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Millennium 2: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina poster

MILLENNIUM 2: LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE GASOLINA

Flickan som lekte med elden

2009 DK HMDB
septiembre 18, 2009

Lisbeth Salander es buscada por la policía, tras verse envuelta en el asesinato de dos colaboradores de Millennium, a punto de sacar a la luz un escándalo sobre el comercio sexual en Suecia. Sin embargo, Lisbeth es más un ángel vengador que una víctima indefensa, y arremete con justa ira sobre los que la han herido... Segunda parte de la trilogía Millennium, adaptaciones de las exitosas novelas de Stieg Larsson.

Directores

Daniel Alfredson

Reparto

Michael Nyqvist, Noomi Rapace, Lena Endre, Peter Andersson, Annika Hallin, Per Oscarsson, Sofia Ledarp, Micke Spreitz, Georgi Staykov, Paolo Roberto
Dramma Azione Thriller Crime Mistero

RESEÑAS (1)

LP

Luca Pivetti

Dos periodistas de la revista Millennium son asesinados poco antes de que se publicaran revelaciones explosivas sobre el tráfico sexual en Suecia. Las huellas de Lisbeth Salander se encuentran en el arma del crimen, lo que la convierte en una fugitiva buscada pero, por el momento, inubicable. Será a ella, y a su amigo Mikael Blomkvist (director de la revista Millennium), a quienes les tocará probar su inocencia y descubrir a los verdaderos culpables. A medida que Lisbeth avanza en sus investigaciones, sin embargo, se da cuenta de que deberá enfrentar de una vez por todas los fantasmas de su pasado. Apenas un año después del estreno en cines de "Los hombres que no amaban a las mujeres", el segundo capítulo de la saga creada por Stieg Larsson llega a la gran pantalla. Detrás de la cámara ya no está el talentoso Niels Arden Oplev, sino Daniel Alfredson (a quien volveremos a ver en el tercer capítulo "La reina de los castillos de papel"), quien le da a la película un estilo deliberadamente más frenético y fragmentado, adecuado para un capítulo de la saga extremadamente importante y multifacético que, sin embargo, no ha logrado hacer justicia a su contraparte literaria. Del libro de Larsson se han omitido numerosos detalles (son nada menos que 754 páginas) y lo que surge es una película indudablemente exitosa, especialmente para quienes no han leído la obra del escritor, pero menos cohesionada y convincente que la anterior debido a los numerosos cortes que se hicieron en el guión, a pesar de que la duración también es relativamente elevada en esta ocasión (124 minutos). La película, sin embargo, sigue siendo cuidada en el aspecto técnico: la dirección de Alfredson es muy diferente a la de su predecesor, pero logra dar un cierto dinamismo a los hechos narrados y se permite también algunos buenos momentos especialmente logrados, mientras que la fotografía abandona los tonos oscuros y gélidos de "Los hombres que no amaban a las mujeres" por un enfoque más sucio y "directo". En el centro de los acontecimientos sigue estando la pareja Salander/Blomkvist, nuevamente interpretada por los talentosos Noomi Rapace y Michael Nyqvist, pero esta vez las cosas son más complicadas ya que ambos llevan a cabo sus investigaciones por separado: esto permitirá a Lisbeth lanzarse a métodos de investigación poco ortodoxos y, al mismo tiempo, profundizar en su trágico pasado y enfrentar los demonios de su infancia, que han regresado de repente y violentamente a su vida. Equipo que gana no se cambia, y una vez más los dos funcionan a la perfección: además de ellos, no faltan un par de nuevos personajes extremadamente interesantes, entre los que destaca el enorme rubio y aniñado Niederman que no siente dolor, un hueso duro de roer para Lisbeth pero simple brazo de una mente criminal mucho más viscosa y peligrosa. El tema de la violencia contra las mujeres sigue siendo el centro del relato, esta vez ampliando aún más el discurso sobre las violencias de índole sexual, y la misma película mantiene una carga brutal y directa como un puñetazo en el estómago hasta el inevitable enfrentamiento final que, sin embargo, deja espacio a un cliffhanger de serie de televisión. Esto se debe a que "La chica que jugaba con el fuego" resulta, especialmente en su esencia cinematográfica, un trabajo intermedio, pero obviamente necesario, que allana el camino para lo que ocurrirá en el tercer y último episodio. La película, por lo tanto, mantiene su importancia en la economía de la saga cinematográfica, pero se tiene la impresión de que en la fase de montaje se omitieron elementos importantes que llevaron a pasajes apresurados y superficiales que, en cambio, habrían merecido ser tratados más a fondo para hacer justicia a la obra de Larsson. En resumen, en comparación con lo que se hizo con "Los hombres que no amaban a las mujeres", el trabajo de Alfredson representa un paso atrás evidente debido a un guión a veces apresurado y un par de pasajes no del todo logrados (el enfrentamiento entre el boxeador Paolo Roberto, que interpreta a sí mismo, y Niederman parece un poco paródico), pero igualmente indispensable para prepararse para el próximo capítulo. "La chica que jugaba con el fuego" se deja ver y representa un buen producto, una vez más alejado de las lógicas de Hollywood y dotado de una personalidad propia, lo cual, con los tiempos que corren, no es algo tan común.

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