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Roberto Giacomelli
•El hijo de Robert Thorn, un importante diplomático estadounidense, nace muerto. El padre Spiletto, sacerdote del hospital, propone a Thorn adoptar a un niño nacido en el mismo momento que su hijo, pero cuya madre murió de parto, y hacerlo sin que nadie lo sepa, incluida su esposa Katherine. Thorn acepta. Pasan los años, el niño, llamado Damien, crece sin nunca enfermarse, pero comienza a manifestar comportamientos extraños. El día del quinto cumpleaños de Damien, la niñera se suicida ahorcándose y Thorn es contactado por el padre Brennan que advierte al hombre de la posibilidad de que su hijo sea en realidad el hijo del Diablo. Mientras tanto, los Thorn contratan a una nueva niñera, la señora Baylock, que muestra desde el principio un apego demasiado obsesivo por el pequeño Damien. De ahí a poco, una serie de extraños eventos y muertes misteriosas, llevarán a Robert Thorn a considerar verdadera la naturaleza demoníaca del niño.
Precedido por una campaña publicitaria imponente, llega a las salas de todo el mundo el 06-06-06, "Omen - La Profecía", fiel remake de la película homónima dirigida en 1976 por Richard Donner.
La primera pregunta que se plantea el espectador después de asistir a la proyección del nuevo "Omen - La Profecía" es: "¿Por qué era necesario hacerlo?". La respuesta es bastante obvia: un éxito económico anunciado. De hecho, la película, que solo en el primer día de estreno recaudó casi 13 millones de dólares solo en Estados Unidos, sigue de manera demasiado fiel el prototipo, añadiendo solo algunas escenas oníricas (aunque evitables), una secuencia en el zoo y referencias obvias a la actualidad, que van desde la guerra en Medio Oriente hasta el tsunami en el sudeste asiático. Eficaces, aunque bastante predecibles, resultan los vínculos entre los signos anunciadores del Apocalipsis y la situación política y social actual, que en algunos casos incluso logran teñirse de sarcásticos burlas semi satíricas.
Como podría ser obvio, si se procede a una comparación directa con "La Profecía" original, este remake perdería estrepitosamente en todos los aspectos, desde una dirección bastante anónima de John Moore que no tiene absolutamente nada que ver con la magnífica actuación que había dado Donner en su película; hasta una banda sonora poco memorable de Marco Beltrami, lejos de la sugestiva e inquietante banda sonora de la película anterior. Por lo tanto, dejamos de lado las comparaciones incómodas y vemos qué puede ofrecer "Omen - La Profecía" al espectador moderno. En primer lugar, nos encontramos ante un excelente reparto que ve al bueno Liev Schreiber (la trilogía de "Scream" y "The Manchurian Candidate") en el papel de Robert Thorn, el bueno David Thewlis ("La Isla Perdida", "Timeline") en el papel del fotógrafo Jennings, la poco convincente Julia Stiles ("Save the Last Dance") en los trajes de Katherine Thorn y Mia Farrow en el inédito papel de la niñera demoníaca, en un contrapunto irónico de lo que había sido su papel más famoso, es decir, joven madre del Anticristo en "Rosemary's Baby". Para interpretar al pequeño Damien podemos admirar a Seamus Davey Fitzpatrick, suficientemente inquietante en su frialdad y angelicalidad oximorónica; con gran sorpresa aparece Giovanni Lombardo Radice ("Miedo en la ciudad de los muertos vivos", "La Casa perdida en el parque") en el papel del padre Spiletto. Un mérito particular debe concederse a los sugerentes escenarios (las escenas en Subiago y Cerveteri dan miedo) y a la hermosa fotografía de Jonathan Sela.
En cuanto a la implicación emocional, este "Omen - La Profecía" logra alternar de manera funcional escenas de estasis con estallidos adrenérgicos, caracterizados principalmente por las muertes splatter bien realizadas y los repentinos flashes oníricos capaces, en más de una ocasión, de hacer saltar al espectador de su asiento gracias a la ya probada alternancia de planos sonoros.
En resumen, ¿cómo evaluar "Omen - La Profecía" versión 2006? Para el espectador más exigente, que ya ha asistido a las vicisitudes de Damien de los años 70, será inevitable la comparación con el prototipo y la impresión de la inutilidad general de la operación, causada por un evidente sentido de déjà-vu, aunque no podrá negar a esta película una impecabilidad formal de producto de "serie A". Para el espectador que, en cambio, se encuentra por primera vez ante la historia del pequeño Anticristo, esta película podría resultar incluso un pequeño joya, considerando los diversos méritos enumerados anteriormente. Por lo tanto, muy adecuado para las jóvenes generaciones de horrorófilos que aún no han probado la gran película de Donner; un poco menos para los nostálgicos más exigentes.