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Andrea Costantini
•Curtis vive su vida en un tranquilo pueblo de la América rural. Tiene una hermosa esposa que lo ama, una extraordinaria hija, desafortunadamente sordomuda, y un buen trabajo como obrero. Todo va sobre ruedas hasta que su tranquilidad se ve alterada por extraños sueños en los que extraños enloquecidos quieren hacer daño a su familia y una aterradora tormenta se está formando en el horizonte. Asustado hasta la muerte por las visiones apocalípticas, Curtis decide preparar un refugio anti-tornado detrás de su casa.
Hace algunos años, el género catastrófico estaba representado en el cine por blockbusters multimillonarios como "Deep Impact", "2012" o "The Day After Tomorrow", en los que se representaba el fin del mundo en un despliegue de acción y efectos especiales.
Ante el ultimátum del mundo predicho por los mayas y previsto para el final del año en curso, sin embargo, se cambia de registro y también el cine de autor ha querido decir lo suyo sobre la inminente apocalipsis. Lars Von Trier la ha representado con un cometa llamado Melancholia mientras que Jeff Nichols, director poco más que treintañero (aquí en su segundo film después del notable debut de "Shotgun Stories"), ha anunciado la tormenta perfecta con "Take Shelter", un "pequeño gran film apocalíptico de autor" que ha hecho su aparición en varios festivales de todo el mundo ganando varios premios, entre ellos el Gran Premio de la semana de la crítica en Cannes. Pequeño porque ha tenido una distribución mínima en los cines; grande porque es seguramente uno de los mejores títulos de 2011.
Pero atención, no esperen ver ciudades devastadas por terremotos, inundaciones o asteroides que destruyen la civilización, porque quedarán decepcionados. Prepárense para una apocalipsis interior de un hombre cualquiera que vive en un país cualquiera de la América rural, cuya existencia es de repente devastada por sueños, tan vívidos y palpables que resultan indistinguibles de la realidad incluso para el espectador. Una terrible tormenta que toma forma en el horizonte seguida por una densa lluvia oleosa y bandadas de pájaros enloquecidos que vuelan en el cielo son algunos ejemplos de las aterradoras visiones que alteran la vida del protagonista.
Una lenta destrucción mental de un padre de familia dispuesto a cualquier cosa para proteger a sus seres queridos de una inminente catástrofe, una tormenta de proporciones bíblicas de la que, sin embargo, no se tiene ninguna certeza. A pesar de la conciencia de estar al borde del abismo de la locura, Curtis no puede evitar prepararse para lo peor, agrietando las relaciones con su familia, sus amigos, su empleador y cuanto más se da cuenta de que está cometiendo un error, más crece su determinación en la construcción del búnker.
Pero ¿cómo puede un hombre tan íntegro caer víctima de tales vacilaciones mentales? ¿Y si sus sueños no fueran sólo sueños sino más bien premoniciones? ¿Si Curtis no estuviera loco y la tormenta estuviera llegando realmente?
Estas son las preguntas que los espectadores se hacen continuamente durante la visión de la película porque el declive está tan bien realizado que confunde continuamente la mente de quien mira. Complice de esta realización ganadora es la nueva icona del cine de la locura, Michael Shannon (ya acostumbrado a papeles de demente en películas como "Bug" de William Friedkin o "My Son, My Son, What Have You Done?" de Werner Herzog) que aquí nos regala un personaje magnífico, triste y determinado en sus objetivos locos. Mención especial merece también su buena compañera, Jessica Chastain, que, tras el éxito de "The Tree of Life" y la nominación al Oscar por "The Help", vuelve a enfrentarse a un papel de esposa dulce y atormentada.
Destacar, además del reparto perfectamente en su papel, el extraordinario trabajo de dirección de Jeff Nichols y la fotografía de Adam Stone, viva en las escenas de vida cotidiana y oscura en las de tormenta.
Son varias las posibles interpretaciones de la película. Algunos verán una metáfora de la crisis que está asfixiando al mundo, otros verán el miedo a morir, otros asociarán el búnker de Curtis al post-11 septiembre y otros no verán nada tan profundo y asistirán impactados a la destrucción de la vida de un hombre común. Una cosa es cierta: algunos momentos de la película quedarán grabados en la memoria del espectador por la intensidad y la emoción, como la larga escena en el búnker en la que Samantha compasiva intenta que le entregue la llave y pocos instantes después, la situación invertida en el maravilloso, aterrador final.
En resumen, una película que regala emociones, que conmueve, que asusta, que hará enfadar e enternecer a la vez pero sobre todo que no dejará indiferente.