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Roberto Giacomelli
•1968. Un hospital aislado es escenario de un horrible contagio causado por un misterioso gas contenido en tubos de ensayo de propiedad militar. Quien inhala el gas venenoso sufre una mutación que mata el cuerpo pero mantiene al individuo con vida y le da hambre de carne humana. La intervención del ejército permite contener el contagio, pero un tubo de ensayo es sacado del hospital y abandonado en el bosque. Hoy. Cerca del hospital donde ocurrió el contagio se encuentra una comunidad de rehabilitación para sociopatas y marginados; durante una excursión al bosque, uno de los pacientes de la comunidad encuentra un termo que contiene el tubo de ensayo perdido en el 68 y lo lleva consigo al edificio. Desde el momento en que el tubo de ensayo se abra, el contagio se propagará nuevamente, transformando a gran parte de los pacientes en muertos vivientes. Cada amante del cine de terror, al leer el título de esta película, podría ser impulsado sin ninguna duda a adentrarse con curiosidad en la visión, cierto de saber que detrás de la cámara no está Romero, sino un completo desconocido, que podría sin embargo revelarse capaz de dar vida a un buen filme de zombis. El amante curioso, sin embargo, en este caso se encontraría frente a una película que no solo no tiene ningún vínculo con la hermosa película que Romero dirigió en 1985, sino que resulta una de las peores películas sobre muertos vivientes (si no la peor) producida en los últimos años, es decir, desde que la figura putrefacta del zombi ha recuperado éxito en la taquilla. "Day of the dead 2" se abre con un prólogo ambientado en 1968, una fecha que claramente quiere evocar el estreno de la película que dio inicio al género, "La noche de los muertos vivientes", introduciendo (si así queremos interpretar, insertando a la fuerza la película en cuestión en el universo romeriano) una posible explicación a la epidemia mortífera que desde hace más de treinta años resucita a los cadáveres de medio mundo: un gas de origen militar ideado por el ejército ruso para el uso bélico. Una explicación poco original (monstruos creados en laboratorio para ser utilizados en acciones de guerra? Se ha visto y revisto innumerables veces en el imaginario fantástico) y capaz de anular por completo el fascinante halo de misterio que gravitaba sobre las películas de Romero. Sin embargo, pasando por alto la idea de base, el prólogo rico en acción y con salpicaduras de sangre por todas partes, podía también prometer bien, pero luego la historia toma un giro del todo insuficiente debido a una lentitud narrativa inadecuada para una película de este género, a una serie de personajes ridículos y a una serie de elecciones de guion equivocadas que caen en la comedia involuntaria. Excluyendo los cinco minutos introductorios, durante aproximadamente una hora en la película no sucede nada, solo asistimos a las peleas de los personajes ridículos con trastornos mentales (se va del improbable tipo violento que quiere pelear con todos, a la insoportable, grosera y histérica paciente lesbiana) y a una historia de amor postiza entre dos pacientes. Luego, se adoptaron una serie de soluciones que, en la intención del guionista, podían resultar innovadoras y divertidas, pero que, en los hechos, resultan solamente cómicas; al respecto es deberoso citar la elección de establecer un contacto telepático entre los contaminados dirigidos por el gas, elección que da vida a irresistibles sketches involuntariamente cómicos (un zombi se golpea la cabeza contra la pared y todos los demás gritan por el dolor!), o a la "genial" idea de dar el don de la palabra a algunos muertos vivientes (ya visto en "El regreso de los muertos vivientes", pero en esa saga hay una voluntaria vis paródica). Luego, ni qué decir, desde el punto de vista técnico/artístico encontramos una total incompetencia: dirección anónima; intérpretes risibles; maquillaje deficiente. La única nota positiva son los buenos efectos splatter, que en los últimos veinte minutos tienen el protagonismo sobre la general planitud de la película. En conclusión, "Day of the dead 2" no tiene nada que ver con el prototipo romeriano al que astutamente le roba el título, sino que resulta una mala operación comercial mal pensada y peor realizada, imposible de salvar a pesar de los buenos efectos splatter.