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Roberto Giacomelli
•En una isla tropical, el biólogo Nathan Phipps, su hija Rebecca y un equipo de científicos al servicio del gobierno están realizando experimentos de ingeniería genética para aplicaciones bélicas; las cobayas en las que los científicos están trabajando son los feroces dragones de Komodo, también llamados varanos, que viven en la isla. Cuando un grupo de maleantes, en fuga después de un atraco a un banco, llega en helicóptero a la isla, la situación se precipita y el feroz varano mutante comienza a hacer estragos entre los humanos. Lanzarse a la crítica de una película como "La maldición de Komodo" es exactamente como disparar a la cruz roja proverbial. ¿Qué se podría esperar nunca de una película que se titula "La maldición de Komodo", que tiene una trama basada en varanos gigantes y experimentos gubernamentales y un cartel divertido en el que un saurio surge de la maleza? Exactamente lo que "La maldición de Komodo" ofrece: mucha estupidez, descuido a tope, efectos especiales terroríficos y actores reciclados de culebrones y soft-core. Por lo tanto, "La maldición de Komodo" debería ser alabado por la honestidad de sus intenciones y la fidelidad a las promesas; un trasto tan desde el principio que de hecho solo ofrece idiotez. Pero en serio, siendo cultores del cine de serie Z y amantes del trasto, ¿cómo se podría alabar nunca una película como esta? Realmente habría que ser deshonesto consigo mismo. Jim Wynorski, que se despide desde la posición de dirección, tiene un currículum increíble, absolutamente dedicado al bulo d.o.c.; repasar su larguísima filmografía (desde hace algún tiempo, dirige puntualmente cuatro películas al año) significa hacerse cuatro risas: "Project Viper - El mutante", "Sea Ghost", "Gárgolas", "Komodo vs. Cobra", los productos más sórdidos y trasto de home video que hayan aparecido en los últimos años llevan su firma (excluyendo siempre a David DeCoteau, cuyo primado es irremovible), sin considerar los numerosos spoof softcore con títulos hilarantes que ha coleccionado y está coleccionando: la saga de "The Bare Wench Project", "Busty Cops", "The Witches of Breastwick", "The Breastford Wives", "House of Hooter Hill" y así sucesivamente. Pero no olvidemos que Wynorski comenzó sus primeros pasos en el mundo del cine gracias al horror, dirigiendo puntualmente películas que hoy recordamos por el simpático estilo voluntariamente trasto o preferiremos olvidar: "Supermarket Horror", "El regreso del monstruo de los pantanos", "976 - Llamada para el diablo 2: El factor astral", "Ghoulies IV" y "Vampirella". Pero volvamos a "La maldición de Komodo". La película en cuestión se inserta en ese mini-filón dedicado a los animales agrandados por la intervención del hombre que querría citar los monster movies amados de los años 50 y 60, en este caso la fuente parece ser "Godzilla" & co., pero quitando el encanto vintage y la profesionalidad que residía detrás de muchas de esas producciones. Luego, curiosamente, esta película erige como amenaza un animal inusual, el varano de Komodo, el reptil más grande existente y un animal realmente agresivo, extrañamente nunca utilizado por las producciones cinematográficas más vistas. Este saurio ha sido, de hecho, protagonista de solo un par de películas para el home video distribuidas en estos últimos años ("Komodo" de 1999 y el famoso "Komodo vs. Cobra" siempre de Wynorski) además de una película poco conocida de Ishiro Honda de 1958, "Varan the Unbelievable", descendiente directo de "Godzilla". La trama de "La maldición de Komodo" es genuinamente absurda y llena de improbabilidades, tan rica en hallazgos megalómanos de producción de alto presupuesto que resulta ridícula en cada giro. Los efectos especiales, en los que se hace mucho hincapié, son realmente malos, viejos de al menos diez años en el momento de su producción, que proponen un varano falso y visiblemente "torpe" en los movimientos por una gráfica por computadora primitiva. Algunas de las escenas más vergonzosamente hilarantes ven al monstruo inmóvil frente a los protagonistas que lo acribillan con balas, sin hacerse ni un rasguño. En algunos puntos se cita de manera descarada "Jurassic Park", tanto que en una escena hay la famosa huida en jeep perseguidos a corta distancia por el monstruo. El departamento de actuación es excepcional tanto como mediocre. Del inexpresivo Paul Logan ("Way of the Vampire"; "Komodo vs. Cobra") que parece creerlo realmente, a la belleza del momento Melissa Brasselle ("Cheerleader Massacre") que se exhibe en algunas expresiones fantásticas de dura, pasando por la tetona Glori-Ann Gilbert que garantiza un desnudo gratuito para aplaudir. En resumen, "La maldición de Komodo" es realmente una de esas bajezas sobre las que es imposible encontrar algo bueno, producciones que cuesta entender cómo encontraron una realización real. Seguramente adecuado para una noche de trasto entre amigos ya que, al menos, esta película no aburre y arranca algunas risas goliardas y no intencionadas.
