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Roberto Giacomelli
•En su lecho de muerte, el anciano Thomas Hilton reúne a todos sus familiares para una última despedida y anuncia que el horrible secreto de la familia Hilton moriría con él. Tras el funeral, el notario lee el testamento del señor Hilton a sus parientes, de donde se entera que todos sus bienes y el castillo deben ser repartidos equitativamente entre sus familiares, excepto su hermana Evelyn, acusada de brujería. Todos los herederos se establecen entonces en el castillo y se dedican a sus pasiones, pero aparece un misterioso asesino que comienza a matar, uno a uno, a todos los herederos de la familia Hilton.
Para la serie "Lo feo no tiene límites", aquí tenemos "El sexo de la bruja", título llamativo para uno de los thrillers más desorganizados y feos de tintes paranormales que el cine italiano haya producido en los años 70.
El cine de género italiano entre los años 60 y 70 alcanzó cotas altísimas añadiendo buenas películas a buenas películas. Directores de la talla de Mario Bava, Dario Argento, Lucio Fulci, Riccardo Freda y Antonio Margheriti, solo por citar los más famosos, han donado al imaginario colectivo cinematográfico verdaderas joyas nunca igualadas por las producciones nacionales. Pero también había un subgrupo de directores que se debatían entre el horror, lo erótico y no sé qué más, representando el lado oscuro de esta armoniosa camarilla de "Grandes nombres", artesanos con poco talento que aprovechaban el filón de moda del momento y daban vida a discutibles largometrajes que hoy son venerados como auténticos "scult". Entre ellos, Angelo (en el arte Elo) Pannacciò es uno de los más representativos, especialmente por "El sexo de la bruja", un thriller de rara fealdad que fusiona el gótico italiano, el giallo-thriller (en ese momento en su máximo grado de difusión) y lo erótico.
Pannacciò, también autor del guion junto a Franco Brocani, tenía un punto de partida interesante y sobre todo original sobre el que trabajar: la magia (mezclada con la ciencia) utilizada para el cambio de sexo de un individuo. Lamentablemente, este punto de partida no se profundiza en absoluto y el guion completo parece demasiado inconexo, compuesto por pocos eventos que se insertan en la narración a menudo sin un verdadero nexo lógico. Además, el propio autor no parece tener las ideas muy claras sobre qué género adoptar, si el thriller-horror o el erótico. Si la estructura es la típica del thriller, con asesinatos con arma blanca y un asesino misterioso por descubrir, nunca se enfatiza la suspense y los mismos asesinatos están coreografiados de manera torpe y seguramente poco "aterradora". En cambio, la película abunda en escenas eróticas, apasionados encuentros sexuales y desnudos frecuentes, a menudo insertados de manera muy gratuita, pero, ay, en este caso también Pannacciò falla y sus escenas no logran infundir un verdadero erotismo, ya que en este caso también tenemos escenitas torpes, mal filmadas y a menudo ridículas (prácticamente cada vez que entra en escena el mayordomo erotómano).
Los numerosos personajes no tienen una caracterización adecuada, algunos de ellos aparecen y desaparecen sin una verdadera razón; entre ellos, hay que recordar sin duda el inspector de policía absurdo (interpretado por Donald O'Brien) a quien se le confían algunos de los diálogos más inconexos de la película.
Obviamente, "El sexo de la bruja", como todo buen scult que se precie, tiene una multitud de escenas improbables que desembocan tranquilamente en el ridículo involuntario y entre las que hay que citar absolutamente las miradas lascivas del mayordomo, los gritos animales de la jungla que se oyen de noche fuera del castillo, la silueta esilarante de cadáver (dotada de todos los dedos) y el final desconcertante de imagen fija sobre las piernas abiertas de la mujer de la limpieza.
Sin embargo, a pesar de estos momentos de hilaridad no intencionada, la película no logra realmente divertir, sino que resulta aburrida debido a la repetición de los eventos y al exceso de estaticidad de la acción que caracteriza una trama prácticamente inconsistente.
Los únicos puntos fuertes de esta película horrible son las músicas de Daniele Patucchi (aunque mal utilizadas) y la presencia de Camille Keaton, famosa en el panorama del cine de género por sus roles fundamentales en "Cosa avete fatto a Solange?", "Extracto de los archivos secretos de la policía de una capital europea" y "No violen a Jennifer".