RG
Roberto Giacomelli
•Durante una fiesta de Año Nuevo en un edificio abandonado, siete personas reciben un mensaje de texto anónimo que las invita a subir al piso superior con la promesa de una fiesta exclusiva y muy emocionante. Los siete invitados, que todos trabajan en el mundo del espectáculo, se dirigen entusiasmados a la fiesta, pero pronto descubren que han caído en la trampa de un psicópata que esconde un oscuro secreto relacionado con sus invitados.
"Trampa de acero" es un mal título para una película igualmente mala.
Aunque el espectador pueda hacer inmediatamente una conexión nomenclativa con algunas famosas películas con Bruce Willis o Steven Seagal, "Trampa de acero" no es una película de acción, sino una película de terror con todos los crismas del género slasher que copia a tiempo debido el inevitable "Saw", ahora verdadera y propia icona de tendencia para el terror post-2000.
Desde cualquier perspectiva que se quiera mirar, "Trampa de acero" resulta insalvable: amateur, ridículo, aburrido y lleno de lugares comunes. El desarrollo, de hecho, se despliega de manera repetitiva a través de una continua secuencia de asesinatos, todos muy planos y poco originales, intercalados con largos y aburridos paseos por los pasillos, que dan ocasión para poner en escena diálogos espeluznantes por su fealdad y banalidad.
El factor "asesinato" es bastante importante para este tipo de películas y se nota que incluso los realizadores de "Trampa de acero" tenían la intención de apostar por ello casi por completo. En definitiva, sin embargo, las muertes de esta película están muy influenciadas por las películas sobre el Enigmista, utilizando trampas que subrayen una forma de castigo-contrappasso hacia las víctimas, pero las torturas puestas en escena en "Trampa de acero" resultan todas débiles y demasiado castas, interesadas principalmente en la puesta en escena de un rápido recuento de cuerpos sin ningún encanto. El asesino enmascarado (sí, lleva una máscara aunque casi nunca interactúa con los invitados) es poco impactante, resultando físicamente un cruce entre Diabolik y Fantomas visto en "La leyenda de los hombres extraordinarios". Un velo piadoso debería extenderse luego sobre la fauna de personajes-títeres que pueblan esta película, todos increíblemente y justamente antipáticos pero también banales en la delimitación de características guía que los hagan conectables a sus propias culpas, poniendo en escena así un grupo macchiettistico y poco creíble de víctimas
con culpa. Otro elemento que contribuye a hacer de "Trampa de acero" una tontería es el motivo del asesino, pegado a la ligera y idéntico al ya utilizado en al menos una docena de otros slashers en los últimos 20 años, sin hablar de toda la estructuración del clímax final que, si se hubiera gestionado con mayor profesionalidad, habría podido resultar acertado, pero en definitiva solo resulta muy irritante.
Lamentablemente, "Trampa de acero" tampoco se salva a nivel técnico, ya que el bajo presupuesto y la evidente inexperiencia/incompetencia del director Luis Cámara contribuyen a la miserable puesta en escena que es penalizada sobre todo por una fotografía plana y tristemente paratelevisiva y por un grupo de actores mediocres.
En resumen, un desastre bajo todos los puntos de vista.