RG
Roberto Giacomelli
•Un arqueólogo llega a un camino cerca de un castillo medieval y encuentra un antiguo jarrón que lleva un sello. En el momento en que el hombre comienza a manipular el artefacto, un guardián esquelético, equipado con una espada y un escudo, se materializa de la nada e inicia un verdadero duelo con el arqueólogo.
Con pocos recursos, una cámara MiniDv, un programa para crear efectos especiales en 3D y mucha buena voluntad, el cineasta Andrea Ricca ha realizado "The Guardian", un cortometraje encantador que alterna acción y terror, todo con un tono irónico.
Al ver "The Guardian", es imposible no pensar en las películas de fantasía de los años 50 en las que la contribución del legendario Ray Harryhausen fue fundamental para la revolución en el campo de los efectos especiales: monstruosos cíclopes, hidras de múltiples cabezas, gigantes de metal y, naturalmente, esqueletos vivientes, todos animados por un hermoso stop-motion del que Harryhausen era un maestro. Recientemente, Sam Raimi quiso homenajear al padre de las criaturas de arcilla de "Los Argonautas" con el culto "El ejército de las tinieblas" y parece que hoy el cuarentón Ricca quiere seguir la tendencia del cine de efectos especiales, optando naturalmente por la tecnología digital más factible.
Aunque dure solo cuatro minutos (y unos segundos), "The Guardian" logra contar de manera efectiva una historia que se basa principalmente en la aventura y la acción. La trama es simplísima y el lenguaje es de aquellos que apuntan sin muchos adornos al entretenimiento puro: una lucha cerrada entre un hombre y un monstruo, entre aquel que representa la racionalidad científica (un arqueólogo) y el símbolo del sobrenatural más clásico (un guerrero esqueleto). Aunque sea un cortometraje creado claramente en función del efecto especial, sorprende una atención a todo lo que representa el entorno del asombro efectivo; como decía, en su absoluta simplicidad, la historia funciona muy bien evitando crear ese molesto sentido de incompletitud que a menudo los cortometrajes demasiado breves (y narrativamente más pretenciosos) dejan al final de la visualización. La dirección de Ricca, que no es un principiante y se encuentra aquí con su octavo cortometraje, es muy cuidada y atenta a la perfecta claridad de la acción, apoyada luego por un montaje ajustado y fluido (siempre obra del director), notoriamente más difícil cuando se trata de representar eficazmente escenas de acción. El único actor de carne y hueso en la pantalla, Michele Di Mauro, se defiende bastante bien y muestra tener el rostro adecuado para el papel. Tampoco están mal las músicas originales y los escenarios naturales que utilizan los paisajes del castillo medieval Arechi, cerca de Salerno.
Por supuesto, no se puede más que romper una lanza a favor de los efectos especiales digitales, que representan el núcleo de la obra. Ricca, especializado en la creación de animaciones 3D, ha empleado gran parte del trabajo precisamente en la creación del esqueleto y su interacción con el actor, empleando bien cuatro meses en la postproducción, frente a solo cuatro días de rodaje. El efecto especial final es digno e incluso más creíble que muchos efectos en gráficos por computadora que llenan verdaderas producciones cinematográficas menores que luego terminan ocupando los estantes de los videoclubs.
En resumen, "The Guardian" es una pequeña obra que tiene la intención de divertir al espectador y lo logra sin duda, un ejercicio de estilo que también tiene el mérito de contar con eficacia una historia simple e inmediata. ¡Míralo, vale la pena!
La película completa a continuación.