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Roberto Giacomelli
•En 1944, el hechicero al servicio de los nazis Grigori Rasputin abre un pasaje hacia otra dimensión con la intención de invocar a una figura demoníaca que lleve a la humanidad hacia un holocausto. El ritual es, sin embargo, interrumpido por los soldados estadounidenses, que impiden el loco plan de Rasputin y logran matar al hechicero y a sus asistentes. Sin embargo, algo ha logrado pasar de la otra dimensión: se trata de un demonio bebé, una especie de mono rojo con un brazo de piedra. El Dr. Broom decide mantener al demonio, que se muestra muy amigable desde el principio, y criarlo como un hijo, llamándolo Hellboy.
Sesenta años después, encontramos a Hellboy, ahora adulto, como líder de un grupo de agentes secretos que operan para el gobierno estadounidense dentro del Departamento de Investigación sobre lo Paranormal y la Defensa. Rasputin es invocado regularmente por sus sirvientes nazis hechos inmortales por su maestro y regresa a sembrar el pánico en las calles de Nueva York, decidido a llevar a cabo su plan de destrucción.
Después de los vampiros mutantes de "Blade II", el talentoso director mexicano Guillermo Del Toro decide enfrentarse a otro cine-cómic, pero esta vez parte del principio y da las origines cinematográficas a "Hellboy", una historieta de fantasía-horror nacida del lápiz de Mike Mignola en 1993. Dado que Del Toro siempre se ha declarado un fanático del personaje de Mignola, le pidió al mismo creador del personaje que supervisara todo el proyecto para obtener una versión cinematográfica que no decepcionara a los lectores del cómic. Y así fue. Aunque el Hellboy cinematográfico presenta varias variaciones con respecto a su contraparte en papel (también porque los cómics de esta saga no son fácilmente "filmables"), logra mantener intacto el espíritu grotesco y auténticamente ruidoso del original.
Del Toro tiene mucho talento y logra crear una excelente película con un material que en otras manos solo habría podido dar lugar a un montón anónimo de explosiones y gráficos por computadora ridículos. En cambio, el director mexicano logra crear una mezcla perfecta de géneros capaz de emocionar y entretener al espectador como rara vez ocurre con películas de este tipo. "Hellboy" tiene en sí mismo las bases del cine fantástico contaminadas con sugerencias típicas del horror lovecraftiano, a lo que se añade un ritmo acelerado de película de acción y un componente irónico dosificado dado principalmente por las extrañas caracterizaciones de los personajes principales.
Son precisamente los personajes que pueblan el universo de "Hellboy" los que dan un fuerte atractivo a esta película. El diablillo rojo, interpretado por el magnífico Ron Perlman (un actor con un increíble físico para el papel), es un simpático "hombre de acción" que adora las barras de chocolate Baby Ruth, come como un ejército y tiene debilidad por los gatos y los cigarros cubanos. Hellboy, Red para los amigos, es un ser grotesco y monstruoso, pero su educación lo ha hecho conceptualmente adaptarse a los humanos y por eso intenta ocultar sus rasgos diabólicos limándose las enormes cuernos que tiene en la frente. Pero Hellboy es para los neoyorquinos una especie de leyenda urbana, una criatura mítica que se dice merodea de noche por las calles de la ciudad, un paladín de la ley que no tiene y no puede tener la celebridad de sus primos superhéroes, debido a la confidencialidad del Departamento gubernamental para el que trabaja. Un héroe invisible, por lo tanto, ansioso de visibilidad pero imposibilitado de tenerla realmente.
A nuestro Red se unen una serie de singulares secundarios que van desde el inteligente hombre-sapo sensible Abe Sapien (un maquillado Doug Jones) hasta la problemática chica incendiaria Liz Sherman (Selma Blair), de quien Hellboy está enamorado pero no correspondido. El equipo se completa con el Dr. Broom, interpretado por un siempre bueno John Hurt, figura paterna y mentor del protagonista, y por John Myers (Rupert Evans), personaje inédito creado para la ocasión de la película y encargado de hacer de "niñera" del indisciplinado Hellboy.
Los villanos, desafortunadamente, no están muy desarrollados y el único que realmente sale con gloria es Karl Ruprecht Kroenen (interpretado por Ladislav Beran), sirviente fiel de Rasputin, un nazi sádico-masoquista experto en artes marciales y cuyo cuerpo está compuesto por extensiones mecánicas debido a las mutilaciones autoinfligidas.
La película es rica en ritmo y la dirección está constantemente en busca de experimentaciones visuales y acrobáticas. La fotografía del excelente Guillermo Navarro da un tono oscuro a toda la historia y los efectos especiales, casi totalmente realizados al estilo antiguo, son de primer nivel.
En resumen, "Hellboy" es un verdadero espectáculo, una película que divierte con inteligencia, un anti-blockbuster sin época que viene a enriquecer la ya excelente galería de freaks en celuloide que Del Toro está construyendo poco a poco.