquier intento de suspensión de la incredulidad. Para llevar a cabo el plan de Robinson se necesitaría un equipo de obreros, mucho tiempo disponible, materiales específicos y la certeza no solo de que nadie se encuentre pasando por la zona interesada durante todo el (mucho) tiempo de preparación y después, sino que la víctima no se dé cuenta de la evidente trampa antes de caer en ella. Demasiadas variables que juegan en contra del "justiciero" para que el plan tenga éxito y que, sobre todo, resulte mínimamente creíble. Gran parte de la culpa por los defectos que afectan a "Dolan’s Cadillac" recae en el guionista Richard Dooling, ya "dependiente" de King por la serie de televisión "Kingdom Hospital", que parece incapaz de adaptar con un lenguaje de largometraje el material previo. Así, se tiende a pasar por alto muchos elementos que deberían haberse profundizado (como el trabajo de Robinson en el astillero), bajo pena de sentir un hueco en el guión. El trabajo realizado en los personajes tampoco es satisfactorio, todos demasiado superficiales, comenzando por el marido-vengador que no parece suficientemente motivado y comprometido por los eventos. Pero en este caso, una nota de demerito debe darse a los intérpretes. Si Emmanuelle Vaugier ("Saw II") es irrelevante, Wes Bentley ("-2: Nivel de terror") es realmente malo, con la misma expresión a medio camino entre el sorprendido y el aturdido durante toda la duración de la película. Se nota, en cambio, que Christian Slater ("Schegge di follia") se ha esforzado más que los demás para dar profundidad a su personaje, pero, más allá de las habilidades interpretativas ya escasas, el actor parece particularmente inadecuado para el papel. Todo esto tampoco es ayudado por el director televisivo Jeff Beesley que firma la obra con un anonimato estilístico absoluto. Añadan también que "Dolan’s Cadillac" se acomoda sobre ritmos particularmente lentos, a veces soporíferos, y tendrán una razón más para no ser impulsados a conseguir esta película.