MC
Marco Castellini
•El nuevo Frankenstein de Guillermo del Toro es una película que destaca por su capacidad para combinar maravilla visual con melancolía narrativa. El director no intenta una simple recreación del clásico, sino que ofrece una reinterpretación íntima, desplazando el enfoque de la dimensión puramente de terror hacia una lectura más emocional e introspectiva de la historia.
Victor Frankenstein, interpretado por Oscar Isaac, se presenta como un hombre frágil y consumido por su propia ambición, lejos de la figura tradicional del científico loco. La Criatura, a la que Jacob Elordi da cuerpo y sensibilidad, emerge como el corazón de la película: no un monstruo, sino un ser complejo, dominado por sentimientos contradictorios y una profunda necesidad de identidad.
En el plano visual, la obra confirma el estilo reconocible de del Toro. Los escenarios góticos, la fotografía oscura y elegante, y el meticuloso cuidado por los detalles construyen un mundo coherente y sugerente, a medio camino entre un cuento oscuro y una tragedia. La banda sonora de Alexandre Desplat acompaña la narrativa con un tono agridulce que amplifica el impacto emocional de las escenas clave.
La película también presenta algunas críticas. Algunos pasajes resultan dilatados, y los espectadores más vinculados a la dimensión filosófica o científica de la novela de Mary Shelley podrían percibir un alejamiento del material original. La adaptación privilegia los vínculos emocionales, los traumas y las dinámicas internas de los personajes por encima de la reflexión moral sobre la creación y la responsabilidad del científico.
En conjunto, Frankenstein se afirma como una obra poderosa y visualmente refinada, caracterizada por un núcleo temático fuerte y actuaciones sólidas. No busca generar miedo, sino ofrecer una inmersión profunda en las fragilidades y tensiones de sus protagonistas. Es uno de los trabajos más personales de del Toro, capaz de dejar una marca imborrable en el espectador.