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Roberto Giacomelli
•Diez años después de *Insidious 2: Capítulo 2* y trece años desde el primer filme que dio origen a todo, la saga de terror creada por James Wan y Leigh Whannell regresa para contar la historia de la familia Lambert, con quienes aprendimos a temer los viajes astrales en la inquietante dimensión entre la vida y la muerte conocida como el Más Allá. En efecto, durante los últimos diez años, la saga *Insidious* ha seguido explorando historias precuela centradas en el personaje de la médium Elise Rainier, quien murió precisamente en el epílogo del filme de 2010. Ahora, con *Insidious: La puerta roja*, quinto filme de la franquicia, nos encontramos con la primera verdadera secuela de la línea narrativa original que reúne nuevamente a todos los actores de las dos primeras entregas.
Hace nueve años, el pequeño Dalton y su padre Josh enfrentaron una experiencia increíble que llevó al niño a un coma de tres meses, atrapado en un limbo entre la vida y la muerte bajo el acecho de un horrible demonio, y al padre a ser poseído por el espíritu de un asesino en serie que casi lo empuja a masacrar a toda su familia. Tras esos eventos, la memoria del último año de Dalton y Josh fue borrada mediante hipnosis, y ambos vivieron en la inconsciencia... hasta ahora.
Josh, quien mientras tanto se ha divorciado de su esposa Renai, acaba de perder a su madre Lorraine y comienza a tener extrañas alucinaciones que lo llevan a realizarse exámenes médicos. Dalton, por su parte, quien tiene una relación conflictiva con su padre, está iniciando la universidad y también experimenta fenómenos extraños en su vida. En particular, el joven logra viajar fuera de su cuerpo cuando duerme y ve individuos extraños que deberían estar muertos. Además, durante una clase de arte, dibuja una puerta roja que parece recordarle algo que no logra identificar.
Los recuerdos de aquel traumático año comienzan a resurgir poco a poco, y inquietantes presencias del Más Allá parecen reclamar tanto a Dalton como a Josh.
El interés principal en *Insidious: La puerta roja* reside fundamentalmente en volver a observar las vidas de los miembros de la familia Lambert, o más bien las consecuencias de lo que han pasado. Pero esta vez, a diferencia de los dos primeros filmes que contaban una única historia sin interrupciones temporales, el tiempo ha pasado y ha dejado muchas heridas en los protagonistas. No es casualidad que *Insidious: La puerta roja* se abra con el funeral de Lorraine Lambert, un pilar en la vida de Josh y la verdadera guardiana de los secretos familiares. Pero la muerte de la matriarca es solo el último de los turbulentos eventos que durante estos años han afectado a los Lambert, ya que el divorcio entre Josh y Renai ha abierto una verdadera grieta en la psique del hombre y ha llevado directamente a otra problemática, el profundo conflicto entre Dalton y su padre. Está claro que todos estos eventos, sumados, hacen que los protagonistas sean particularmente vulnerables, abriendo fácilmente el camino al resurgimiento de lo reprimido, un reprimido aterrador que el filme nos hace vivir alternando las historias de Josh y Dalton.
Por un lado, *Insidious: La puerta roja* persigue las dinámicas del terror adolescente que aquí y allá emergieron parcialmente en los dos capítulos precuela, siguiendo las aventuras universitarias del introvertido Dalton, nuevamente interpretado por Ty Simpkins. La amistad con la excéntrica Chris (Sinclair Daniel), las fiestas de fraternidad, las clases de arte, todo obviamente teñido de un negro fúnebre y condimentado con sustos repentinos como si no hubiera un mañana. Por otro lado, seguimos la mucho menos interesante historia de Josh, quien aún tiene el rostro de Patrick Wilson, aquí también debutando como director, buscando verdades sobre su pasado y sobre un padre que quizás podría ser el origen de todos los eventos sobrenaturales en la familia Lambert.
Aunque la dirección de Patrick Wilson está muy enfocada en perseguir el objetivo de asustar con lo que se ve y lo que no se ve, con la atmósfera lúgubre y los violentos cambios sonoros, demostrando una buena coherencia con los objetivos de la saga, el guion de Scott Teems (*Firestarter*, *Halloween Kills*) parece muy incierto sobre el camino a seguir para reintroducir el concepto central que sustenta *Insidious*.
En primer lugar, la película tarda demasiado en entrar en acción, lo que resulta innecesario, dado que hablamos del quinto capítulo de una saga y se supone que el espectador ya está familiarizado con las dinámicas narrativas. En cambio, Teems se toma su tiempo, concediendo más espacio del necesario a la fase de toma de conciencia de los protagonistas, subrayando lo importante que es enfrentar los traumas en lugar de reprimirlos.
Además, al menos en los dos primeros actos del filme, ni siquiera parece que estemos en una película de la saga *Insidious* por la manera en que se aborda la amenaza. Si James Wan se inspiró en *Poltergeist* para el primer filme y en *Amityville Horror* para el segundo con una visión global muy coherente destinada a reelaborar el imaginario existente para crear uno nuevo, en *Insidious: La puerta roja* parece que estamos en los territorios de *El sexto sentido* con Dalton encontrando fantasmas en frecuentes viajes onírico-astrales que recuerdan mucho los sueños de la saga *Pesadilla en Elm Street*, pero sin Freddy Krueger. Y sí, otra falta en esta quinta película es la ausencia de un villano demoníaco/espectral, aunque se recupera para muy pocas escenas al mítico demonio de rostro rojo del primer filme, tan aterrador como siempre y en el que habría sido estratégico centrarse más.
En cambio, *Insidious: La puerta roja* parece menos interesado en el aspecto "hombre del saco" para concentrar el núcleo del relato en la relación padre-hijo, ya sea entre Dalton y Josh o entre este último y su padre reencontrado. Sin duda, es una clave de lectura interesante que proporciona a toda la operación una nobleza muy superior en comparación con los dos capítulos que la precedieron, pero también lleva a la saga fuera de su indispensable trayectoria de género.
En resumen, aunque muestra varias flechas en su arco, *Insidious: La puerta roja* aparece como un capítulo claramente desenfocado, atrapado en una ambición psicológica limitante que lo convierte en un episodio discreto. Patrick Wilson, sin embargo, demuestra tener buena mano detrás de la cámara y conocer el lenguaje del miedo. ¿Será que hemos descubierto a un nuevo e inesperado director del terror?
