Camila despierta sin saber en dónde está. Se encuentra desnuda en la cama de Darío, un completo desconocido; adivina una turbia noche de trago y sexo. Al vencer su timidez e intimidar nuevamente con Darío, él la asesina inesperadamente. Este es sólo el inicio de la historia. Camila regresa atrás en el tiempo, al momento justo en que despierta y recuerda todo, por lo cual reacciona en pánico, pero no le sirve de nada porque nuevamente Darío la asesina. Así, Camila queda atrapada en una pesadilla, donde los hechos se repiten en un loop en el que, inevitablemente, muere una y otra vez. Sin embargo, con cada muerte, ella logra sumergirse en la complicada y apasionada mente del asesino, de tal forma que puede conseguir información que le podría salvar la vida. Su dilema es que al internarse tan profundamente entre las sombras podría perderse en la oscuridad.
Directores
Miguel Urrutia
Reparto
Andrea Montenegro, Luis Fernando Bohórquez
HorrorThriller
RESEÑAS
(1)
AC
Andrea Costantini
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Camilla se despierta después de una noche de fiesta. No está en su cama y a su lado hay un hombre que no conoce. Parece no recordar nada de lo que sucedió la noche anterior. Incómoda, le explica al hombre, Dario, que no suele hacer estas cosas y que le gustaría irse. Él, en cambio, hace todo lo posible por mantenerla en el apartamento, hasta volverse violento. Ella muere y se despierta de nuevo en la cama de Dario.
El cine de los últimos años nos ha mostrado a menudo películas construidas sobre la nada, experimentando así una nueva forma de hacer cine. No siempre son necesarios decenas de ubicaciones, extras, efectos especiales cuando se tiene una idea. Si además esta idea es económicamente favorable y con unos pocos céntimos los productores pueden llevarla a cabo, tanto mejor. En el caso de esta "Volver a morir", película del colombiano Miguel Urrutia traducida para el mercado internacional como "Wake Up and Die", se han ido aún más lejos, reduciendo al mínimo las ubicaciones, los personajes e incluso los trajes.
La película solo tiene dos protagonistas, Camilla (interpretada por la sensual Andrea Montenegro) y Dario (Luis Fernando Bohórquez) que se despiertan abrazados en una habitación de una casa fría y despojada. Ella parece desorientada, quizás no recuerda bien lo que sucedió la noche anterior y ni siquiera recuerda haber terminado en la cama con ese hombre, quien, en cambio, parece recordar todo. Una noche de diversión con un desconocido en pocas palabras. Mientras Camilla, incómoda, intenta justificar su comportamiento de la noche anterior, Dario enciende la radio. En la habitación se difunde el "Aria sobre la Cuarta Cuerda" de Bach y, llevado por un arrebato de violencia, la mata. Hasta aquí todo normal, pero después de la muerte de Camilla, la película se rebobina como si el espectador hubiera presionado el botón "Rew" de su reproductor y todo comienza de nuevo, con Camilla despertándose en la cama de un desconocido, no tan desconocido.
Y es en este momento cuando el espectador suspira aliviado, pensando que quizás va a ver una película interesante. La historia comienza de nuevo, luego comienza de nuevo y luego otra vez. Cada vez se añade un pequeño fragmento del pasado de los dos protagonistas y cada vez la razón por la que terminaron en la misma habitación parece más clara.
Una especie de "Día de la marmota" versión misterio y paradójica que apuesta todo al minimalismo: solo dos actores en escena, una sola ubicación compuesta por un apartamento con un colchón, un estéreo y una hermosa colección de armas blancas, la misma pieza musical que se repite durante toda la película como una presencia casi constante y, último detalle pero no por eso menos importante, los actores actúan desnudos durante los ochenta minutos de la película, con excepción de dos escenas en las que algo se ponen.
Una idea inicial decente, pero con una historia débil que, desafortunadamente, se desarrolla en el aburrimiento. Durante ochenta minutos vemos las mismas escenas que se repiten, con algunas variaciones, pero después de la sorpresa inicial del rebobinado, la tercera vez comenzamos a bostezar.
Los fragmentos que componen la historia son muy simples y el cuadro general de la trama no sorprende, con una madre posesiva digna de Hitchcock. Todo huele a visto antes, aunque no se puede dejar de romper una lanza a favor de Urrutia, que, después de todo, ha logrado encontrar una manera diferente de contar la misma historia.
Bella la idea de hacer actuar a los protagonistas desnudos todo el tiempo.