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Roberto Giacomelli
•Nueva Zelanda. Henry Oldfield regresa a la granja familiar para vender su parte de propiedad a su hermano mayor Angus. Henry vive en la ciudad desde hace muchos años porque sufre de ovinofobia, miedo a las ovejas, mientras que Angus dirige un laboratorio de genética en la antigua granja familiar donde realiza experimentos con los ovinos. Dos ecologistas se introducen en los laboratorios de Angus y liberan un extraño cordero mantenido bajo formaldehído, sin saber que ese animal representa uno de los experimentos fallidos. El cordero muerde a una de las miles de ovejas que pastan en la llanura y, a partir de ese momento, se propaga un peligroso contagio que convierte a los animales más inofensivos de la tierra en carnívoros sedientos de sangre. A pesar de su miedo innato, le tocará a Henry enfrentarse al problema de las ovejas asesinas.
Si lograron transformar en asesinos a los conejos ("La noche del largo miedo"), a los hámsters ("Attack of the killer shrews") e incluso a los caracoles ("Slugs") no debería sorprendernos que también las mansas ovejas hayan terminado en la larga lista de los improbables depredadores de las películas de bestias. La singular idea fue concebida y realizada en Nueva Zelanda, tierra somnolienta llena de verde donde las ovejas representan una de las principales fuentes de ingresos de la economía local. Carne, lana, leche: unos 40 millones de ejemplares que diariamente pacen sin ser molestados el pasto de los numerosos pastizales. Pero si lo que para los agricultores neozelandeses es el animal más familiar se convirtiera en la principal amenaza a temer?
Jonathan King parte de este supuesto simplista para dar vida a una extraña pero divertida película de bestias que se desenvuelve con habilidad entre el splatter y la ironía.
La fuente de inspiración para el director de "Black Sheep" es declaradamente el cine de los inicios de su compatriota Peter Jackson, el splatter demencial de "Bad Taste" y "Splatters - Los salpicacerebros", pero King intenta reducir el componente demencial de las obras de su "maestro" para adentrarse en el sendero de la comedia ligera, que juega con diálogos brillantes más que con los excesos visuales, permitiéndose alguna que otra paréntesis "ovino" (¡es el caso de decirlo!) hecha de pedos y apareamientos "bestiales". El mayor mérito de esta película es justamente el equilibrio con el que la comedia y el horror logran convivir sin que una prevalezca demasiado sobre la otra, representando así uno de los mejores ejemplos vistos en los últimos años en los que los dos géneros logran convivir con naturalidad.
Otro gran punto a favor de "Black Sheep" son los magníficos efectos especiales realizados con la colaboración de la WETA, la casa de efectos especiales artífice de las criaturas vistas en la trilogía de "El Señor de los Anillos". Los numerosos efectos especiales de esta película son en un 99% artesanales (el 1% de digital se utiliza para aumentar el número de ovejas que pueblan un numeroso rebaño que se dirige furioso hacia los protagonistas), prótesis y efectos mecánicos realizados al estilo antiguo que dan vida a efectos splatter de primer orden y a aterradoras transformaciones que recuerdan (intencionalmente) la famosa metamorfosis de hombre a lobo vista en "Un hombre lobo americano en Londres". Ya, porque si en la película de Landis se podía hablar de hombres lobo, en "Black Sheep" irrumpen sorprendentemente unas ovejas lobo, protagonistas de algunas de las mejores escenas de la película.
Pero como suele ocurrir, incluso en "Black Sheep" no todo puede ser considerado un milagro y entonces aquí hay una serie de defectos que se hacen notar con buena evidencia. El guión es un simple pretexto para poder llevar a escena las ovejas asesinas, y aquí todo el filme se sostiene sobre lugares comunes que van desde el experimento genético fallido hasta el trauma infantil del protagonista, desde los ecologistas portadores de problemas hasta el asedio final similar a Romero. Elecciones que en cierto sentido podrían incluso justificarse por la intención irónica y casi paródica de la operación, pero que luego se revelan como reales indicios de debilidad narrativa cuando se conocen los personajes, carentes de cualquier relevancia psicológica que vaya más allá de la heroína torpe, el villano sin escrúpulos y el apoyo cómico. Los mismos actores involucrados en el proyecto no se harán recordar ciertamente por sus capacidades interpretativas y ni siquiera la dirección de King, que proviene de la publicidad y de los videoclips musicales y aquí en su debut con un largometraje, es tan cuidada como se podría esperar.
"Black Sheep" divierte y tiene muchas probabilidades de hacerse un hueco entre los muchos films de culto que pueblan el universo del cine de género. Con mayor cuidado, especialmente a nivel de escritura y de casting, el resultado habría podido ser de mucho mayor calidad, pero de todos modos, el resultado vale sin duda el precio de la entrada.