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Roberto Giacomelli
•Needy y Jennifer son amigas del alma desde que eran niñas. La primera es tímida, torpe y feúcha, la segunda, en cambio, es popular, extrovertida y preciosa. Las dos chicas viven en Devil’s Kettle, un pacífico pueblito de provincia rodeado de bosques del norte de América, y asisten al instituto. Una noche Jennifer arrastra a Needy a la única taberna del pueblo para ir a escuchar a una banda de rock emergente que está de gira, pero durante la actuación estalla un incendio. Muchos mueren, las dos chicas logran escapar y son alcanzadas por el líder de la banda que les ofrece un paseo; Jennifer acepta, Needy no, desconfiada por algunos diálogos que los músicos tenían entre ellos sobre la virginidad de las chicas. Unas horas después Needy es alcanzada por Jennifer, toda sucia de barro y sangre; la chica se comporta de manera extraña y vomita una sustancia viscosa. Desde esa noche Jennifer ya no es la misma y comienza a matar a sus compañeros de escuela – exclusivamente chicos – para alimentarse de su carne.
Hay películas destinadas a convertirse en cultos incluso antes de que alguien haya tenido la oportunidad de verlas, películas de las que se habla y escribe mucho, vinculadas a nombres famosos que inevitablemente atraen la atención de los medios. Son películas que necesariamente logran crear expectativas en el público, sean positivas o negativas, pero que definitivamente no pasan desapercibidas.
« Jennifer’s Body » pertenece a esta categoría. De la película se ha hablado muchísimo en todas partes, desde la prensa escrita hasta Internet, la atención se ha concentrado casi exclusivamente en Megan Fox, la femme fatale protagonista de la historia, y un poco en Diablo Cody, la guionista ganadora del Oscar y exstripper que firmó el guión.
Parecía un éxito anunciado, película lanzada por la publicidad y distribuida por la Fox con un número exagerado de copias… y sin embargo la película fue un fracaso estrepitoso, logrando pasar desapercibida en la taquilla y acumulando una serie considerable de reseñas negativas. De culto anunciado a culto efectivo.
Evidentemente si la crítica es dura y el público es snob debe haber algo en « Jennifer’s Body » que realmente no funcionó. Y de hecho la película con Megan Fox no funciona en serio, principalmente por un amorfismo de base que la convierte en un producto difícilmente disfrutable para el público al que está dirigido. « Jennifer’s Body » es una película extraña, casi indefinible, tan banal como buscada, demasiado ligada al nombre de la actriz principal y tan poco honesta con el público. Una película que promete un cuerpo femenino pero que luego, de hecho, lo niega; una película que se querría presentar como « divertida » pero resulta incluso pesada; una película tan astuta en las intenciones como pudorosa en los hechos. « Jennifer’s Body » es un poco todo esto, un continuo tirar piedras y esconder la mano.
Las premisas son realmente suculentas, dado que la historia ofrece algunos elementos de originalidad y seguros puntos de reflexión que podrían surgir con facilidad del poder metafórico de la historia. Y de hecho el inicio no está nada mal, la historia de la chica poseída por un demonio caníbal es intrigante y el querer poner en el centro de la atención el mundo – hipócrita – de la música a veces da origen a agudas pullas contra el negocio del teen rock. Hay incluso un uso inteligente de la cita cinematográfica (« The Rocky Horror Picture Show » se convierte en una película sobre boxeo) y musical (el título mismo de la película deriva del título de una canción de las Hole, aquí tarareada durante un rito satánico) que condimenta una película de todos modos bien estudiada; y sin embargo la historia es llevada de manera demasiado débil y es predecible en cada escena.
Se nota, además, que hay un cierto desarrollo de los personajes, no arrojados a la escena como carne de cañón como a menudo ocurre en los teen horror, sino capaces de crear cierta química con los espectadores, aunque se trata de una película construida exclusivamente sobre estereotipos, sobre los personajes que aparecen casi obligatoriamente en cada teen horror, como por una extraña ley no escrita. Será inútil enumerarlos, ya que todos nosotros los conocemos a la perfección, pero son ellos: la animadora bella y tonta, la empollona fea e insegura que se transforma en Rambo, el chico oscuro sensible y creativo, el armario de dos puertas que es la promesa del fútbol, el chico « normal » con los pies en la tierra destinado a tener un papel crucial en la historia. ¿Los tienen todos presentes, no? Entiendo la gana de jugar con el género repitiendo los estereotipos de siempre, pero esta vez esto parece más una excusa para utilizar atajos creativos que una acción real meta-cinematográfica/citacionista.
A pesar de ello, un guión que de todos modos hace uso de diálogos por encima de la media del género, Diablo Cody ha dado varios pasos atrás respecto a su anterior excelente trabajo en « Juno ». Aquí hay profesionalismo pero falta inteligencia, hay subtextos explícitos feministas ya presentes en el tema (la mujer que despliega su superioridad sobre el sexo masculino devorándolo literalmente) pero parece casi que no se quieran hacer emerger para dar espacio a la relación que existe entre las dos protagonistas y sobre su competencia, primero oculta y luego manifiesta.
En resumen, « Jennifer’s Body » no es exactamente lo que uno podría esperar y, en consecuencia, termina por decepcionar un poco a todos. Los adolescentes aficionados al horror sangriento, a quienes el producto parecería destinado, son excluidos ante todo por las comisiones de censura, ya que la película está estrictamente – e inexplicablemente – prohibida para menores de 18 años, y en segundo lugar por la misma naturaleza real del proyecto, demasiado poco orientado al entretenimiento de palomitas de maíz. Queda este extraño híbrido que tiene el empaque del teen horror de finales de los 90 pero intenciones de contenido « altas », seguramente no alcanzadas.
Una de las ocasiones perdidas más estruendosas de 2009.