4 moscas sobre terciopelo gris backdrop
4 moscas sobre terciopelo gris poster

4 MOSCAS SOBRE TERCIOPELO GRIS

4 mosche di velluto grigio

1971 FR HMDB
diciembre 17, 1971

Roberto, un joven músico que toca la batería en una banda de rock, se ve atrapado en una intriga criminal. Tras recibir extrañas llamadas telefónicas, se da cuenta de que un hombre lo sigue. Una noche, trata de hablar con su perseguidor, pero en la confusión que sigue lo apuñala sin querer. A pesar de que abandona inmediatamente el escenario del crimen, al día siguiente recibe inexplicablemente unas fotografías del homicidio.

Directores

Dario Argento

Reparto

Michael Brandon, Mimsy Farmer, Jean-Pierre Marielle, Aldo Bufi Landi, Calisto Calisti, Marisa Fabbri, Oreste Lionello, Fabrizio Moroni, Corrado Olmi, Stefano Satta Flores
Horror Thriller Mistero

RESEÑAS (1)

AJ

Alex Jockey

Un joven baterista (Michael Brandon), vigilado durante mucho tiempo por una misteriosa figura vestida de negro, decide una noche, después de los ensayos con su grupo, seguir al individuo y descubrir su identidad... Alcanzado el hombre dentro de un teatro decadente, los dos se enzarzan en una pelea en la que el desconocido resulta accidentalmente víctima de una puñalada. Pero alguien desde lo alto de un balcón toma fotos muy elocuentes y comienza a chantajear al músico, que, entre la incredulidad de su esposa (Mimsy Farmer) y los consejos de su fiel amigo Diomedes (Bud Spencer), no pudiendo contar nada a la policía, decide investigar por su cuenta, valiéndose de un investigador privado excéntrico (Jean-Pierre Marielle)... Hard rock estruendoso y ruidoso alternado con un inquietante latido del corazón, algunos encuadres audaces, un par de zoom largos para descubrir una figura negra con sombrero y gafas de sol, una persecución nocturna, una hermosa subjetiva que se abre paso entre los cortinajes y la revelación del escenario final en el que (quizás) se sabrá la verdad: un teatro a la italiana, tópico de muchas otras ambientaciones argentinas, desde "Profondo Rosso" hasta "Opera". Un travelling con zoom nos muestra el encuentro entre el protagonista y el perseguidor/perseguido, y en pocos instantes el espectador se sorprende por primera vez (el individuo misterioso muere accidentalmente por mano del chico) y luego una segunda vez (un tercero molesto deslumbra e inmortaliza varias veces la escena del crimen y el "asesino" con el cuchillo brillante en la mano). Un inicio fuera de toda duda excelente (construido con buenas elecciones de espacios y tiempos, y con soluciones visuales refinadas) parece recordar la atmósfera onírica, sutilmente inquietante, de la galería de arte de "El pájaro de las plumas de cristal", e introducir un thriller de atmósfera compacto como lo era el mencionado. Desafortunadamente, no será así, o al menos en parte. La historia se desarrolla siguiendo de cerca la evolución interior del joven protagonista, en un largo psicodrama impregnado del sentido de persecución e impotencia, tanto a nivel real como onírico: el sueño recurrente de la decapitación, hábilmente representado con una fotografía sobreexpuesta y acompañado de sonidos agudos y penetrantes, y su reconstrucción progresiva a lo largo de los eventos, remite una vez más a la película de debut. La estructura típica del giallo se valora más o menos eficazmente: Argento es ahora hábil para jugar con el espectador y sus certezas, para luego desorientarlo a su gusto con un giro inesperado. Para ello utiliza algunos elementos propios de su poética del horror, ya utilizados con éxito en trabajos anteriores: por ejemplo, la fotografía, que en "El gato de las nueve colas" estaba concebida como un potenciador de las facultades visuales y un instrumento de verdad, aquí, en cambio, se utiliza como vehículo de engaño. Precisamente, se descubre que el misterioso individuo vestido de negro no había muerto por mano del protagonista, sino que había actuado (con un cuchillo falso) en una montaje urdido por el verdadero perseguidor. Morirá posteriormente por mano de este mismo. Sin embargo, la dimensión dramática y de "thrilling" a la que el director nos había acostumbrado, especialmente en la primera película de la trilogía, aquí está parcialmente comprometida por la inserción exagerada de caricaturas, ya propuestas anteriormente, tan divertidas como torpes y demenciales, y de sketches de comedia que alargan los tiempos de la narración, afectando la economía del guión: vale por todas la escena del diálogo entre el protagonista y los dos amigos mendigos en una exposición de ataúdes, o el encuentro con el investigador privado homosexual y decididamente excéntrico (nunca antes la homosexualidad gigionesca había encontrado tanto espacio en una historia argentina, aunque siempre se hubiera insinuado). Además, el presupuesto parasientífico (la posibilidad de remontarse a la última imagen vista por una persona antes de morir mediante análisis retínico) en el que se basa tanto la resolución de la historia como el título mismo (aunque luego no se entiende qué tiene que ver el "velluto grigio") es mucho más débil que el en el que se basaba la trama de "El gato de las nueve colas", pareciéndose más a una especie de truco para cubrir una falta de unidad y de completitud de la historia. Una mención de mérito, sin embargo, debe hacerse a la secuencia final en la casa del protagonista, cuando el asesino, completamente loco, comienza un largo (para los tiempos de la narración) monólogo sobre el origen de su enfermedad, liberando actos de violencia (los disparos hacia el músico) de manera totalmente impredecible e inusual para los tiempos del suspense. El final a cámara lenta del accidente de coche (filmado con una Pentazet a 36.000 fotogramas por segundo) es, finalmente, de fuerza visual indudable, aunque sea un prodigio técnico bastante acabado en sí mismo. Entre luces (muchas) y sombras (algunas) Dario Argento concluye su "trilogía animalística" habiendo madurado ya una poética y una estética del escalofrío muy personales, originales e innovadoras, y disponiéndose a exaltarlas a la enésima potencia en aquella que por muchos, entre críticos y simples apasionados, será considerada la obra definitiva e inigualable del director: "Profondo Rosso" (1975). Curiosidad: "Quattro mosche di velluto grigio" es una película muy autobiográfica: Dario Argento eligió de hecho para el papel del protagonista a un actor que se le pareciera físicamente y luego a una actriz que se pareciera a su mujer. Cuando Marisa Casale, en aquella época su compañera, vio la película dijo: "¿De verdad quieres hacerme tanto daño?". Los dos se separaron poco tiempo después.

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