RG
Roberto Giacomelli
•Zach y Samantha se casan y van de luna de miel a Santo Domingo. Entre excursiones y vida mundana, los dos se dejan llevar por un taxista a un club nocturno, donde ocurre algo inusual. Los dos se despiertan a la mañana siguiente en su habitación de hotel con un gran dolor de cabeza y un ligero vacío de memoria, regresando a los Estados Unidos como si nada hubiera pasado. De vuelta a casa, Sam descubre que está embarazada a pesar de haber tomado regularmente la píldora. El embarazo comienza de la mejor manera, pero poco a poco algo comienza a cambiar en la mujer, desarrollando una serie de inquietantes poderes psíquicos y una fuerza fuera de lo común. Además, alguien está controlando insistentemente la casa de los recién casados.
Si "El último exorcismo" y "La otra cara del Diablo" habían explorado con la técnica del mockumentary el tema de las posesiones demoníacas, sin duda debíamos esperar que el found footage explorara también el mini-tema más afín al exorcístico, es decir, el de los embarazos demoníacos. Y puntualmente llega "La estirpe del mal" ("Devil's Due"), título en el que Fox apostaba mucho y que en cambio representó un sonoro fracaso en la taquilla estadounidense, recogiendo, entre otras cosas, una serie de críticas negativas que harían envidia a Uwe Boll.
A pesar de que "La estirpe del mal" tiene algunos límites bastante evidentes, quizá el destino le haya dado la espalda de manera excesiva porque, si se toma exclusivamente como exponente semántico del mockumentary, algo tiene que decir. Pero comencemos por lo que no funciona en esta película.
En primer lugar, "La estirpe del mal" llega tarde, en su ser un found footage "clásico" parece condenadamente anticuado, mostrándonos lo limitado (y limitante) que está resultando este lenguaje para el cine de terror. A pesar de una continua búsqueda de puntos de vista diferentes que sean la cámara de mano de los protagonistas, las cámaras de vigilancia de aparcamientos y tiendas, grabaciones de un circuito cerrado doméstico y smartphones en manos de terceros, un poco como ocurría en el ingenioso superhéroico "Chronicle", "La estirpe del mal" transmite un sentido de estaticidad narrativa y visual que lo acerca de manera bastante evidente a los primeros "Paranormal Activity". Y probablemente la saga producida por Oren Peli y Jason Blum es el verdadero núcleo inspirador de todo, en el sentido de que el uso de una secta demoníaca y la aparición de poderes sobrehumanos en la protagonista, acercan de manera bastante evidente esta película a la saga citada con el demonio doméstico. No encontramos, por tanto, novedades reales en este trabajo y si aparece igualmente evidente el deseo de explorar nuevos horizontes temáticos que conecten con películas de culto del pasado como "Rosemary's Baby" y "The Believers – Los creyentes del mal" (con un toque del carpenteriano "El señor del Mal"), se nota sobre todo una cansada reiteración de cosas ya vistas y ya dichas en los últimos 5-6 años.
En la dirección están Matt Bettinelli-Oplin y Tyler Gillett, que ya se habían enfrentado al lenguaje mockumentary con el último episodio del primer "V/H/S", uno de los más logrados de la antología, y también en este caso se pueden encontrar diversas afinidades con "La estirpe del mal" que van más allá del lenguaje utilizado, desde la secta satánica hasta el final acelerado que muestra los efectos demoníacos directamente en la infraestructura doméstica.
Lo que sí funciona en "La estirpe del mal" es un cierto cuidado a nivel de guion, especialmente en la escritura de los diálogos, que raramente se nota en este tipo de películas. Hay un guión elaborado, perfectamente construido en tres actos, y los personajes dicen y hacen cosas creíbles (bueno, claro, la tendencia a grabar todo incluso cuando no es necesario está presente aquí también...), consiguiendo que nos apegamos a ellos. En particular, se nota una cierta habilidad y compromiso en la protagonista femenina, Allison Miller, ya vista en "The Last Vampire" y "TerraNova", que logra transmitir con eficacia el cambio progresivo debido al embarazo de su personaje.
Despliegue de efectos visuales superior a la norma que justifican, de hecho, los 7 millones de dólares de presupuesto, aunque se hacen un uso inteligente y nunca invasivo.
En resumen, a la postre, "La estirpe del mal" aparece como una ocasión desperdiciada, la posibilidad de decir algo nuevo con la técnica del mockumentary se traduce en la repetición efectiva de los mismos clichés y las mismas situaciones. Se deja ver y no es ciertamente uno de los peores exponentes de este sector, pero sinceramente no se necesitaba.
Añade medio calabacín.