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Adamo Dagradi
•Un ex reverendo, viudo y con dos hijos a cargo, vive con su hermano en una granja aislada de Pensilvania. Una mañana, en su campo de maíz, aparece misteriosamente un gran pictograma, construido doblando los tallos en círculos y líneas. Los animales del lugar están nerviosos. La televisión ofrece informes que muestran cientos de otros signos similares, aparecidos en todo el mundo. ¿El fin del mundo? ¿Una invasión?
Entre las nuevas promesas de Hollywood, M. Night Shyamalan se destaca como uno de los directores y guionistas más talentosos en circulación. Después de habernos regalado los sustos de "El Sexto Sentido" y la sutil, aunque brillante, reinterpretación del origen de un superhéroe en "Sin límites", ahora nos ofrece un futuro clásico de la ciencia ficción: "Signs".
Su capacidad para manipular los clásicos, en este caso "La Guerra de los Mundos", en formas nuevas y asombrosas, es de rara e envidiable maestría.
La película es un thriller de ciencia ficción tenso y convincente, lleno de sustos y escenas memorables. Shyamalan usa los silencios, las pocas luces y la oscuridad que se cierne sobre los campos para crear una atmósfera claustrofóbica, en la cual todo lo que no se ve, por una vez, da más miedo que lo visible y tangible. ¿Están llegando los extraterrestres? ¿Serán hostiles? La familia vive el drama mundial, paralelo al más íntimo de la pérdida de la fe del protagonista, desde el interior de la casa, con la televisión como único contacto con el exterior.
Los amantes del gore saldrán decepcionados: en toda la película ni una gota de sangre, pero como "Los Otros" antes que él, "Signs", gracias a una dirección que encuentra en Hitchcock su nume tutelar, se pone en liza entre las mejores películas de suspense de los últimos años.
Mel Gibson está en gran forma, convincente en su papel, al igual que su "hermano" Joaquin Phoenix, joven actor de gran talento destacado en "8mm". Los niños son muy buenos y crean con su padre un vínculo sufrido y creíble. Es precisamente el drama de los personajes, de su pasado y de sus elecciones futuras, lo que nos permite una inmersión de verdadero transporte en el crescendo de hechos inquietantes y literalmente aterradores que les afectará. Los diálogos son lentos, cuidados, estudiados para dar humanidad verdadera a las reacciones de personas comunes ante lo insondable, pausas bien ritmadas que preceden a los momentos repentinos de tensión. Y aquellos en el maíz no son los únicos signos de la película, ver para entender. Único defecto: un final no del todo convincente, pero decidirán ustedes mismos.
Cine inteligente, minimalista (en el buen sentido), recorrido siempre por un humor subyacente y nunca fuera de lugar, el de Shyamalan es una bocanada de aire fresco en un panorama donde la originalidad escasea. Un placer escuchar los murmullos de tensión del público en la sala y los saltos en las sillas. Muy recomendado.