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Roberto Giacomelli
•Larry Pearce trabaja como jefe de centralita, tiene una bonita casa en un barrio residencial y un oído fuera de lo común. Pero la vida de Larry es profundamente triste porque ha perdido a su hijo a causa de una enfermedad cardíaca, en concreto Larry se siente en parte responsable de la muerte del niño porque no logró aprovechar su "don" oyendo a tiempo el latido anormal del corazón de su hijo. Poco a poco el excepcional oído de Larry comienza a convertirse en una carga para el hombre que ya no puede controlar su capacidad, ahora insoportable.
"Masters of Horror" es un singular proyecto nacido de la mente de Mick Garris, director conocido en el ámbito del terror especialmente por las transposiciones de las novelas de Stephen King. Garris pensó en reunir a los directores más representativos del cine de terror en un proyecto destinado a la televisión por cable Showtime y al home video, el resultado es "Masters of Horror", una serie de 13 mediometrajes de 60 minutos cada uno, cada uno dirigido por un gran nombre del cine de género; cada episodio tiene un presupuesto de 1,8 millones de dólares, la ubicación fijada en la ciudad canadiense de Vancouver y se concedió la libertad creativa más total a cada director. Los nombres involucrados en la segunda temporada de este proyecto son: Tobe Hooper, Dario Argento, Stuart Gordon, Joe Dante, John Carpenter, John Landis, Ernest Dickerson, Brand Anderson, Tom Holland, Peter Medak, Rob Schmidt, Norio Tsuruta y el mismo Mick Garris.
En el cuarto episodio, la segunda temporada de "Masters of Horror" falla.
Para contarnos la obsesión de un hombre por la pérdida de su hijo se llama a dirigir a Bard Anderson, el apreciado director de los excelentes thrillers "Session 9" y "El hombre sin sueño".
Anderson parecía el hombre adecuado para narrar en imágenes la obsesión, la paranoia y el dolor, y sin embargo "Rumori e tenebre" no convence en absoluto, a partir del guion firmado por el mismo director y adaptado de un relato de Mike O'Driscoll. Una historia floja, capaz de aburrir profundamente a pesar de la escasa duración (los 55 minutos canónicos) y carente de un verdadero mordiente.
"Rumori e tenebre" no da la posibilidad de entender dónde reside su defecto principal, de hecho no está claro si la película tiene dificultades para arrancar o si arranca tan rápido que dispara todas sus balas de inmediato. El poder de Larry es inmotivado, un hombre que se coloca a mitad de camino entre un X-Man y Lee Majors de "El hombre de los seis millones de dólares"; posee este superoído que puede aprovechar a su favor pero que al mismo tiempo resulta una grave condena. Vista la falta de lógica
en su propiedad, el espectador se ve llevado a pensar según el lenguaje de la metáfora, seguramente conforme a los cánones de Anderson. La acentuación del "oír" conectada al amplificarse de la locura del protagonista. Sin embargo, el discurso metafórico parece igualmente deshilachado y poco refinado, haciendo pensar que quizá este no era ni siquiera el verdadero objetivo del autor, dado que este "poder" representa concretamente un elemento atante dentro de la narración: el ruido molesta realmente a Larry, su oído realmente habría podido salvar al niño, etc. Además, como decía, la historia sufre muchísimo por la falta de un verdadero detonante, que se hace difícil colocar en una posición anterior a la narración o de lo contrario sufriría de una tardanza preocupante.
El televisivo Chris Bauer se las arregla muy bien en el papel del protagonista atormentado y resulta seguramente una de las mejores elecciones de todo el proyecto, aunque hay que decir que la escritura de su personaje sigue siendo fastidiosamente rarefacta, como todo lo demás.
Final muy telefónico dedicado al grand guignol.
Preferimos recordar a Anderson por sus bellas pruebas cinematográficas y aquí queda claramente confirmada la perplejidad de quienes consideraban aventurada su anexión a los "Masters of Horror", en fin de cuentas sus thrillers tienen mucho más de drama humano que de terror tout court.