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Roberto Giacomelli
•Luke se dedica profesionalmente a entregar embarcaciones, llevándolas de un lugar a otro a través del mar. Para su última "misión" decide invitar a bordo a su ex Kate y a su mejor amigo Matt, junto con su novia Suzie. Los cuatro, acompañados del "lobo de mar" Warren, se embarcan hacia Indonesia, pero al segundo día de navegación un accidente cerca de la barrera de coral hace volcar la embarcación. Ahora los cinco se ven obligados a tomar una decisión: quedarse en el casco volcado, que poco a poco se está hundiendo, esperando que alguien pase por allí y los rescate, o intentar nadar hacia la isla más cercana, que se encuentra a unos 20 km de distancia. Además, la conciencia de que esas aguas están infestadas de tiburones blancos no les ayuda en la difícil elección.
Una leyenda al inicio del film nos informa de que los eventos narrados están inspirados en una historia real. La misma leyenda abría "Open Water", un docu-horror ansioso dirigido por Chris Kentis en 2003, y luego "Alla deriva", otro thriller acuático de 2006. Las tres películas cuentan una historia similar, es decir, personas comunes que durante una hora y media aproximadamente se encuentran a la deriva en el océano a merced de las olas y de lo que se esconde bajo ellas. En este punto, haciendo una conexión aproximada, se llega a la conclusión de que con toda probabilidad ese "basado en eventos realmente ocurridos" se refiere siempre al mismo evento, que parece haberse convertido en un buen recurso para cualquiera que quisiera hacer una película de terror acuático con un presupuesto considerablemente modesto.
"The Reef", escrito y dirigido por el australiano Andrew Traucki, quien en 2008 ya había contado sobre animales asesinos con los cocodrilos de "Black Water", lleva quizás el ejemplo más exitoso de trasladar esos "eventos realmente ocurridos", encontrando el justo equilibrio entre la situación de peligro perceptible de "Open Water" y el sentido cinematográfico de "Alla deriva". "The Reef" gana y convence porque la tensión es palpable y la situación creíble, los actores son buenos y bien caracterizados en sus personajes y porque a ratos se comienza a participar realmente en la historia. Cuando se crea una perfecta sinergia entre los diferentes elementos como en este caso, significa que la película es un éxito, sin peros.
La introducción es rápida, los preámbulos al mínimo y en unos pocos minutos encontramos a los personajes sirviendo de cebo para los tiburones. Claro, la manera en que el barco se volcó es realmente poco clara y evidentemente pasada por alto por la imposibilidad de mostrar una situación de impacto creíble, pero desde el momento en que los cinco están en el agua la tensión aumenta constantemente. Basta un movimiento anómalo del agua, un silencio de más y el miedo asoma; luego Traucki, consciente de sus medios, utiliza el modo más genuino y efectivo para asustar, es decir, mostrando lo mínimo indispensable.
Por lo tanto, los tiburones están ahí, grandes y hambrientos, entre otras cosas, pero se ven poco y bien: basta una aleta que emerge y luego desaparece bajo la superficie del agua, luego una aparición repentina y muy cercana para la comida adecuada y finalmente la agonía de quien es "tomado" y de quien está allí mirando cómo muere sin poder hacer nada.
Los personajes están caracterizados lo suficiente, sin excederse en estereotipos pero delineando en pocas líneas los caracteres. Los actores se las arreglan bien, comenzando por el protagonista Damian Walshe-Howling (la serie de televisión "Underbelly") y la muy creíble Zoe Naylor, que interpreta a Kate.
El único punto en contra de "The Reef" es el inevitable sentido de déjà-vu que se respira en una historia contada por tercera vez.
Añadan media calabaza.